martes, 23 de abril de 2024

Continuidad en medicina de familia en España: razones de un absoluto desprecio


Según parece la eliminación del virus de la hepatitis C, azote de parte de la población en los años 90 está cada vez más cerca, hasta el punto de que España (como en el caso de los trasplantes) se encuentra en la vanguardia de los países que podrían alcanzar el objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2030. Así se informó en un foro organizado por Gilead, quien dispone de un amplio abanico de tratamientos farmacológicos para hepatitis virales. Desde la introducción de los agentes antivirales de acción directa se han alcanzado tasas de Respuesta Viral Sostenida impresionantes, gracias al incansable compromiso de administraciones (para aprobar y comprar), profesionales (para administrar y rastrear) e industria (para producir). Nadie hubiera entendido que los especialistas en digestivo ignorasen la existencia de estos tratamientos, ni que la administración hubiera “olvidado” financiarlo. Entre otras razones porque para ésta solo supone el destinar a esa adquisición el dinero de todos, y para los profesionales una intervención cuyo único sacrificio personal estriba en prescribir un fármaco.

El ser atendido por el mismo médico de familia supone una reducción de la mortalidad global ( no por una enfermedad sólo) cercana al 30% si esa relación se mantiene más de 15 años comoya comentamos poco tiempo después de publicarse el trabajo de Sandwik en BJGP. Las evidencias sobre ese beneficioso efecto se siguen acumulando año tras año. Por ejemplo que la mayor continuidad mejora la calidad de la prescripción y reduce eventos adversos, menores costes sanitarios y usomás adecuado de éstos, mejor atención a minorías étnicas, menor tasa de hospitalización y mortalidad por enfermedades crónicas (aquí y aquí) o mejora de la satisfacción profesional y de la sensación de seguridad, alegría y apoyo en la vulnerabilidad de los pacientes. De la misma forma que una baja continuidadse asocia a peores resultados de eficiencia y mortalidad. Son evidencias simplemente del último año. No son las únicas. Hasta el punto de que para Helen Salisbury, médico general y escritora habitual del BMJ la cuestión de la continuidad ES EL VERDADERO PROBLEMA de la Atención primaria.

¿Cómo es posible que una intervención que reduce la mortalidad de una sola enfermedad tenga tal nivel de compromiso, y otra que produce tantos efectos beneficiosos, en reducción de mortalidad global, del uso de recursos y de los eventos adversos apenas reciban atención?

Obviamente la continuidad no supone el empleo de ninguna tecnología, y no hay accionistas, ni consejos de dirección , ni consejeros delegados ni médicos con grandes incentivos económicos interesados en su implementación.

La administración sanitaria de todas y cada una de las comunidades autónomas españolas no han hecho el más mínimo esfuerzo para fomentar, garantizar y proteger esa continuidad. Es más, han procurado ignorarla o socavarla, incluso con saña: no sólo no han establecido medidas para incentivar a los médicos de familia a permanecer todo el tiempo posible en el mismo lugar de trabajo (de la misma forma que la industria incentiva los médicos para prescribir antivirales),no solo no han acabado con contratos precarios y extenuantes, sino que en una cosmética medida para reducir el tiempo de espera, han derivado los pacientes que no podían ser atendidos por su médico de referencia a cupos de desagüe, donde da igual quien te atienda con tal de que no figures en ningún listado de espera, rompiendo la escasa continuidad que pudiera existir.

Dos importantes causas subyacen en estas políticas, inconcebibles desde el punto de vista lógico: una es el atrevimiento de la ignorancia. Para ser gerente, director general, consejero o ministro, no se precisa conocimiento alguno en políticas, gestión o clínica. Basta con la sumisión al partido de turno. Lo que permite que una evidencia tan sólida y contundente como el impacto de la continuidad en la reducción de la mortalidad sea sistemáticamente ignorada. Entre otras razones porque para los grandes comunicadores de los medios de comunicación la continuidad o el trabajo de los médicos de familia en general simplemente no interesa, no es tema, no vende. La segunda razón es aún peor que la ignorancia, y no es otra que la absoluta falta de interés real de los responsables políticos de este país en resolver de verdad el problema de la Atención Primaria: porque es un problema complejo, obliga a asumir riesgos elevados desde el punto de vista de la imagen pública y lleva tiempo. Más fácil uberisar definitivamente algo que no genera más  que molestias para el político de turno.


Imagen: Bazemore et al. The Impact of Interpersonal Continuity of Primary Care on Health Care Costs and Use: A Critical Review.Ann Fam Med 2023;21:274-279. https://doi.org/10.1370/afm.2961


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