sábado, 21 de enero de 2012

El Club de los filósofos muertos

¿Sirve de algo la filosofía en los sistemas sanitarios? ¿Puede ser útil para evaluar sus servicios y las innovaciones que en él se implantan? Para muchos parecerá una idea absurda, en especial en estos tiempos que todos los saberes humanísticos clásicos (historia, filosofía, latín o griego) se consideran antiguallas inútiles.
Pero para algunos no lo son. El título del magnífico trabajo de Greenhalgh al que nos referíamos en el último post, es suficientemente explícito: “Por qué necesitan los programas nacionales de e-Health a los filósofos muertos: reflexiones wittgensteinianas sobre la desgana de los decisores políticos a aprender de la historia”.
Aprovechando un caso concreto (en esta ocasión, los programas nacionales de e-Health),los investigadores británicos realizan una interesante reflexión sobre la mejor forma de investigar sobre intervenciones en servicios sanitarios. La todavía escasa investigación que en este terreno se realiza (especialmente en nuestro país) sigue estando bajo la alargada sombra de lo que los autores denominan “modelos newtonianos de realidad”, en los que los estudios experimentales son considerados como la ruta más robusta de generalizar verdades. Bajo este enfoque  se ha pretendido a menudo replicar  en gestión los métodos utilizados en la investigación clínica, de los cuales el ensayo clínico randomizado sería su paradigma, evaluando los programas en sí mismos al margen de su contexto político y social. Greenhalgh y colaboradores consideran ,en cambio ,que ninguna intervención sanitaria puede evaluarse al margen de éste, cuestionando  “la racionalista ideología basada en la evidencia” que ha invadido la política sanitaria en las últimas  décadas.
El profesor de la universidad de Warwick Hari Tsoukas,  establece la discusión  sobre la investigación de casos de estudio entre dos preguntas: “¿Qué está pasando aquí? ( Whats os going on here?) o ¿De que tipo es este caso? (What is this a case of).O lo que es lo mismo, el  debate entre el estudio de lo particular “per se”,  o la búsqueda de la posible generalización de los resultados obtenidos.
Ludwig Wittgenstein ( quien murió por negarse a ser tratado de un cáncer de próstata) es reconocido como el filósofo que cambió de opinión, hasta el punto que su producción se divide en dos etapas diferenciadas, englobadas en los términos primer y  segundo Wittgenstein. En su última etapa proponía que en lugar de perseguir incansablemente la generalización mediante la abstracción teórica, debería buscarse la comprensión de “lo particular” en sus únicos y exclusivos detalles. Como señala Greenhalgh términos como liderazgo, o trabajo en equipo difieren sustancialmente en su significado en diferentes países, organizaciones o departamentos, incluso en el mismo despacho a lo largo del tiempo.
Para entender una situación social compleja ( la implantación de un programa de historia electrónica lo es) deberíamos comprender las múltiples y variadas prácticas sociales en que se implanta, así como las distintas ( y a menudo conflictivas) formas  de conducta, lenguaje o taxonomía que emplean los diferentes grupos que participan en ella. Solo arañando el significado de ese contexto específico se puede comprender el caso. Y es la comprensión adecuada de “lo particular” ( diferentes casos desarrollados en muy distintos contextos), lo que puede enriquecer nuestra comprensión de “ lo general”, lo que Wittgenstein llamaba la epistemología de lo particular, y Tsoukas la generalización de heurísticos. 
Como decía Simons, cuando un experto en arte analiza un árbol en un cuadro de Cézanne y lo discute con otros, no solo aumenta su conocimiento sobre Cezanne y la manera de pintar árboles, sino que también adquiere una nueva visión sobre el árbol en la pintura y el estilo de los impresionistas en su conjunto.
Wittgenstein es un ejemplo ( para un rápido repaso del autor austriaco nada mejor que este texto de Manuel Vicent). Otros tantos ilustres ( Heráclito, Aristóteles, Hegel, Frege, Rorty, Popper…) podrían salir de sus tumbas  para iluminar el conocimiento sobre la gestión en el sistema sanitario, como salían los zombies en el Thriller de Michael Jackson.
A ver quien se atreve a pedir un FIS sobre el tema. Daría dinero por ver los comentarios de los revisores de tal proyecto.
(Reproducción de Mont Sainte-Victoire and the viaduct of the Arc River Valley de Paul Cézanne del Metropolitan Museum of Art)

4 comentarios:

  1. Un tema muy interesante para los que estudiamos filosofía y a pesar de ello (o gracias a ello, nunca lo sé bien) nos dedicamos a la gestión, como es mi caso. En relación a la mayor o menor utilidad de la filosofía hay dos cuestiones previas a considerar: (i) filosofía no es igual a historia de la filosofía. Eso en Reino Unido y el mundo anglosajón en general lo tiene claro todo el mundo. En España casi nadie. Por eso allí se estudia y se “produce” (aunque suena mal) reflexión filosófica y los que lo hacen bien son contratados por gobiernos y empresas por sus habilidades especiales a la hora de analizar, sintetizar, ver más allá de la apariencia o lo particular. Y en España salvo contadísimas excepciones se estudia y produce historia de la filosofía, con poca utilidad práctica en el mundo actual. Y (ii) la filosofía, desde la perspectiva anglosajona claro, no es un estudio humanístico englobable en el mismo conjunto que el latín, el griego o la historia. Es una disciplina diferente a estas y diferente a las ciencias, pero que tiene mucho más en común con las ciencias de lo que la mayoría de la gente piensa. Porque se encarga de reflexionar y entender ciertas cuestiones críticas para el ser humano (igual que hacen las ciencias), pero cuestiones en las que por su esencia no es posible aplicar el método científico. Para mí esta es la diferencia básica, de método, no de enfoque ni objetivos. La filosofía tiene mucho más que ver con la física o con la biología que con el latín o el griego, y además tienen una relación bidireccional. Como dice Jorge Wagensberg (físico, por cierto) en uno de sus brillantes aforismos “Es posible ser filósofo sin conocer la esencia de la obra de Newton, Darwin, Boltzmann, Einstein, Gödel, Schrödinger, Heisenberg…, pero sólo porque muchos filósofos actuales se brindan como ejemplo de ello. Es posible ser científico sin conocer la esencia de la obra de Spinoza, Hume, Kant, Wittgenstein, Heidegger, Popper, Kuhn…, pero sólo porque muchos científicos actuales se brindan como ejemplo de ello”.

    Y sobre el contenido de la entrada y la comprensión de lo particular y lo general, la importancia del contexto social y personal del científico o del gestor con vocación de científico, el ejemplo del árbol de Cézanne, etc., me gustaría recomendar un libro que me encantó cuando lo leí (en mis lejanos estudios de filosofía), de un autor muy poco conocido, Gerard Fourez, que por cierto estudió física y filosofía: "La construcción del conocimiento científico. Sociología y ética de la ciencia". Muy claro y con ideas muy rompedoras contra la visión generalmente aceptada sobre la investigación y metodología de las ciencias, tanto "duras" como "blandas" (entre ellas la medicina o la gestión).

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  2. Una vez más muchas gracias Guillermo por tus comentarios, siempre más interesantes que el post. Gracias por la referencia que no conocía, pero que buscaré inmediatamente. Es ciertto lo que comentas respecto a la diferencia entre la reflexión filosófica y la historia de la filosofía. Tuve la suerte de tener un magnífico profesor de filosofía en BUP y COU que tenía la capacidad de aunar en sus clases los dos aspectos: reflexionar de los problemas actuales aprovechando los fundamentos filosóficos que íbamos aprendiendo al repasar la historia de la filosofía. En aquel entonces, y creo que también ahora, la filosofía sigue perteneciendo al terreno de las materias inservibles, de las que no sirven para nada. Aunque como señalas y se ve en el artículo de Greenhalgh tenga una gran utilidad ( desconocida para la mayoría) de analizar cuestiones.
    Un saludo

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  3. Sergio,
    Me ha parecido muy oportuno el comentario de Guillermo Bell a otro de tus estupendos posts. Comparto plenamente esa diferencia tan olvidada en nuestro medio entre Filosofía, como actividad, y un saber sobre Historia de la Filosofía. Hay dos textos, uno de Jaspers y otro de Russell, que a mí me llamaron poderosamente la atención porque centran ese aspecto, al hablar de “su” filosofía, como un modo personal, único, de plantearse las cosas. Por supuesto, es enriquecedor, importante, saber qué han pensado otros, centra muchas cosas, pero cada uno tiene que hacerse sus propias preguntas y tratar de responderlas; los otros simplemente pueden ayudar, por muy importantes que hayan sido.
    Me parece también muy oportuna la alusión a ese comentario de Wagensberg en el sentido de que ciencia y filosofía van inextricablemente unidas o, más bien, mezcladas diría yo. Nada más dañino que el concepto de “pureza” aplicado a la Filosofía o a las Ciencias.
    Jaspers se refería a su filosofía como actividad práctica, algo que contrasta claramente con esa idea de la Filosofía como pensamiento estéril o divertimento para gentes acomodadas. Porque eso es lo triste, que para quienes dirigen los destinos de nuestra juventud, lo que no sea estrictamente técnico (incluyendo desgraciadamente bajo ese término a la propia Medicina) no vale; no vale en el peor de los sentidos, no es vendible. El ataque a la educación humanística es cada día mayor.
    Creo, sin embargo, que no estaría de más recuperar la educación en lenguas muertas, aunque efectivamente la filosofía precise más del inglés de la ciencia que del griego o latín de esos clásicos que siguen siendo plenamente actuales.

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  4. Muchas gracias Javier
    Muy interesante ( y necesario) el enfoque de filosofía como modo de plantearse las cosas. Por lo que habeis omentado los dos parece evidente que la fisolofía es otro método de responder preguntas, complementario de la investigación científica. Tambien es muy acertada la precisión respecto a la educación humanística: el desprestigio y deterioro que sufren en la valoración en el ámbito del bachillerato y posteriormente de la universidad es deprimente. Lo que no alivian ni mucho menos los planes educativos en vigor.
    ¿Compraría alguien hoy cursos prácticos de capacitación en análisis filosófico en el sistema sanitario?

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