Según informaba Rafa Bravo hace unos días un Cisne Negro (de Taleb, no de Natalie Portman), ha empezado a sobrevolar la comunidad de Madrid. Como magníficamente resumía, un cisne negro es un suceso altamente improbable, de consecuencias imprevisibles y cuyas interpretaciones siempre son a posteriori ( nadie lo había previsto antes). Internet fue, claramente, un cisne negro.
Rafa hacía referencia a la dimisión de un médico de familia como Director de su centro. El médico no es un médico cualquiera, ni la razón que explicaba la dimisión era nimia. Salvador Casado es un excelente médico, que compagina su actividad asistencial, la gestión de su centro y un sinfín de actividades en Internet de toda forma y color. Si fuera director de un servicio hospitalario, de esos que suelen salir en las fotos tras operar a una distinguida política o realizar un complicado transplante de cabeza, obviamente no le hubieran dejado dimitir. Hubieran dado rápida respuesta a sus necesidades.
La razón de la dimisión se hizo explícita (el deterioro progresivo de la atención primaria), poniendo en valor una actividad muy inusual en este país, la de la buena dimisión, justificada y a tiempo, inexistente para los políticos. Bonis describía perfectamente la necesidad de esas dimisiones ( supurativas ), en oposición a las dimisiones silenciosas, aquellas que abdican de las propias responsabilidades.
En su estupendo The Upside of Irrationality ( recientemente traducido al castellano y del que ya hablamos en su día), el profesor del MIT Dan Ariely revisa en profundidad la casi ilimitada capacidad de adaptación que tenemos casi todas las especies, incluida la humana. Ya se trate del corazón destrozado por ese amor que parecía eterno, o de las horribles secuelas que deja un accidente ( y que son casi imposibles de soportar vistas desde fuera), al final somos capaces de adaptarnos a casi todo, lo que representa en muchos casos un excelente recurso para la supervivencia.
Ariely vuelve a revisar el famoso experimento, bastante sádico, de la rana. Si metemos a una rana en un caldero lleno de agua a punto de hervir, saltará inmediatamente de allí. Si en cambio, la colocamos en un recipiente a temperatura ambiente y vamos calentando lentamente, la rana se quedará allí “tan a gustito” hasta que muera hervida.
Como señalan diferentes augurios ( desde el cisne negro de Casado y Bravo hasta el creciente malestar de residentes brillantes sin futuro como se reflejaba hace un rato, pasando por las dimisiones masivas de tutores de residentes en Madrid) , la Rana de la Atención Primaria está apunto de ser hervida y degustadas sus deliciosas ancas. Y mientras ellas siguen felices en la charca,(en la que se les garantiza el trabajo para toda la vida, las tardes libres y más de un mes de vacaciones si eres viejo) , políticos de uno y otro signo, en todas las comunidades autónomas, calientan el agua, algunos suavemente (como si no se dieran cuenta), y otros de manera impulsiva ( el caso de Madrid). Y mientras guisan, canturrean lo mucho que les gustan las ranas ( ya se sabe para qué).
Fomentar consultas dedicadas a “naderías” y trámites burocráticos absurdos, generar historias clínicas sin ninguna utilidad clínica para el que mete los datos, impedir gestionarla propia agenda ( algo impensable en muchos servicios hospitalarios), crear gerencias únicas sin evaluación ni fundamento científico alguno en cuanto a su efectividad o eficiencia, que solo benefician a los hospitales, o promover modelos de atención a enfermedades crónicas lideradas por servicios hospitalarios, son pequeños aumentos de temperatura para las ranas de la primaria, que éstas apenas sienten. Mientras tanto, colegios, sindicatos y sociedades científicas variadas, balbucean algo que no se sabe que es, mientras observan como sale humo de los calderos.
Según Ariely la tolerancia al dolor y al sufrimiento es mayor en los que ya han sufrido previamente. Debe de ser por eso.
Rafa hacía referencia a la dimisión de un médico de familia como Director de su centro. El médico no es un médico cualquiera, ni la razón que explicaba la dimisión era nimia. Salvador Casado es un excelente médico, que compagina su actividad asistencial, la gestión de su centro y un sinfín de actividades en Internet de toda forma y color. Si fuera director de un servicio hospitalario, de esos que suelen salir en las fotos tras operar a una distinguida política o realizar un complicado transplante de cabeza, obviamente no le hubieran dejado dimitir. Hubieran dado rápida respuesta a sus necesidades.
La razón de la dimisión se hizo explícita (el deterioro progresivo de la atención primaria), poniendo en valor una actividad muy inusual en este país, la de la buena dimisión, justificada y a tiempo, inexistente para los políticos. Bonis describía perfectamente la necesidad de esas dimisiones ( supurativas ), en oposición a las dimisiones silenciosas, aquellas que abdican de las propias responsabilidades.
En su estupendo The Upside of Irrationality ( recientemente traducido al castellano y del que ya hablamos en su día), el profesor del MIT Dan Ariely revisa en profundidad la casi ilimitada capacidad de adaptación que tenemos casi todas las especies, incluida la humana. Ya se trate del corazón destrozado por ese amor que parecía eterno, o de las horribles secuelas que deja un accidente ( y que son casi imposibles de soportar vistas desde fuera), al final somos capaces de adaptarnos a casi todo, lo que representa en muchos casos un excelente recurso para la supervivencia.
Ariely vuelve a revisar el famoso experimento, bastante sádico, de la rana. Si metemos a una rana en un caldero lleno de agua a punto de hervir, saltará inmediatamente de allí. Si en cambio, la colocamos en un recipiente a temperatura ambiente y vamos calentando lentamente, la rana se quedará allí “tan a gustito” hasta que muera hervida.
Como señalan diferentes augurios ( desde el cisne negro de Casado y Bravo hasta el creciente malestar de residentes brillantes sin futuro como se reflejaba hace un rato, pasando por las dimisiones masivas de tutores de residentes en Madrid) , la Rana de la Atención Primaria está apunto de ser hervida y degustadas sus deliciosas ancas. Y mientras ellas siguen felices en la charca,(en la que se les garantiza el trabajo para toda la vida, las tardes libres y más de un mes de vacaciones si eres viejo) , políticos de uno y otro signo, en todas las comunidades autónomas, calientan el agua, algunos suavemente (como si no se dieran cuenta), y otros de manera impulsiva ( el caso de Madrid). Y mientras guisan, canturrean lo mucho que les gustan las ranas ( ya se sabe para qué).
Fomentar consultas dedicadas a “naderías” y trámites burocráticos absurdos, generar historias clínicas sin ninguna utilidad clínica para el que mete los datos, impedir gestionarla propia agenda ( algo impensable en muchos servicios hospitalarios), crear gerencias únicas sin evaluación ni fundamento científico alguno en cuanto a su efectividad o eficiencia, que solo benefician a los hospitales, o promover modelos de atención a enfermedades crónicas lideradas por servicios hospitalarios, son pequeños aumentos de temperatura para las ranas de la primaria, que éstas apenas sienten. Mientras tanto, colegios, sindicatos y sociedades científicas variadas, balbucean algo que no se sabe que es, mientras observan como sale humo de los calderos.
Según Ariely la tolerancia al dolor y al sufrimiento es mayor en los que ya han sufrido previamente. Debe de ser por eso.
Que bien está contada la historia Sergio, enhorabuena por este magnífico post.
ResponderEliminarFer Casado
A mí también me ha gustado especialmente este post.
ResponderEliminarPor cierto, eso de "caldero"... ya veo que se te está pegando el granaíno de forma irremediable ;)
Un saludo.
CARLOS
Muchas gracias a los dos.Es un honor para mi tener comentarios vuestros en este blog. Y es cierto Carlos. Soy ya granaíno por "vocación". Si tienes interés sobre el lenguaje puedo enviarte un diccionario de granaíno sumamente interesante
ResponderEliminarSaludos afectuosos
Cuanto se parece la realidad de la Atención Primaria que describes, en España, a la nuestra en Argentina. Vivo en Salta una ciudad al norte del pais y despues de 15 años en el ruedo me parece que no hay señales de cambio.
ResponderEliminarUn abrazo. Excelente post.
Hugo Tula
www.hugotula.blogspot.com
He sido responsable de enfermería 15 años. Más exactamente, he sido coordinadora del centro 15 años, aunque firmaba y cobraba un médico por ello.
ResponderEliminarHe dimitido. Nada más lejos de mi intención que compararme con Casado o con Rafa Bravo (perdón, por favor).
El año pasado fui la única de mi equipo que no cobró los incentivos individualizados. Este año no he firmado el plan anual de gestión, y tengo a mis compañeros en contra como hienas, porque, si yo no aporto datos, no cobra nadie. Somos pocos y mi cupo es el mayor ¡Qué paradoja!
Tenemos unos incentivos tan justos y tan eficaces, que se da el caso de que si una persona no trabaja no hay incentivos para nadie, pero es posible que se premie a todos menos a ese profesional.
Yo me creo la atención primaria, creo que hemos mejorado muchísimo, nos formamos, nos informatizamos, atendemos muy bien a nuestra gente, estamos a su lado y los cuidamos. Tengo mil pacientes.
El fallo es la mala gestión, no el modelo. El fallo es dejarlo correr, no cambiar lo que está mal desde el principio: la burocracia de las consultas médicas, las competencias de enfermería...
¡Viva la república!
Brillante, brillante, brillante, con el componente justo de autocrítica, tan necesario, imprescindible...!
ResponderEliminarMuchas gracias Hugo
ResponderEliminartnemos sin duda muchas cosas en común a un lado y otro del Atlántico. Y mucha necesidad de compartir experiencias y tal vez iniciativas para cambiar la situación.
Es muy importante que sepamos lo que están haciendo ustedes. Aqui siempre tendrán un espacio
Un abrazo y muchas gracias de nuevo.
Muchas gracias a Enfermer@invisible por la experiencia. Refleja muy bien el despropósito al que nos está llevando el convertir los instrumentos ( acuerfdos de gestión, incentivos,...) en fines en si mismos.
ResponderEliminarTu dimisión es exactamente igual de importante que la de Salvador. refleja el hastió de gente importante, que está sosteniendo el sistema con su trabajo y llega un momento en que no puede más.
Es cierto que es un problema de gestión. De mala gestión.
Un saludo cordial
Muchísimas gracias Daniel. Es un honor para este blog tenerte por aqui
ResponderEliminarUn saludo afectuoso