martes, 13 de febrero de 2018

Formatos musicales: del casette al vinilo ( 2ª parte)



Si el CD acabó con la casette, y el mp3 empezó a erosionar su reinado aprovechando las facilidades que brinda internet para descargarse cualquier tipo de música (de forma legal o ilegal), el consumo de música a través de streaming amenaza con llevarse a todos por medio.Bueno, no exactamente a todos, porque contra todo pronóstico, el viejo vinilo resucitó de entre los muertos para volver a convertirse en el formato más floreciente en el mercado musical, el único cuyas ventas aumentan cada año y que en 2016 superó por vez primera las ventas derivadas de descargas: nada menos que un aumento del 53% en comparación con el año precedente.
El casi desahuciado vinilo no solo es el formato preferido por los más ancianos, los viejos hijos del rock’n roll de los años 70, sino también de parte de los más jóvenes, también atraídos por esa vieja manera de presentar la música. Las razones del éxito son varias: en primer lugar las nuevas impresiones de vinilo, en 180 gramos, permiten disfrutar de una calidad de sonido que, en un buen aparato, no es alcanzable por ningún streaming. Además, su formato tangible, la variedad de sus colores, la originalidad de sus portadas y el interés de sus letras lo convierten en una pequeña obra de arte. Además de ello un vinilo obliga a hacer un esfuerzo: el que conlleva sacarlo de su funda, colocarlo en el plato y darle la vuelta, sucesión de actos que obliga a dedicarle atención y escucha, redescubriendo el placer de solo escuchar música. Pero además de todas estas características, los productores de nuevos vinilos tuvieron la inteligencia de acompañarlos de un código que permite descargar su contenido en formato mp3, con lo que se tiene todo, lo viejo y lo nuevo, lo estático y lo móvil.No es de extrañar que, por todas estas razones, esté además de moda.
La Atención Primaria atraviesa una profunda crisis de identidad, legitimidad y atracción en todo el mundo. En el informe de la Commonwealth Fund de hace dos años , sólo en 4 países de este selecto club de países ricos, menos de la mitad de sus médicos consideraban que no se precisaba realizar cambios fundamentales en ella ( Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Holanda). La necesidad de que el cambio fuera radical alcanzaba al 14% en Estados Unidos o al 12% en Alemania o Francia. Aquí, si nos remitimos a los hechos y a la protesta profesional, nuestro sistema no precisa de ningún cambio, a pesar de continuar ofreciendo lo mismo desde haca más de tres décadas.
En todos los países de la Commonwealth Fund al menos el 20% de los médicos de Atención Primaria consideraba su trabajo extremadamente estresante, porcentaje que llegaba al 60% en Reino Unido. En todos ellos la insatisfacción por el tiempo de atención dedicado al paciente era muy alta, alcanzando el 73% en Reino Unido ( con un mínimo de 10 minutos por paciente). Aquí sin embargo el estrés y la insatisfacción con el tiempo de atención y el número de pacientes atendidos parece no existir.
La Atención Primaria podría perfectamente abandonar su caracter de “casette” como modelo de prestación de servicios. No precisaría para ello abandonar sus orígenes y reconvertirse a formatos mp3 ni a modalidades de atención por “streaming”, bien representados por las áreas integradas o los modelos de atención a crónicos, tan del agrado de políticos y gestores.
La Atención Primaria, al igual que el vinilo, podría mantener sus principios básicos, los que obligan a tomarse su tiempo para atender a un paciente, los que reconocen su fortaleza en escuchar, observar y tocar, los que convierten a cada encuentro en una pequeña obra de arte. Pero se requiere dar un servicio de calidad real, y no una atención impropia de un servicio sanitario civilizado e incluso de un servicio veterinario ( con perdón de los animales y sus cuidadores).
Obligaría también a emplear recursos y procedimientos acordes con los tiempos que corren y que podrían complementar y enriquecer aquellos valores básicos.
Y adecuadamente comunicados y, ¿por qué no?, vendidos, tal vez podrían atraer realmente a estudiantes, ciudadanos y políticos.
Obviamente no es tarea fácil. Los británicos, que han visto como la joya de su corona (la atención primaria centrada en el médico general) ha alcanzado niveles nunca sospechados de deterioro, no cesan de buscar alternativas para recuperar lo que fueron, tal y como publican en sus revistas ( que por cierto se llaman BMj y Lancet). La última de ellas es Bright Ideas (Ideas Brillantes), una iniciativa del Royal College of General Practitioners que pretende compartir experiencias innovadoras en Atención primaria agrupadas en 8 grandes áreas: coste, sobrecarga, satisfacción del paciente, trabajo en equipo, tiempo, continuidad, procedimientos  y …¡MORAL¡
Aquí brillan por su ausencia las propuestas de colegios o sociedades científicas sobre cómo debería ser la Atención Primaria del futuro.
Por supuesto podemos seguir como llevamos estando desde hace 35 años. Posiblemente no pasará nada. Solamente se corre el riesgo de acabar arrinconados en el sistema sanitario. Como un casette de Braulio en un bar de carretera.

1 comentario:

  1. La Atención Primaria es el campo de la medicina más difícil (como el MIR, no tiene limites) y, con diferencia, el más duro profesionalmente. El trabajo con las personas ( y sus emociones y creencias) es así. Es más fácil, y más reconocido, trabajar con síndromes, enfermedades, tejidos o tecnología que escuchar, tocar, explorar. Si, explorar, porque cada vez se explora menos y se usa más la tecnología y las pruebas complementarias en el mundo sacrosanto de los hospitales. Mientras haya médicos de familia vocacionales y motivados, y yo he conocido y conozco a unos cuantos, esto no acabará querido Sergio Minue.

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