domingo, 24 de octubre de 2010

No es país para pobres ( ni tampoco para clínicos)

That is no country for old men . The young
in one another's arms, birds in the trees .
-those dying generations-  at their songs.

Sailing to Byzantium. W.B. Yeats.

Esta semana el gobierno británico conservador liberal presentó en la Cámara de los Comunes  el mayor recorte en el gasto público  desde el final de la Guerra Mundial, por encima de los 90.000 millones de euros de recorte, que afecta en más de 20.000 a las políticas de bienestar social. y que según ha recogido una institución poco sospechosa de bolchevique , como es el Institute of Fiscal Studies (IFS), puede suponer que la mitad más pobre del país soporte la parte más considerable del esfuerzo.The Guardian, parafraseando a Yeats, titulaba su crónica con el significativo título de No country for poor people? ( no es país para pobres)
Y no hay que esperar mucho para ver las consecuencias. Ayer Jane Smith, deputy editor del BMJ , analizaba los recortes con la primera paradoja: la semana que la revista publica un interesantísmo trabajo respecto a la necesidad de mejorar la seguridad en la administración de insulina por las graves consecuencias que tiene para los pacientes, se hace público que uno de los organismos que primero desaparecerá con los recortes es la antaño prestigiosa National Patient Safety Agency. En Seguridad parece que es posible ahorrar ahora que habíamos descubierto que era algo importante.
En este mismo número la siempre vigilante Iona Heath analiza los "cantos de sirena" del nuevo gobierno, algo con los que los gobiernos procuran siempre seducir a los clínicos. En su opinión,  los últimos gobiernos británicos reiteran siempre al llegar su compromiso inquebrantable con el NHS, pero a la vez todos sucumben a la tentación de cambiar radicalmente el sistema. Algo que tampoco es raro escucharlo por aquí. 
Los propósitos del nuevo gobierno, en cuanto a construir el sistema de abajo arriba, a partir de las opiniones de pacientes y clínicos son sin duda loables. Pero Heath se plantea si la honradez política no es un oximoron. Porque hay pruebas que hacen desconfiar siempre de su mensaje: si los politicos realmente tienen tanto interés en contar con los profesionales, ¿como es posible que apenas hayan participado clínicos en el diseño de la nueva reforma birtánica? ¿Como puede ser implantado sin haber sido discutido? ¿Como seguir apostando  por el mercado para solucionar los problemas, cuando tanto Gales como Escocia optaron por abandonar esa vía ,dados sus escasos éxitos? ¿Por qué Inglaterra sigue siendo el campo de juego de los experimentos que vienen de América, no caracterizada precisamente por la eficiencia de su sistema?
Para Heath, los elogios a la medicina general, el interés del nuevo gobierno en reorientar el trabajo de los médicos de atención primaria hacia las tareas de gestión burocrática de "commissioning service" ,esconden una vez más la escasa valoración que se tiene por el trabajo clínico del generalista ( ya se sabe que es el especialista hospitalario el que hace la verdadera medicina):para hacer lo que hacen , mejor que se dediquen al papeleo. Tambien allí los medicos generales están cada vez más desbordados por las crecientes necesidades que de los pacientes, a menudo  generadas por los propios politicos. Pero los grandes desafíos del sistema, como bien señala Heath, requieren de excelentes médicos generales: el coste creciente del uso tecnológico, la medicalización, la creciente futilidad e incluso crueldad de muchos tratamientos médicos inapropiados en especial al final de la vida ( cuando se consume la mayor parte de los recursos que consume un paciente por cierto) ,el equilibrio proporcional y no disparatado entre curación y paliación por un lado,  y prevención por la otra. 
Aquí también tenemos nuestros particulares cantos de sirena: los discursos cargados de guiños a los profesionales respecto a la necesidad de potenciar su autonomía y descentralizar las decisiones. Pero la realidad es que en muchos servicios regionales apenas un 20% de los objetivos pueden ser propuestos por los clínicos, las agendas de citación están centralizadas en un " Gran Hermano" y las capacidad de selección de personal sigue siendo una quimera. 
No es país para clínicos.

Foto: Dr Iona Head. Pulse

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