Si el
CD acabó con la casette, y el mp3 empezó a erosionar su reinado aprovechando
las facilidades que brinda internet para descargarse cualquier tipo de música (de
forma legal o ilegal), el consumo de música a través de streaming amenaza con
llevarse a todos por medio.Bueno, no exactamente a todos, porque contra todo
pronóstico, el viejo vinilo resucitó de entre los muertos para volver a
convertirse en el formato más floreciente en el mercado musical, el único cuyas
ventas aumentan cada año y que en 2016 superó por vez primera las ventas derivadas
de descargas: nada menos que un aumento del 53% en comparación con el año precedente.
El casi
desahuciado vinilo no solo es el formato preferido por los más ancianos, los
viejos hijos del rock’n roll de los años 70, sino también de parte de los más
jóvenes, también atraídos por esa vieja manera de presentar la música. Las
razones del éxito son varias: en primer lugar las nuevas impresiones de vinilo,
en 180 gramos, permiten disfrutar de una calidad de sonido que, en un buen
aparato, no es alcanzable por ningún streaming. Además, su formato tangible, la
variedad de sus colores, la originalidad de sus portadas y el interés de sus
letras lo convierten en una pequeña obra de arte. Además de ello un vinilo
obliga a hacer un esfuerzo: el que conlleva sacarlo de su funda, colocarlo en
el plato y darle la vuelta, sucesión de actos que obliga a dedicarle
atención y escucha, redescubriendo el placer de solo escuchar
música. Pero además de todas estas características, los productores de nuevos vinilos
tuvieron la inteligencia de acompañarlos de un código que permite descargar su
contenido en formato mp3, con lo que se tiene todo, lo viejo y lo nuevo, lo
estático y lo móvil.No es de extrañar que, por todas estas razones, esté además de
moda.
La
Atención Primaria atraviesa una profunda crisis de identidad, legitimidad y
atracción en todo el mundo. En el informe de la Commonwealth Fund de hace dos años
, sólo en 4 países de este selecto club de países ricos, menos de la mitad de sus
médicos consideraban que no se precisaba realizar cambios fundamentales en ella
( Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Holanda). La necesidad de que el cambio fuera
radical alcanzaba al 14% en Estados Unidos o al 12% en Alemania o Francia.
Aquí, si nos remitimos a los hechos y a la protesta profesional, nuestro
sistema no precisa de ningún cambio, a pesar de continuar ofreciendo lo mismo
desde haca más de tres décadas.
En
todos los países de la Commonwealth Fund al menos el 20% de los médicos de
Atención Primaria consideraba su trabajo extremadamente estresante, porcentaje
que llegaba al 60% en Reino Unido. En todos ellos la insatisfacción por el
tiempo de atención dedicado al paciente era muy alta, alcanzando el 73% en
Reino Unido ( con un mínimo de 10 minutos por paciente). Aquí sin embargo el
estrés y la insatisfacción con el tiempo de atención y el número de pacientes atendidos
parece no existir.
La Atención
Primaria podría perfectamente abandonar su caracter de “casette” como modelo
de prestación de servicios. No precisaría para ello abandonar sus orígenes y
reconvertirse a formatos mp3 ni a modalidades de atención por “streaming”, bien
representados por las áreas integradas o los modelos de atención a crónicos, tan
del agrado de políticos y gestores.
La
Atención Primaria, al igual que el vinilo, podría mantener sus principios
básicos, los que obligan a tomarse su tiempo para atender a un paciente, los
que reconocen su fortaleza en escuchar, observar y tocar, los que convierten a
cada encuentro en una pequeña obra de arte. Pero se requiere dar un servicio de
calidad real, y no una atención impropia de un servicio sanitario civilizado e
incluso de un servicio veterinario ( con perdón de los animales y sus cuidadores).
Obligaría
también a emplear recursos y procedimientos acordes con los tiempos que corren
y que podrían complementar y enriquecer aquellos valores básicos.
Y
adecuadamente comunicados y, ¿por qué no?, vendidos, tal vez podrían atraer
realmente a estudiantes, ciudadanos y políticos.
Obviamente
no es tarea fácil. Los británicos, que han visto como la joya de su corona (la
atención primaria centrada en el médico general) ha alcanzado niveles nunca
sospechados de deterioro, no cesan de buscar alternativas para recuperar lo que
fueron, tal y como publican en sus revistas ( que por cierto se llaman BMj y
Lancet). La última de ellas es Bright Ideas (Ideas Brillantes), una iniciativa del
Royal College of General Practitioners que pretende compartir experiencias
innovadoras en Atención primaria agrupadas en 8 grandes áreas: coste,
sobrecarga, satisfacción del paciente, trabajo en equipo, tiempo, continuidad,
procedimientos y …¡MORAL¡
Aquí
brillan por su ausencia las propuestas de colegios o sociedades científicas
sobre cómo debería ser la Atención Primaria del futuro.
Por
supuesto podemos seguir como llevamos estando desde hace 35 años. Posiblemente
no pasará nada. Solamente se corre el riesgo de acabar arrinconados en el sistema sanitario. Como un casette de Braulio en un bar de
carretera.
La Atención Primaria es el campo de la medicina más difícil (como el MIR, no tiene limites) y, con diferencia, el más duro profesionalmente. El trabajo con las personas ( y sus emociones y creencias) es así. Es más fácil, y más reconocido, trabajar con síndromes, enfermedades, tejidos o tecnología que escuchar, tocar, explorar. Si, explorar, porque cada vez se explora menos y se usa más la tecnología y las pruebas complementarias en el mundo sacrosanto de los hospitales. Mientras haya médicos de familia vocacionales y motivados, y yo he conocido y conozco a unos cuantos, esto no acabará querido Sergio Minue.
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