miércoles, 30 de marzo de 2016

La carrera espacial hacia la luna...del cáncer



La vida familiar del vicepresidente norteamericano, Joe Biden no ha sido fácil. Hace años perdió a su esposa y a una de sus hijas en un accidente de tráfico en el que también viajaba su hijo Beau. Este último murió en mayo del año pasado de un tumor cerebral a los 46 años. Cualquiera puede entender lo que supone la muerte de un hijo, los remordimientos sobre si se hizo todo lo necesario, si se acertó en el tratamiento, si quizá pudiera haberse evitado de poner todos los medios necesarios. La diferencia entre Biden y el resto de los humanos es que éste es el vicepresidente del país más poderoso del mundo, y la reacción que puede tener ante una tragedia semejante es proporcional a ese poder.
Desde la muerte de su hijo Biden anda embarcado en una misión cuyo nombre da idea de su ambición: “A Moonshot to cure cancer" ( una misión espacial para curar el cáncer). Y como en el caso de la carrera espacial no se para en medios para conseguir el objetivo, y que el propio Biden cifra en alcanzar los avances que podrían conseguirse en una década en solo cinco años. Es lógico que Biden desconozca los fundamentos de la investigación científica; lo que no lo es que por el hecho de ser quien es, imponga un modelo de hacer las cosas que quizá sirva en la carrera espacial, pero muy difícilmente en medicina.
Por supuesto una iniciativa de este tipo es alabada por todo el mundo: es raro que en España aún no haya tenido impacto en las páginas de salud de nuestros periódicos, tan aficionados a este tipo de delirios. La iniciativa en cualquier caso no es nueva. En los 70 se puso en marcha una iniciativa semejante, “La guerra contra el  cáncer” aprovechando  el tirón que tiene siempre abordar estas enfermedades en términos bélicos. Entonces ya se dijo que el cáncer podría superarse en el 2015 con la módica inversión de 600 millones de dólares al año.
En tono transcendente Biden expuso su plan a principios de año: un encargo del presidente Obama que se toma como algo personal. Parte de la base de que la investigación científica está atrapada en silos sin contacto, impidiendo que los avances en un campo como la genómica se aprovechen en otros como la inmunoterapia por ejemplo. Argumenta que menos de un 5% de los pacientes con cáncer acaban participando en un ensayo clínico. Y propone no solo aumentar drásticamente los presupuestos destinados a investigar sobre el tema, fomentando la colaboración entre instituciones públicas y privadas ( incluyendo por supuesto la industria farmacéutica), sino que además propone acabar todas las barreras entre los “silos” , para “ acabar con el cáncer tal y como lo conocemos”. Y de hecho dedicó buena parte de su participación en Davos a implicar en su cruzada a líderes de las empresas y países más influyentes del mundo.
De nuevo fue Vinay Prasad,( el autor del ya comentado Ending  Medical Reversal y que también analizó con su brillantez habitual No Gracias) quien ha puesto los puntos sobre las íes en esta nueva “ cruzada”.
Comoescribía en The Washington Post, las medidas propuestas por Beaden y sus seguidores caen por su propio peso: por ejemplo, la propuesta de que la Food and Drug Administration (FDA) acelere los procesos para aprobar la utilización de nuevas combinaciones de fármacos es tan ingenua como creer que podrás correr más deprisa comprándote un nuevo cronómetro. Prasad se hace eco de un estudio sobre los 71 fármacos aprobados para el tratamiento de tumores sólidos entre 2002 y 2014 y que demostraba que el aumento de la supervivencia apenas supera en dos meses a la supervivencia con tratamientos previos, eso sin entrar a valorar la toxicidad y efectos adversos de los nuevos fármacos.
Tampoco parece funcionar especialmente bien la gran esperanza de la gestión del Big Data, y que podría permitir conocer las características de los pacientes que tienen un mejor respuesta a los tratamientos: pero como demostraron el mismo Prasad y Vandross, en estos casos resulta muy difícil saber si se basa en características exclusivas de los pacientes o al lento crecimiento del tumor, algo tan ingenuo como si la NASA estudiara los viajes náuticos de la antigüedad para planificar sus viajes espaciales.  
Aún menos fundamentado es el énfasis en potenciar la inmunoterapia como panacea para el tratamiento de los cánceres.
Como señala Prasad el verdadero problema es ignorar completamente como se produce el progreso médico, algo muy difícil de predecir y sometido habitualmente a los caprichos de la serendipia. Más razonable sería proteger la investigación en un amplio campo de disciplinas cuyos avances pueden ser de gran utilidad para las demás ( de la investigación básica a la aplicada, de la genómica a las ciencias sociales) y mantener el apoyo financiero a lo largo del tiempo, que lanzar cohetes espaciales para aterrizar en planetas desconocidos.
A todos nos apena perder a alguien a quien queremos. Pero por desgracia forma parte de ese azar del que nadie está libre, consustancial a la vida, y que (como escribía Skakespeare en Macbeth), “ no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y danza una hora sobre la escena antes de  desvanecerse”

( Foto: Biden recién aterrizaado)

2 comentarios:

  1. Sí. Nixon ya lanzó su carrera contra el cáncer con el resultado conocido. Parece que estamos ante la repetición de lo mismo aunque cambien las formas y el contexto sea más moderno. ¿Quién iba a decir en la época de Nixon que a estas alturas el cáncer (o los cánceres según los puristas) iba a estar sin resolver? Porque resuelto, lo que se dice resuelto, no está.
    El post apunta certeramente además a algo importante. Debiera evitarse que personas implicadas seriamente en algo participaran en la decisión política sobre ese algo, sean asociaciones de víctimas, de enfermos o de desahuciados.
    Es decir, podemos estar ante un conflicto de intereses curiosamente altruista, pero que es, a fin de cuentas, conflicto de intereses. Creo que éste es el caso de Biden, que citas. Su vida cobra sentido si evita que a otros les ocurra lo que le pasó a su hijo, pero esa ganancia de sentido personal puede ser negativa para muchos si se implantan políticas erradas.

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  2. No había reparado en lo que comentas y me parece fundamental. De la misma forma que no es deseable que alguien tome decisiones de gran importancia política en plena tormenta emocional, es cierto que hay conflicto de interese claros cuando es la situación personal la que determina tu decisión
    Por desgracia la repercusión que tiene un político respecto a la salud aun sin tener ni idea, tiene mucha mas repercusión que la de alguien que lleva años trabajando en ese tema. Vease Esperanza Aguirre y su cáncer de mama

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