Yogi Berra
Contratos programa o contratos de gestión entre las autoridades sanitarias y los centros públicos de su red, como “poderosa herramienta de gobernanza responsable”; eso sí, de carácter plurianual, trasparentes y que posibiliten la comparación. Hospitales basados en Unidades de Gestión Clínica, con Contratos de Gestión vinculado a los Acuerdos de Gestión Clínica, que permitan valorar, posteriormente, la posibilidad de reestructurarlos internamente en Áreas o Unidades de Gestión Clínica. Desarrollo de forma continuada de la reingeniería de procesos. Atención también a la pandemia silente de la cronicidad en Atención Primaria (AP). Revisar el Estatuto-Marco y seguir desarrollando la Ley de Ordenación de las profesiones sanitarias. Diseñar indicadores de satisfacción como el porcentaje de pacientes que creen que han tenido el tiempo real de atención en consulta que precisaban según sus necesidades.
¿Innovador eh? Probablemente no hayan escuchado nunca términos tan revolucionarios en al análisis de nuestro sistema sanitario. Es lógico. Forman parte de las conclusiones del grupo de trabajo de Sanidad y Salud Pública de la Comisión de Reconstrucción Económica y Social del Congreso de los Diputados. Un grupo de vanguardia, capaz de mirar a cincuenta años vista con las gafas de hace cincuenta años, que llevan sin ajustar la graduación desde entonces. Diseños de futuro sin los que vivirán ese futuro.
Cualquier Comisión que se precie debe introducir nuevos vocablos, palabros que se conviertan en tendencia para emplear en comparecencias, congresos y conferencias de prensa de plasma. Aquí las hay brillantes. Por ejemplo la nueva denominación de la Atención Primaria, algo ya marchita y manoseada que pasa a llamarse Atención Primaria y de Salud, como figuraba en las tarjetas de las señoronas de la vieja aristocracia ( Cayetana Bermúdez y de García-Manrique). La palabra clave para buscar en Pubmed pasa a ser “la autoorganización y cogobernanza de los Centros de Salud” ( sea eso lo que sea, porque en el texto no se explica). Y la nota entre poética y cursi sobre la importancia teórica de la AP viene de la mano del nuevo aforismo: “su capilaridad llega a todos los rincones de España, porque su componente comunitario les permite activar la intervención en domicilios, empresas, colegios y residencias”. Que alguien me explique como el componente comunitario de la capilaridad, es capaz de activar (¿abrir?, ¿iniciar?,¿animar?, ¿estimular?, ¿dopar?) la intervención en empresas. Magistral.
A los viejos mantras nunca ciertos, se les pasa la bayeta para quitarles el polvo impregnada en el “Fairy” de las tecnologías, quedando un aguachirle aún más pastoso: “entre las promesas de la transformación digital de la sanidad se encuentra el poder ofrecer una asistencia verdaderamente centrada en el paciente y basada en el valor aportado, fomentando la transición del modelo desde la curación a la prevención, desde la reactividad a la proactividad”.
La “caspa” de la que tanto abominaba uno de los partidos que apoya las conclusiones impregna el texto desde su membrete de Congreso de los Diputados, con su caligrafía de Caracol, propia de enlaces matrimoniales. El documento quedó además mal estructurado, y con errores de redacción impropios de un informe de esta relevancia pero que a tan aficionado es el gobierno actual ( ver el estudio de seroprevalencia): “Desarrollaren todas las Comunidades Autónoma;” “Reconocimiento de los profesionales de la salud pública y el SNS”.
El papel todo lo aguanta. Difícil no estar de acuerdo con el reconocimiento de los recortes brutales en el sistema sanitario público de la última década, con la necesidad de aumentar el financiamiento tanto urgente como a largo plazo, con la defensa de un sistema sanitario público, con “el papel renovado y potenciado de la Atención Primaria”. En este sentido no deja de sorprender que en cambio no haya un epígrafe específico al papel que deben desempeñar los hospitales, tan necesitados de reordenación y cambio como la AP, puesto que la respuesta ante los desafíos a los que se enfrentan los sistemas sanitarios no podrán ser respondidos desde un solo nivel.
Desafíos que son de tal envergadura que es obligado un ejercicio de adecuación completa de lo que puede y debe ofrecer un sistema sanitario. En este documento cabe todo pero no se quita nada: permanecen los cantos de sirena de lo que llaman sin vergüenza “nuevos paradigmas de la medicina y la asistencia sanitaria (la llamada medicina personalizada y de precisión), incompatible con una adecuada atención a la pandemia en tiempos de recursos limitados y crisis económicas nunca vista (basada hasta la fecha en un fundamento científico aún por demostrar). Sin duda los padecimientos llamados crónicos en personas ( más que ese artificio llamado cronicidad) seguirá siendo una necesidad. Pero si queremos preservar lo importante debería plantearse de una vez la necesidad de parar de una vez la escalada de sobrediagnóstico, sobre tratamiento y medicalización tan del gusto de todos y cada uno de los políticos sanitarios, como bien explica el grupo de Medicina Reflexiva. A no ser claro está, que lo que el documento pretenda es no molestar a la industria farmacéutica y sus objetivos implícitos de mejorar sus dividendos a costa del innecesario dopaje de la población.
Más cantos de sirena a la profesionalización de la gestión ( que ningún partido ha sido capaz de implantar en 40 años), o a la autonomía de los profesionales no se lo cree ya nadie. Mientras expertos y diputados salen de sus comparecencias satisfechos, los servicios sanitarios españoles se desmoronan, aumentando cada día la indignación de unos profesionales que sólo recibieron aplausos desde la comodidad de los balcones: donde el único refuerzo que recibe la AP es la de los futuros residentes (R0) aprovechando la insólita situación, impropia de ningún país decente, de que cuando más necesaria era la incorporación de nuevos residentes más tarde se produce por la incompetencia manifiesta de políticos y jueces. La indignación está a punto de desbordar el vaso, como se puede leer en comentarios de personas tan brillantes y razonables como Juan Simó ( Nos mean,nos mean y nos vuelven a mear).
“Con los datos que tenemos hoy, es evidente que llegamos tarde. Con los datos que teníamos entonces, rotundamente no -llegamos tarde-, llegamos cuando teníamos que llegar”. Son palabras asombrosas del presidente del Gobierno. Visto lo visto, con el próximo brote diremos lo mismo.
Esta visto Sergio que ni aprenden ni aprendemos de los errores luego estamos condenados a repetirlos. Muy triste todo.
ResponderEliminarSergio, a proposito de esto y delde que se nos viene en Chile,varias universidades estamos conformando una iniciativa de trabajo con los gobiernos locales para ir levantando la voz posicionando la APS en el actual escenario y post pandemia que en nuestro país ,avizoramos dramático. La próxima semana lanzamos la iniciativa con los gobiernos locales y queremos pedir tu apoyo con tu experiencia y poder de motivación. Muchas gracias. Pedro Yáñez (correo pedro.yanez.a@usach.cl
ResponderEliminarNosotros también tenemos mucha culpa de todo lo que nos está pasando, hemos estado como actores pasivos y seguimos igual
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