martes, 2 de octubre de 2018

La soberbia de los cartógrafos

Eric Temple Bell había nacido en Escocia pero siendo muy pequeño su familia se trasladó a California, estudiando en universidades tan poco relevantes como Stanford o Columbia. Casado con las matemáticas desde que acabó sus estudios,  su verdadero amor era la poesía y la ciencia ficción, un amor sin embargo no suficientemente correspondido. A pesar de sus descubrimientos en el ámbito matemático, y a sus esforzados intentos de convertirse en escritor bajo el seudónimo de John  Taine, nadie le recuerda hoy, aunque una de sus aforismos sí que tuve fortuna, aquel que decía que "el mapa no es la cosa representada", popularizada después por el filósofo Alfred Korzybski  con la afortunada idea de que “el mapa no es el territorio”.
Sin duda los mapas ayudaron a conocer los territorios, aunque durante siglos buena parte de ellos quedaron reducidos a una categoría inefable: lo desconocido. Pero la preponderancia de los mapas ha acabado por significar la subordinación de los territorios a ellos, de forma que en caso de discrepancia se toma como real el mapa.  Cada vez es más frecuente que ante la incapcidad de un protocolo de dar respuesta al problema de un paciente, el médico se lo quite de en medio con el argumento de que las pruebas salieron normales, por lo que "usted no tiene nada”, enmascarado en el eufemismo de “ se descarta patología orgánica”.
Entre los riesgos del sobreuso de mapas no es menor el de la burocracia que supone y el coste de tiempo que implica:  en Tristan Shandy ( la novela de Sterne) la descripción de solo un día en la vida del protagonista supone más de un año de trabajo.  De la ridiculez de los empeños en protocolizarlo todo ( como el delirante empeño en sistematizar cerca de 100 procesos asistenciales en Andalucía) nada mejor que leer “del rigor en las ciencia” de Borges quizá el más preciso descriptor de la diferencia entre mapas y territorios: “En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas”.
Nadie como Iona Heath y Kieran Sweeney describieron mejor el papel esencial del generalista, y que no es el de imponer mapas, sino traducirlos al territorio del sufrimiento. Ahí su papel es ser un traductor, un intérprete, a la vez que un guardián frente a los riesgos que conlleva para el paciente confiar ciegamente en los mapas, algo que describió la Dra. Heath en The mister y of General Practice hace dos décadas. 
El último Seminario de Innovación en Atención Primaria celebrado en Santiago de Chile puso de manifiesto en los casos presentados por Juan Pablo, Rosa, Flavia, Alicia, Ettore,, Alejandro, Catalina, Pamela, Carla o  Claudio pusieron de manifiesto las diferencias entre uno y otro . Como damos por ciertos algunos “mapas”, como el de que no se pueden suplir las vacantes en verano, o el que determina que para recibir formación hay que privarle a un paciente de la atención , o que en zona remotas o en zonas de riesgos no hay otra alternativa que renunciar a recibir atención médica porque nadie querrá trabajar allí, sin reparar el daño que todo ello genera en los territorios del sufrimiento humano. Por el contrario nada mejor que el ejemplo presentado por Alicia Arias, del médico Manuel Nuñez Butrón en Puno hace casi un siglo, capaz de construir brigadas conjuntas con las poblaciones originarias, estableciendo incluso sistemas de referencia entre la medicina tradicional y la llamada científica.
Borges también  describe en Magias parciales del Quijote: “ imaginemos que una porción del suelo de Inglaterra ha sido nivelada perfectamente y que en ella traza un cartógrafo un mapa de Inglaterra.La obra es perfecta; no hay detalle del suelo de Inglaterra, por diminuto que sea, que no esté registrado en el mapa; todo tiene ahí su correspondencia. Ese mapa, en tal caso, debe contener un mapa del mapa, que debe contener un mapa del mapa del mapa, y así hasta el infinito. Por qué nos inquieta que el mapa esté incluido en el mapa y las mil +y una noches en el libro de las Mil y una Noches? ¿ Por qué nos inquieta que Don Quijote sea lector del Quijote y hamlet, espectador de Hamlet? Creo  haber dado con la causa: tales investigaciones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios”.
Mapas-territorios- y de nuevo mapas. Lo que tan bien contaba Quique González cuando cantaba en la Ciudad del Viento aquello de "" Tengo en la memoria la estructura de los labios incorrectos, y otra de las formas que aparecen en los mapas cuando te desnudas". 
Los mapas que construimos con la propia narración del territorio cerrando el círculo virtuoso que nunca alcanzará la soberbia de los cartógrafos. 

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