Según informaba hace unos días Acta Sanitaria, el Consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid Javier Fernández Lasquetty “conocer la realidad es siempre necesario porque sirve para desterrar prejuicios y para anular dogmas , incluso en un país acostumbrado a discutir incluso los datos”, como decía Ortega. Dichas declaraciones las realizó el consejero en la inauguración de la jornada "Sanidad privada en la comunidad de Madrid: aportando valor”, en las que se informaba de que el 36% de los ciudadanos de la citada comunidad tienen un seguro privado, que más de las mitad de los hospitales son privados, y que a pesar de la crisis, el sector sanitario privado se encuentra en una expansión imparable. Además , elogió el papel que viene realizando el IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad), al que calificó de think tank ( (¿?)por su empeño de presentar datos necesarios para la sanidad.
Las actitudes y declaraciones del señor consejero dejan pocas dudas sobre cual es el modelo horizonte de su gobierno.Pero si tan interesado está en conocer la realidad para desterrar prejuicios quizá podría serle útil leer una interesante revisión sistemática publicada haca unos días en PLoS en la que se compara el desempeño de sistemas públicos y privados en países de ingresos medio y bajos. La revisión está realizada por cinco investigadores ( Basu, Andrews, Kishore, Panjabi y Stuckler), procedentes de la Universidad de California, London School of Hygiene and Tropical Medicine, Harvard Medical School y Cambridge University ( desconocemos si tendrían la consideración de thin tank por parte del Sr. Fernández Lasquetty).
No se centran en opiniones, sino en la revisión de de 1178 estudios revisados por pares de los que 102 cumplían los criterios de inclusión ( 55 empíricos, 13 metanálisis y el resto revisiones). Comienza analizando las limitaciones y dificultades de deslindar lo público de lo privado, y organiza los resultados en cinco dimensiones de la OMS para evaluación de sistemas : calidad, resultados, rendición de cuentas, transparencia y regulación, justicia y equidad y eficiencia.
Los autores reconocen que habitualmente el debate entre lo público y lo privado se suele establecer desde posiciones ideológicas más que desde el frío análisis de los datos. Y sus conclusiones son contundentes: la información disponible no sustenta la opinión dominante de que el sector privado sea más eficiente, responsable, o efectiva que el sector público. Es más, el sector privado no solamente incumple más habitualmente los estándares médicos de buena práctica y tiene peores resultados clínicos, sino que además la supuesta gran fortaleza de lo privado ( la eficiencia) brilla por su ausencia: ésta es menor que en lo público, en buena medida debido a los incentivos perversos que habitualmente se emplean en este ámbito y que fomentan el uso de pruebas diagnósticas y tratamiento innecesarios. El sector público por su parte adolece de sus habituales deficiencias en cuanto a hospitalidad y disponibilidad de equipamientos, pero los resultados globales son significativamente favorables a este sector.
Así mismo, los autores destacan la tendencia bastante homogénea del sector privado a la opacidad, con renuencia a presentar información trasparente sobre sus resultados, algo sobre lo que también existen pruebas en los países de ingresos elevados .
Sin embargo, a pesar de todos estos datos desde el Fondo Monetario Internacional al Center for Global Development pasando por el todopoderoso World Bank recomiendan, incentivan y sobre todo presionan a los países de ingresos medios y bajos a aumentar el peso del sector privado, con la excusa de reducir la deuda de los gobiernos, y el argumento ( nunca demostrado) de la mejora que aporta la mano invisible de los mercados.
Pero al margen de los resultados del informe hay algo siniestro que sobrevuela este asunto, y sobre el que también opinan los investigadores: la persistencia de instituciones que están modelando la estructura de los servicios sanitarios en la mayor parte del mundo ( FMI, Banco Mundial) en potenciar el sector privado en países con muy escasa capacidad de regulación y sin que existan pruebas suficientemente sólidas de su efectividad y eficiencia.
Podrá argumentarse que estudios como éste solo tienen validez en países pobres, pero si los resultados son tan evidentes en países con sistemas públicos endebles, ¿ como se puede defender el crecimiento del sector privado en aquellos sistemas donde el sistema nacional de salud lleva décadas demostrando su solvencia?
(Viñeta de El Roto El País)
Para que el señor Fernández - Lasquetty hiciera referencia al citado artículo sería necesario, en primer lugar, que conociera su existencia, lo que es harto improbable. Como tantas veces se ha criticado, los cargos en las consejerías y ministerio de sanidad pocas veces están ocupados por gente competente, con formación y experiencia en el sector. No me refiero solo al hecho, habitual, de que el consejero no sea médico, sino a que desconozco que tenga ni tan siquiera una formación elemental en gestión sanitaria, salud pública, etc... que le permitiera al menos dar opiniones propias y no solo repetir consignas.
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