El dueño de una preciosa "chambre d'hôtes" del Perigord francés ( magnífica variedad francesa de turismo rural), me cuenta, sorprendido, que los cuatro españoles que pasamos por su casa este año, hablábamos bien francés. También me sorprende a mi encontrar cada vez más franceses, en especial jóvenes, que hablan castellano con fliudez. En nuetros Másters resulta cada vez más raro encontrar alumnos que no entiendan bien e incluso hablen con facilidad en inglés. ¿Estará dejando de ser un problema el odioso asunto de las lenguas?
Como de costumbre, la botella posiblemente esté medio llena. A pesar de tener conocimientos suficientes en ingles, la debilidad principal que identificaron las instituciones anglófonas (Copenhagen y Sheffield) a nuestros alumnos del Máster era que su inglés no era excelente...aunque,pese a ello, los portavoces de los alumnos de más de 30 países fueron muy mayoritariamente de países latinoamericanos. Es decir, se puede ser líder y no dominar perfectamente el inglés.
Creo que pocos están libre de esa sensación de angustia que producen las reuniones de trabajo en una lengua que no es la tuya, donde el amistoso británico que te entendía perfectamente én la cena de ayer ,hablando de Cristiano Ronaldo, no entiende nada de tu penoso inglés al día siguiente cuando estás intentando negociar algo. Hasta ahora pensé que la vergüenza era patrimonio nuestro pero compruebo, con satisfacción que no es así.
Richard Smith, el mítico director del BMJ y ahora en Plos, publicó hace unos días un revelador post al respecto en el BMJ ( Richard Smith feels the shame of the Monoglot). sobre la vergüenza de ser monóglota. Como muy bien señala "solo en un país anglófono puede uno tener más de 22 años de educaión superior, no hablar ninguna lengua extranjera y no ser considerado un loco; como bien señala una de las participantes en su post "Someone who speaks three languages is trilingual. Someone who speaks two languages is bilingual." Someone who speaks one language is … English".
Smith describe una situación tremendamente habitual en nuestros congresos y reuniones internacionales: un sabio de mayor o menor enjundia, monolingüe absoluto,que obliga a la organización a tener que contratar un traductor solo para una persona. Pero de la misma forma que más de uno hemos hablado en público en inglés, pese a nuetro deficiente nivel,, ¿no sería posible que en alguna ocasión algún anglófono se lance a parlotear algo en español aunque las preguntas sean en su lengua? En este sentido,Clarence Pearson responde a Smith señalando el buen resultado que tuvo pronunicar una conferencia en ¡japonés¡, a pesar de su escaso conocimiento en dicha lengua.
Smith describe una situación tremendamente habitual en nuestros congresos y reuniones internacionales: un sabio de mayor o menor enjundia, monolingüe absoluto,que obliga a la organización a tener que contratar un traductor solo para una persona. Pero de la misma forma que más de uno hemos hablado en público en inglés, pese a nuetro deficiente nivel,, ¿no sería posible que en alguna ocasión algún anglófono se lance a parlotear algo en español aunque las preguntas sean en su lengua? En este sentido,Clarence Pearson responde a Smith señalando el buen resultado que tuvo pronunicar una conferencia en ¡japonés¡, a pesar de su escaso conocimiento en dicha lengua.
Por desgracia Smith es pesimista y da por perdido su caso a pesar de sus reiterados intentos de aprender idiomas. Eso sí, su hijo ya sabe perfectamente español y alemán y hace intentos con el portugués y el ruso.
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