jueves, 10 de abril de 2014

Los intereses creados: del Valido a la CIA pasando por Pilar Farjas

“TOTALITARIO no es solamente una coordinación políticamente terrorista de la sociedad, sino también una coordinación técnico-económica que opera a través de la manipulación de necesidades por intereses creados
Herbert Marcuse.

Ante la incompetencia indescriptible de Ana Mato ( alguien que ningún país mínimamente decente hubiera nombrado y mantenido como al frente de un Ministerio tan importante como el de Sanidad), su número dos , Pilar Farjas ejerce de valido. Como en la época de los Austrias, la “monarca” sanitaria se desentiende de sus obligaciones políticas , siendo el valido ( ¿ o será valida?) la que toma las decisiones. Entre éstas se incluye la de no participar en ningún congreso en que puedan cuestionarse sus “políticas”, pero a la vez no perderse ningún sarao que organicen sus habituales compañeros de viaje.
Para ello, mézclese según arte una empresa con intereses más que explícitos en la venta de sus productos ( Siemens), una consultora líder en el apoyo a los procesos de desmantelamiento de lo público (PWC) y un alto cargo de un ministerio dedicado a excluir personas del sistema público y fomentar el uso de todo tipo de tecnologías costosas. Envuélvase con un informe vistoso lleno de fotos de gente sonriente, y con un lenguaje supuestamente científico, en el que se alternan en la bibliografía manidos artículos de Michael Porter en New England,, citas de la Voz de Tenerife y, prepárense, informes de la CIA ( sí, la Agencia Central de Inteligencia Americana). Por último, búsquese a un periodista entusiasta con los avances de la ciencia capaz de decir lo que el cliente quiere oír (“Cuando la Tecnología se pone al servicio de la Salud, es capaz de alargar la esperanza de vida y de agrandarla también porque mejora su calidad”).
Así se construyen los informes que serán después distribuidos por las agencias de noticias, difundidos en los informativos estrellas de la Televisión y comentados con excitación por los grandes comunicadores de este país.
En este caso hablamos del informe llamado “Aportación de valor de las tecnologías en el sector sanitario. Debe ser que hartos de que siempre se considere a la tecnología como el principal factor de crecimiento del gasto sanitario en casi todos los informes de  investigadores de servicios sanitarios, la industria del ramo ha decidido pasar a la acción, para la que cuenta con la inestimable ayuda del propio Ministerio, responsable de implantar la política de austeridad.
Es una lectura obligada si uno quiere aumentar su estupor hasta límites no conocidos: desde el increíble cinismo introductorio de la Sra Farjas  (“entre todos, hemos sido capaces de disipar las preocupaciones del presente desde la calidad y la excelencia”) a los argumentos tan científicos que esgrimen los defensores de que  “la tecnología nos permite vivir más tiempo y mejor”, y que se basan en que “los beneficios obtenidos por el desarrollo de las tecnologías son incalculables y así lo demuestran los pacientes que quisieron compartir con nosotros su historia”.
En este informe se analiza especialmente la contribución de las tecnologías a las patologías más relevantes de tres especialidades, Cardiología, Oncología y Neurología, por el hecho de ser las enfermedades que más defunciones provocan, un mal output de la cadena de montaje en que se ha convertido la atención sanitaria y en el que el ser humano es secundario siempre a su adecuada “catalogación” . Lo que importa es que son enfermedades costosas, entes en sí mismos al margen de los cuerpos en los que se insertan.
Por supuesto la Presidenta de SIEMENS ignora completamente a la tecnología como factor determinante del crecimiento del gasto sanitario, solo debido a la mayor esperanza de vida, las enfermedades crónicas, la inflación o los  hábitos de vida poco saludables (esa indolencia hispana tan mala).
No es que sea curioso, sino más bien escandaloso que los profetas de la insostenibilidad del sistema sean los mismos que llevan a cabo una política sumamente agresiva de fomento del diagnóstico precoz, el uso de tecnologías de la información  de resultados aún no demostrados, o la llamada medicina individualizada, que debería acompañarse siempre de la coletilla SPPR (Solo Para Pacientes Ricos).
No hay ni una sola prueba de  lo que afirman con total desparpajo en este tipo de informes ( “está demostrado que las innovaciones en tecnología sanitaria ahorran tiempo a paciente y clínico, lo que redunda en un ahorro de costes; mejoran el acceso al sistema sanitario, la efectividad del diagnóstico, el control de la enfermedad o el tratamiento”) . Como tampoco lo es ( como sostiene Farjas) que la longevidad de los ciudadanos provenga de Rayos X o transplantes de órganos. O como es información torticera decir que el cribado mamográfico de cáncer de mama reduce un 29% la mortalidad en mujeres de 50 años o más, o que la colonoscopia reduce el número de casos de cáncer colorrectal en un 40%
Son exclusivamente una forma actualizada de propaganda y publicidad, en la que (paradójicamente) colaboran de manera entusiasta los que deberían velar por los intereses de los ciudadanos. Lo decía Marcuse: es otra forma ( más amable) de totalitarismo.

5 comentarios:

  1. Se recortan derechos, se recortan servicios, se recortan prestaciones... pero se respeta al mercado. Ponen al negocio por encima de la salud de las personas. ¿Hasta cuándo seguiremos aguantando esto?

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  2. Pues es asombroso pero sigue el vance de las tropas sin que la población oponga la más mínima resistencia

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    1. "Mientras la población quiere establecer mecanismos de participación directa y con estructuras que funcionan por medio de contactos y redes distribuidas, las instituciones siguen pensando que son las organizaciones jerarquizadas y con grandes estructuras las que representan una voluntad popular que claramente ha rebosado lo que esas instituciones podían contener. "
      http://medicocritico.blogspot.com.es/2014/04/las-instituciones-y-la-participacion-en.html
      Coincido el fallo de las instituciones es clamoroso. Incluyo los medios de comunicación. Con excesiva frecuencia se ha culpabilizado a la población por el mal uso del sistema sanitario. Moral hazard , riesgo moral, del ciudadano por abuso del sistema pero no lo he visto nunca aplicada a tantos resposables institucionales, políticos , gestores, represetantes profesionales y profesionales de a pie ,con una actuación negligente. Con mayor carga moral frente a la sociedad por su posición.
      Para terminar otra lúcida reflexión , también con acento andalúz, "transterrado".
      "Y que tienen que ver con el hecho de que cuando se nos da todo pensado y nos limitamos a actuar guiados por el objetivo de obedecer podemos llegar a convertirnos en “una pieza” superflua e intercambiable. "
      http://elenaserrano.wordpress.com/2013/10/27/hanna-arendt-el-viento-del-pensamiento/
      un abrazo
      Toni Agustí

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  3. Excelente este post, que pone el dedo en la llaga. Efectivamente es la industria diagnóstica la que “guía”, en el peor de los sentidos de ese término, la medicina que se hace en nuestro medio.
    Hace años, un médico que se preciara indicaba en su placa, bajo su nombre, “Rayos X”. Es decir, miraba por dentro, lo que ejercía fascinación en mucha gente. Actualmente la población sucumbe a la creencia de que esa mirada es salvífica, de que las técnicas de imagen pueden mirar más, mirar “a tiempo”. No sólo las de imagen; también las analíticas mostrando que “tenemos” colesterol, del bueno y del malo, que los hombres “tenemos” PSA y que, como suba, allá vamos al encuentro de la hermana muerte, etc., etc.
    De nada sirven los meta-análisis que se hagan tomando como punto final la mortalidad, de nada sirve la manida “evidencia” científica cuando choca con la fascinación de la mirada.
    Es innegable la bondad de las técnicas de imagen o analíticas, como lo es la de la informática. Pero no es sólo bondad lo que nos dan. También suponen un gasto que muchas veces es tan extraordinario como absurdo (piénsese en quien permanece hospitalizado a la espera de una resonancia con la que decidir un alta). Después, los mismos que hablan de los beneficios “incalculables” de la alta tecnología parlotean sin cesar de la excelencia de una gestión que no es tal, sino cicatera en minucias y despilfarradora por desorganizada.
    Llega un momento en que surge una pregunta: ¿para quién trabajamos en realidad los médicos? ¿No será que lo hacemos para la industria, creyendo, como niños, que es al revés?

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  4. La población general sufre aún en mayor medida la fascinación tecnológica.

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