lunes, 8 de octubre de 2018

Una mujer afortunada

“ Los paisajes pueden ser engañosos .A veces da la impresión de que no fueran el escenario en el que transcurre la vida de sus pobladores, sino un telón detrás del cual tienen lugar sus afanes, sus logros y los accidentes que sufren. Para quienes están detrás del telón, junto a los pobladores, los referentes del paisaje ya no son sólo geográficos, sino también biográficos y personales” 

Así comienza Un hombre afortunado ( A Fortunate Man) tal vez la obra literaria que mejor ha descrito la esencia del trabajo de un médico de cabecera., donde la iimpronta del territorio convierte a su mapa en accesorio. La escribió hace algo más de 50 años John Berger acompañado de un testigo esencial sin el cual la obra nunca hubiera llegado a tal grado de expresividad: el fotógrafo Jean Mohr, coautor real del libro. Ambos describieron en él , con la minuciosidad del entomólogo, la vida cotidiana de John Sassall un médico general británico tan integrado en el territorio que llegó a formar parte de su paisaje. 
Clara Ariza llegó a la llanura platense de Florida , en medio de la República Oriental del Uruguay ,buscando a Miguel Pizzanelli, un médico de cabecera que allí vive y atiende. Miguel tal vez tenga la misma edad que tuvo Sassall entonces y demuestra el mismo nivel de compromiso con su territorio, sus pacientes y sus paisajes. Pizzanelli le abrió la puerta de su casa y las estanterías de sus libros , y allá conoció Clara Un Hombre afortunado. Y así, en el agosto de 2018 , Clara Ariza se colocó “sin permiso” el traje de Berger, tomó la cámara fotográfica a la manera de Mohr, y retrató su experiencia acompañando a Pizzanelli. Así nació Una mujer afortunada, donde desde el principio Clara deja suficientemente claras cuales son sus intenciones: 
“Esto que sigue es un retrato sin lienzo. 
La inspiración, como siempre, 
me pilló trabajando. 
Pinté sin bata, sin guardapolvo. 
Son garabatos que no persiguen 
la finitud de una obra 
sino la declaración abierta de un testigo 
que asistió al escenario de El otro. 
Esto que sigue es un dar gracias 
literariamente despacio. 
Tanto a quien se retrata, 
como a lo que brota de ese acto. 
El pincel es mi punto de mira, 
y lo bañé de mis ilusiones, 
de mis sentires, y claro: 
de mis ideas e idealizaciones. 
Aunque el lector lo insinuara 
no se trata de una oda 
ni elegí la pintura de la hipérbole. 
Consideren mi verdad. 
Vivo sentipensando 
que las mujeres no exageramos, 
ni lxs idealistxs debemos regresar. 
Sólo devolvemos al mundo 
todo lo que nos velan. 
Y a ese relato prosaico, 
con el que juzgan la verdad, 
le musicamos su poesía. 
Así cantamos desde nuestro lugar. 
No confundan el peso 
con la gravedad”. 

Al igual que ocurría con Berger y Sassall, Ariza nos transporta a un decorado de rutinas: “el tedio de ese acto mecánico se mezcla con la simultaneidad de preguntar a su interlocutor cómo andarán sus parientes”; un lugar desde donde Pizzanelli “conoce a sus pacientes y a sus impacientes, conoce sus inviernos, sus excusas y sus pequeñas verdades.”, aplicando el preciado don de “ la calma artesanal”. Calma imprescindible para transitar la incertidumbre, nada más lejano de la simpleza de los protocolos y las guías estandarizadas: “La complejidad debe ser asumida cuando se observa la vida sin afán de control”
Paradójicamente es por ese escaso afán de control, por lo que son personas como Pizzanelli o Sassall los mejor dotados para abordar un tipo de extremismo imprescindible en Atención Primaria. Como escribía Berger “ Sassall había cambiado una forma de extremismo obvio y juvenil por otro más complejo y maduro: la urgencia entre la vida y la muerte por el presentimiento de que el paciente debe ser tratado como una personalidad total , de que la enfermedad es con frecuencia una forma de expresión, más que una rendición del cuerpo a las contingencias naturales”

Clara Ariza se considera una mujer afortunada por “hacer este retrato aprendiendo, viviendo”. Los afortunados somos nosotros por poder leer esta pequeña joya.


3 comentarios:

  1. Gran ejemplo , los que tenemos el honor de conocer a Miguel sabemos su entregs, compromiso y conocimiento

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    1. Gracias Edgar, gracias a todos. Ha sido un gran regalo al alma.

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