miércoles, 30 de julio de 2014

Historia de dos ciudades ( 1ª parte)

Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.”

Historia de dos ciudades. Charles Dickens.1859

Si nos atenemos a las declaraciones del gobierno estamos asistiendo a la primavera de la esperanza: lo malo ya pasó, y España inicia la senda de la recuperación. Quizá por ello el gobierno y las comunidades autónomas, embozados tras un documento apócrifo que ninguna se atreve a respaldar por miedo a perder las elecciones, proponen  255 nuevas medidas de recorte y ahorro. Por lo que se ve “ íbamos directamente al cielo y nos extraviamos en el camino opuesto”. Sin embargo no hay que estar preocupados: las medidas más radicales posiblemente no se aplicarán, simplemente se depositan por una temporada en el inconsciente colectivo para que acabemos haciéndolas propias.
Representan un recrudecimiento de los ataques invisibles que lleva soportando la población española desde hace 7 años: minoración de ayudas para el mantenimiento de escuelas infantiles ( medida 103), tasas para las prestaciones de la Administración de Justicia, copagos sin evidencia de efectividad ( ahora se castigará al incumplidor de las citas, a la que aborta que ya se sabe que lo hace por gusto, al que simplemente va al médico o necesita recetas, al que está ingresado y debe pagar la tasa hostelera como si estuviera en un parador). Se propone una regulación más clara para la atención sanitaria a la población inmigrantes ( se siguen colando), y la intensificación del empobrecimiento de los funcionarios públicos, los sospechosos habituales: reducción del importe de sexenios de los docentes, reducción de otro 10% del complemento específico, eliminación de pagas extras, revisión del gasto en acción social y formación,  ampliación de la jornada hasta las 40 horas semanales y eliminación de los días de libre disposición, prohibiendo la declaración de 24 y 31 como no laborables.
Se prepara  la ofensiva final sobre el sistema sanitario público , tras el contratiempo sufrido en Madrid: “compatibilidad del Sistema Público con el Sistema Privado, con posible desgravación fiscal para usuarios de aseguramiento privado” ( medida 11), o " concesión privada sobre determinados servicios públicos" (medida 170).
De forma sibilina, perdida en un batiburrillo de lugares comunes y medidas sobradamente conocidas se cercenan sine die las posibilidades de mantenimiento y renovación de los maltrechos servicios públicos: “eliminación del exceso de plazas vacantes y no creación de nuevas plazas salvo en servicios prioritarios”(119), “contención de las ofertas de empleo público/no reposición de efectivos (120), limitación a la incorporación de personal interino (121) o laboral (122), "suspensión del nombramiento de personal interino y laboral así como reducción del personal de sustitución y eventual", o la imaginativa “nombramiento de personal estatutario a tiempo parcial” ( medida 49) . Por si alguien se despista, nada mejor que aplicar la medida 139 de “prohibición o suspensión de acuerdos retributivos sectoriales o generales que impliquen aumentos de los gastos de personal “.
Los argumentos para todo ello o no existen o son folclóricos ( véase el concepto “tipo NICE” en la medida 25, como si supieran que es eso).
En definitiva, se reducen los derechos sanitarios de los ciudadanos, se otorga a empresas privadas de ubicación y propiedad incierta los servicios públicos (con opción de rescate si las cosas van mal ), se precariza a los que ya tienen empleo , y se da definitivamente con la puerta en las narices a los que no lo tienen o tienen un trabajo  miserable. “Todo lo poseíamos, pero nada teníamos”.
Historia de dos ciudades plantea, sin excesivo rigor histórico (en palabras de Harold Bloom), el contraste entre la tranquila y pacífica Londres y la prerrevolucionaria París.
Los que tuvimos la suerte de poder acceder a un puesto de trabajo estable hasta hace 8 años, vivimos en el mejor de los tiempos, por lo que no conviene protestar demasiado, no vaya a ser que las cosas empeoren.
Hace unos días el gran CC Baxter escribía un largo tweet que pone en cuestión las bondades de las revoluciones, extraído de un clásico del western hoy casi olvidado ( The Professionals , de Richard Brooks). En él , el revolucionario Raza ( un malvado Jack Palance) se marca un parlamento magnífico: “la Revolución es como un gran amor. Al principio, ella es una diosa; una causa sagrada. Pero…cada amor tiene un terrible enemigo: el tiempo. La vemos como es. La Revolución entonces no es una diosa, sino una puta; nunca es pura, ni santa ni perfecta. Y escapamos, encontramos otro amor, otra causa. Rápidamente, un asunto sórdido. Lujuria, no amor. Pasión, no compassion. Sin amor, sin causa, no somos nada. Permanecemos porque creemos. Abandonamos porque nos desilusionamos. Volvemos porque estamos perdidos. Morimos porque nos comprometimos”.
No creemos en nada, abandonamos lo que conseguimos, no nos comprometemos.
Estamos muertos.

2 comentarios:

  1. Bueno, vaya, que te cite Sergio Minué no pasa todos los años. Aunque sea citando a otros. Siempre he pensado que eses parlamento de Los profesionales nos definía bastante bien a los médicos de familia. Creímos y amamos una revolución que resultó no ser tan bella y pura como pensábamos, caímos en brazos de subespecialidades, comités y unidades de crónicos, pero allí no éramos (somos) nada. Sólo nos queda nuestro primer amor.
    La película acaba también así. Los profesionales descubren que son pagados para devolver a una mujer con su hombre. Y lo cumplen, tras descubrir quién es de verdad ese hombre. Espero que no tardemos en descubrir para qué somos pagados nosotros, aunque al que nos paga (o, más bien, firma las nóminas) no le guste.
    Salud, compañero.

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  2. El lujo es tener un comentario de CCBaxter en este blog. hay muchas citas en internet, el mérito está en elegirlas. Y esa cita describe como pocas nuestra especialidad. Leerla, identificarla y rlacionarla es mérito tuyo
    Y estoy totalmente de acuerdo on el análisis. No estaria mal asaber de una vez para que nos pagan
    Un abrazo

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