miércoles, 6 de noviembre de 2019

La guerra de bajo coste (IV): España


“El 1 por ciento más alto dispone de las mejores casas, de la mejor educación,de los mejores médicos y del mejor estilo de vida, pero hay una cosa que aparentemente el dinero no ha conseguido comprar:la constatación de que su destino está ligado a cómo vive el 99% restante. Se trata de una lección que, a lo largo de la historia,el 1por ciento acaba aprendiendo.Sin embargo a veces lo aprende demasiado tarde”.
Joseph Stiglitz.El precio de la desigualdad. 2012.

Casi tres semanas después del inicio de los conflictos sociales en Chile la situación está lejos de solucionarse. En este periodo se han sucedido las mayores marchas multitudinarias de la historia de Chile ( cerca de milló y medio en Santiago) , con frecuentes saqueos incontrolados ( curiosamente tras la implantación del toque de queda), la declaración de estado de emergencia y la toma de las calles por el ejército, situación que no se conocía desde el golpe militar de Pinochet. El conflicto tiene muy difícil solución puesto que la protesta no es solo contra el gobierno del actual presidente ( neoliberal, de derecha) sino contra toda la clase política a la que no se permite hacer ostentación de sus símbolos en las manifestaciones. Una protesta que es extensa en el espacio (abarca a todo el arco parlamentario) y el tiempo ( sus raíces hay que buscarlas en el experimento económico implantado en la dictadura)
El reflejo en los medios de comunicación españoles ha sido tangencial, cuando no inexistente, muy distante del despliegue con el que se cubren otros conflictos en países latinoamericanos. El gobierno español (supuestamente socialista) no ha realizado ninguna declaración respecto a la situación allí, cuando hay indicios solventes de violaciones de los derechos humanos por parte del ejército y los carabineros. Es más han asumido como si se debiera a una catástrofe natural, la celebración de la Cumbre del Clima que Chile no ha podido realizar ante la incapacidad de su gobierno de controlar la situación. Paralelamente el Parlamento europeo impidió la realización de un debate sobre la posible conculcación de los derechos humanos allí, con los votos a favor de los partidos liberales (populares, liberales, socialistas) y de la extrema derecha
¿ Y España? Como señala Stiglitz este país realizó un importante esfuerzo de reducción de la desigualdad en el periodo 1985-2000, tanto en las retas netas del trabajo como en las rentas de las familias. Los gobiernos de entonces corrigieron las desigualdades de renta a través de políticas sociales y mejoras en la sanidad pública. El actual presidente del gobierno español (en funciones) presume de que España crece económicamente al doble de la media europea. Pero sin embargo es uno de los países más desiguales de Europa, fruto de los tres jinetes del apocalipsis: desempleo, pobreza y precariedad laboral, que afectanespecialmente a las poblaciones más vulnerables, niños (en cuanto a pobreza), jóvenes y mujeres (en cuanto a desigualdad y precariedad). España presume mucho de su nivel de vida antes sus hermanos americanos, pero la realidad es que unacuarta parte de la población española se encuentra bajo el nivel de pobreza (una tercera parte en Andalucía), siendo España el país con mayor desigualdad de renta media per cápita de Europa, es decir cuántas veces gana más el 10% que más ingresa.ver gráfico).
Por tanto la inequidad no es un problema específico de los países latinoamericanos, sino que afecta a un número cada vez mayor de países, paralela al predominio de los partidos políticos que defienden el modelo neoliberal.
Como señala Thomas Piketty las últimas décadas han sido testigos de una apertura continuada de la desigualdad de ingresos entre el 10% más rico y el resto de las poblaciones en Europa y Estados Unidos, paralelo al descenso de la recaudación de impuestos en las citadas regiones, así como del gasto público vinculado al mismo.
En el debate electoral celebrado el día 4 en España ante sus elecciones legislativas del domingo 10 de noviembre, los tres partidos liberales ( popular, ciudadanos y socialistas) , así como el partido fascista, coincidieron en buena parte de las medidas en materia económica: compromiso a no incrementar la presión fiscal, incluso a reducir impuestos a los más ricos (bien reduciendo la tasa impositiva a los más ricos, bien eliminando el impuesto de sucesiones), aceptación de los compromisos en materia de estabilidad y reducción del gasto público, mantenimiento de la reforma laboral ( y la precariedad correspondiente), reducción de las protecciones frente al desempleo( mediante la llamada mochila austriaca),o  admiración ante la filantropía de los multimillonarios como Amancio Ortega, al que parece que hay que agradecer su intervención en el establecimiento de las prioridades del sistema sanitario.
Hace unas semanas recogíamos la pregunta que se hacía Piketty  sobre por qué la democracia es incapaz de reducir la inequidad.Y sin duda es cierto que la globalización (tan alabada por los partidos liberales antes citados) dificulta en buena medida la redistribución vertical, favorecida por acuerdos de libre comercio que todos estos países defendieron hasta ahora. Pero Piketty también señalaba otra posible causa: la mutación del electorado de los partidos socialdemócratas de la clase trabajadora hacia élites intelectuales ( los brahmanes) , siendo el caladero de los votos de la derecha las clases más acomodadas (los mercaderes).
Sólo así puede entenderse que el político que dimitió al frente del partido socialista solicite a los partidos de la derecha que realicen aquello por lo que él dimitió ( la presión a facilitar con su abstención un gobierno del partido rival), que lleve meses buscando la coalición de gobierno sugerida por los mercados ( en contra de su propio electorado), o que antes de formar gobierno nombre ya como Vicepresidenta para Asuntos Económicos a su más firme defensora del modelo neoliberal en materia de empleo y empresa.
¿Y los antiguos electores de la clase trabajadora? También lo señala Piketty: muchos de los que no abandonan definitivamente, buscan en partidos populista y xenófobos la simplificación de sus problemas a través del narcótico nacionalista y la demonización del extranjero. El partido fascista español llena hoy el aforo en el antaño feudo socialista andaluz, Dos Hermanas.
Aquí también la guerra de bajo coste va perfilándose, por las mismas causas que en el resto del mundo.

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