domingo, 16 de mayo de 2021

La soberbia del gorrón

 


 I am very proud, revengeful, ambitious, with more offences at my beck than I have thoughts to put them in, imagination to give them shape, or time to act them in.

(“Soy muy soberbio, vengativo, ambicioso, con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para concebirlos, fantasía para darles forma o tiempo para llevarlos a ejecución.”)

Hamlet. Shakespeare. Act 3, scene 1.

En los imprescindibles webinar que conmemoran los 25 años de la unidad docente de Atención Familiar y Comunitaria Tenerife Norte-La Laguna liderados por José Ramón Vázquez Díaz (La Atención Primaria en la senda de los valores) , Vicente Ortín denominó “escarnio” a la decisión del gobierno español de no asignar directamente fondos a la Atención Primaria dentro del programa Next Generation, a pesar de señalar su importancia: “más que ninguneo parece escarnio”. Lo es.

Como escribía en el último post, el pomposamente llamado “Plan de Recuperación, Transformación y Resilienciadestina 1069 de los cerca de 70.000 millones euros de la Unión Europea a la mejora y ampliación del sistema nacional de  salud, apenas el 1,56% de los fondos. Aunque se señala entre las prioridades de intervención “el fortalecimiento de la atención primaria”, casi el 75% de esos fondos (791 de los 1069 millones) irán destinados a la renovación y ampliación de los equipos de alta tecnología tales como equipos de oncología radioterápica, resonancia magnética, TAC, angiógrafos y medicina nuclear. La tecnología que utiliza la Atención Primaria son sus profesionales, ninguna otra es más útil ni efectiva. Se necesitan profesionales de múltiples perfiles, bien capacitados, motivados y tratados, con estabilidad en el empleo y contrato digno, aspectos que brillan por su ausencia desde hace décadas pero que ahora llegan al más absoluto desprecio.La Atención Primaria es prioridad en el pomposo Plan del gobierno, pero es la única a la que no se asigna cantidad alguna, probablemente porque se entiende que ya tiene bastante con el elogio que supone mencionarla, a la manera de esa sueva caricia en el pelo que te hacía tu padre a los 6 años cuando le pedías cualquier chuchería absurda. Ya se sabe que la Atención Primaria, en su eterna sumisión, acepta todo.

Poco pueden presumir los diversos gobiernos de España de los resultados obtenidos de la gestión de la pandemia, reiteradamente calificada como una de las peores del mundo en cifras de muertos e impacto económico (que lleva también de manera indirecta a más pobreza, sufrimiento, enfermedad y muerte). Quizá por ello el gobierno del presidente Sánchez se ha negado reiteradamente a realizar una evaluación externa e independiente de la misma. Encantado de haberse conocido, ni él ni sus asesores aceptarían un informe crítico como el que acaba de hacer sobre la gestión de la pandemia el grupo de expertos liderados por las expresidentas de Nueva Zelanda y Liberia Hellen Clark  y Ellen Johnson Sirleaf

La soberbia del presidente no permitiría admitir que el espejito le dijera que no es el más guapo del reino. De no ser por el compromiso de los profesionales sanitarios de todo el país la debacle que se hubiera producido en este país sería aún más monstruosa. Y sin embargo debe pensar en su soberbia infinita que con aplausos desde los balcones es más que suficiente para mantener la farsa.

Era muy difícil superar el listón que marcaron en su momento Ministros de Sanidad tan escasamente cualificados como Celia Villalobos, Trinidad Jiménez, Leire Pajín o Ana Mato. Illa lo superó a pesar de su apariencia de hombre serio pero absoluto ignorante de lo que se traía entre manos en el momento de mayor exigencia de la historia para un ministro de Sanidad. Pero lejos de corregirlo el gran soberbio perseveró en la idea y nombró a la señora Carolina Darias, cuya ignorancia es igual o más atrevida que la de sus ilustres antecesores( y antecesoras).

Despreciando sugerencias, recomendaciones y peticiones, persevera en su soberbia de mantener la adjudicación de plazas de formación deresidentes de forma virtual, cuando ni siquiera en el año crítico de la pandemia se hizo así. Ello supone que cada candidato deberá hacerse un listado de sus prioridades que llevará al número 7000 a tener que elaborar una relación de 7000 plazas. Ello supone que un cierto número de plazas se quedaran sin cubrir cuando más necesitado está de ellas el sistema sanitario. Ello supone generar la sombra de la sospecha sobre la transparencia que durante décadas fue ejemplar. Ello supone considerar que los futuros profesionales de salud son chusma, carne de cañón, carnaza que bastante agradecidos deben de estar por haber alcanzado una plaza cuyo mérito real solo se debe a su propio esfuerzo.

En sus trabajos sobre el altruismo recíproco Ernst Fehr demostró que la propensión humana a castigar está en la clave de la cooperación a gran escala. En uno de sus juegos clásicos se les daba 20 fichas a los jugadores en cada ronda: podían conservarlas o invertirlas en un bote común; al final de cada ronda la cantidad de este último se multiplicaba por 1,6 y se distribuía equitativamente entre los participantes en el juego. Cada jugador ganaba más si mantiene una estrategia egoísta: no poner nada y beneficiarse del reparto del fondo común. Y sin embargo la mayor parte contribuyó, aunque conforme se sucedían las rondas dejaron de hacerlo al ver que los demás no lo hacían. Sin embargo a partir de la 6ª ronda los jugadores tenían la oportunidad de “pagar por castigar”: perder algo de dinero a cambio de “castigar a los gorrones”. El 84% lo hicieron aunque perdieran dinero.

En el abordaje de la pandemia los responsables políticos se han aprovechado de la generosidad de la sociedad a la que representan, en especial la de sus profesionales sanitarios. Pero cuando llega su oportunidad de corresponder no lo hace. Es tanta la soberbia del gorrón que cree que podrá seguir aprovechándose de la generosidad de los demás. Hasta que ésta se agota

3 comentarios:

  1. Muy buen artículo...y oportuno. Desde mi punto de vista, es claro que la Atención Primaria no logra penetrar en la agenda política de quienes toman decisiones. Se me ocurre pensar, aunque puedo estar equivocado, que podría ser útil revisar cómo intentarlo mejor, siguiendo las estrategias de advocacy o incidencia adecuadas.

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  2. Bueno, el artículo obvia por completo que la Sanidad está transferida a las Comunidades, constituyendo el presupuesto más importante de éstas, y que el Ministerio es poco más que el coordinador, y todos comprobamos lo que cuesta ponerlas de acuerdo. Recordemos a Madrid, siempre con los peores índices durante la pandemia llegando al extremo de dejar libres a sus ciudadados para ir a otras comunidades donde ninguna los aceptaba. Si queremos conseguir que loz políticos miren oara A.P. será jugando nuestras bazas, que las tenemos, sin crear enemigos.

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  3. No hacía falta el experimento de Fehr, cuando se trata de dinero y repartir, siempre gana la banca. Ahora sí, el descaro ahora es imperdonable

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