domingo, 15 de diciembre de 2024

Poco dura el reconocimiento en casa del "mediocentro"


Dice el saber popular que poco dura la alegría en casa del pobre…Y cabe decir que aún menos el reconocimiento en la casa del mediocentro. Hace solo una semana nos felicitábamos de la buena noticia de que un médico de familia, Miguel Melguizo, había sido portada de un periódico (aunque fuera un periódico local) por el ejercicio ejemplar de su trabajo como generalista en el mismo centro de salud durante 35 años. Algunos quizá albergamos la esperanza de que aunque fuera muy poco a poco, comenzaba a cambiar la percepción sobre la verdadera importancia de la Medicina de Familia y de la Atención Primaria en España. Craso error. Melguizo no sólo no recibirá ninguna distinción de Andalucía ( como la han recibido otros tantos médicos, algunos como mucho menos méritos que él), sino que parece que la longitudinalidad se acaba con él, puesto que , según informa el mismo periódico, sus pacientes serán repartidos entre sus compañeros hasta que un determinado día (aun por definir) se cubra reglamentariamente la plaza. No podrá decirse que la jubilación del Dr. Melguizo no fuera anunciada. Pero no debió parecer necesario establecer los procedimientos para sustituirle con una persona capaz de tomar el testigo de esa longitudinalidad que reduce la mortalidad. Y ya advertíamos que hay evidencia de que la jubilación de un profesional, y más de la trayectoria de Melguizo aumenta las consultas ( y por lo tanto presión y tiempo de espera), aumenta la atención en consultas hospitalarias ( y por tanto listas de espera) y aumenta la presión de urgencias (contribuyendo exitosamente a la saturación de las mismas). Pero eso no parece que importe mucho. Por si esto no fuera suficiente, dos días después el presidente de Andalucía informaba a suparlamento de las medidas orientadas a reducir el tiempo de espera en Atención Primaria, de más de dos semanas habitualmente. Y que se centra en ofrecer una cita en el plazo máximo de 72 horas en caso de que el paciente no haya conseguido cita a través de la aplicación digital ni por teléfono. En este caso, el centro de salud deberá ofrecerle al paciente una atención con otro médico de familia que no sea el suyo dentro de su propio distrito; o bien que le resuelvan la consulta de manera telefónica con un médico de otro distrito sanitario o incluso de otra provincia que tenga disponibilidad.

En los sistemas nacionales de salud, el incremento generalizado de la demanda ha ido generando con cada vez mayor frecuencia un falso debate entre accesibilidad y longitudinalidad, del que muchas veces hemos hablado en este blog. El proceso de desmantelamiento progresivo del Servicio Nacional de Salud en Inglaterra (NHS) llevó a generar una ocurrente innovación hace más de una década, y que ya comentamos hace 8 años, y después en repetidas ocasiones (aquí, o aquí): a través de una aplicación informática (GP at Hand) desarrollada por parte de la empresa Babylon, un ciudadano inglés podía acceder a la consulta de un médico general del NHS diferente del suyo que tuviera disponibilidad para ese día. Inmediatez ante todo. La iniciativa no sólo fue duramente criticada por todas las organizaciones y asociaciones profesionales y académicas británicas, sino que llevó al propio NHS a generar la figura del médico general responsable (Named AccountableGeneral Practitioners) para pacientes de mayor edad o con enfermedades crónicas, con peores resultados que lo que había sido la seña de distinción del NHS desde su creación: un “simple” médico general que atiende a la población de su lista desde la cuna a la tumba.  También comentamos en su día que el uso de GP at Hand había incrementado los costes de los Clinical Commissioning Groups.

El gran HL Mencken ya decía que “para todo problema complejo hay siempre una solución simple, clara y equivocada” (For every complex problem, there's a solution that is simple, neat, and wrong). Ante un problema que no es exclusivo de Andalucía ni de España, como es la desmedida sobrecarga de la Atención Primaria y el consiguiente aumento de la espera, la solución fácil es buscar médicos ( o sucedáneos de tales) debajo de las piedras: si no es el que tengo asignado, uno del centro, si no uno de la provincia hasta llegar a la creación de bots acéfalos que respondan lo que sea. El pequeño coste que esto tiene es destruir una de las razones por las que la Atención Primaria mejora la eficiencia, seguridad y salud en un sistema sanitario: la longitudinalidad. Pero eso claramente no es importante para buena parte de los políticos de este país ( como ejemplo cabe señalar la defensa numantina del modelo MUFACE incluso por parte de sindicatos como UGT y CCOO que dicen defender sistemas públicos, y que nunca han tenido, presumiendo además de ello, Atención Primaria).

Pretender que cualquier médico de cualquier sitio puede atender una consulta de Atención Primaria es desconocer profundamente lo que es ésta. Hace ya 8 años publiqué en este blog un comentario sobre un tweet de Clara Benedicto ( médica de familia que abandonó la profesión ante las condiciones de trabajo que había de soportar) en que en 18 tweets de 140 caracteres resumía un día cualquiera de trabajo de una médica de familia en España:

"Un día cualquiera en la consulta de Atención Primaria 37 citados (cada 5 minutos), 42 vistos, varios puerta a puerta con mi enfermera:

-          - Una baja que se prolonga porque ella puede trabajar, pero no levantar peso y la mutua no quiere reubicarla temporalmente

-          - Una tendinitis de ambos hombros que duelen alternativamente desde hace casi 90 días en paciente en juicios con su empresa

-          - Una paciente adolescente triste y sola con una familia desestructurada, que falta el día que estaban citadas para venir juntas

-          - Una propuesta de alta de la mutua en un paciente que dice que le duele, pero con pruebas anodinas

-          - Un diabético mal controlado que viene por pérdida de peso, pero le han cortado la luz, espera desahucio, cobra 300€ de pensión, y no va al banco de alimentos a pesar de que no puede pagar todas las comidas del día, porque fundamentalmente reparten hidratos de carbono.

-        - Un paciente que pide analítica, luego PSA, luego resonancia de columna lumbar, luego resonancia cerebral, luego derivación a oftalmología

-          - La hija de una paciente que ha tenido ictus hace  un mes, que duda porque en NRL le ponen antidepresivo al alta "porque se va a deprimir"

-         -  Una mujer -la resiliencia en persona- que tiene ansiedad porque, tras conseguir paralizar su propio desahucio, es agredida por sus vecinos

-          - La familia de un paciente ingresado que viene a por recetas de dos inhaladores porque "en el hospital no los tienen"

-          - Una mujer con dos hijos, cefalea, disnea y una tensión de 226/130

-          - La mujer de un diabético de 40 años que nunca viene, porque trabaja de lunes a sábado, con glucemias altas y fumador.

-          - Una mujer angoleña que se cita para pedir que le recete algo para su madre, en Angola, que la ha llamado porque ha perdido la visión

-          - Un EPOC reagudizado que tiene lumbalgia, dos aplastamientos vertebrales, y menos apetito.

-          - Una chica de mi edad a la que han hecho una colectomía por una colitis ulcerosa resistente a tratamiento, que tiene miedo a la reconstrucción

-         -  Una familia que solicita visita a domicilio de padre  de 90 años con demencia, alta reciente, con sonda nasogástrica y vesical que se arranca a menudo.

¿Es posible resolver estas consultas cambiando cada día de médica de familia, de interlocutor telefónica, de bot entrenado por informáticos?

Jugar sólo con delanteros ( especialistas y subespecialistas de disciplinas mediáticas) sin expertos en la ordenación, distribución y estrategia de juego) difícilmente lleva a ganar nada. Pero algunos no parecen enterarse y, lo que es peor, tampoco parecen querer aprender.

 

domingo, 8 de diciembre de 2024

Elogio del mediocentro: en la jubilación de Miguel Melguizo


 “Siento que juego en una posición que exige un trabajo generoso y poco vistoso, pero es mi trabajo y me gusta. A mi me da igual morder la salida del balón, que barrer la zona porque estoy para eso. Para facilitar el trabajo de los demás. Mi posición exige ser inteligente, pensar rápido, decidir rápido y ejecutar fácil”

(Sergi Busquets)

 Al margen de la ridícula rabieta de niño malcriado del presidente del Real Madrid ante la concesión del Balón de Oro a Rodri en lugar de Vinicius, lo más interesante de dicha elección tiene que ver con una cuestión relevante en un deporte de equipo: ¿es más valioso el trabajo de quien mete el gol, o también debe valorarse a quien lo evita, lo genera, o domina tiempos y espacios en un partido de fútbol? La evidencia demuestra que lo que se valora casi exclusivamente es al que acaba definiendo lo que otros producen: solo así es entendible la escasez de porteros que obtuvieron el premio, la casi inexistencia de defensas, o por supuesto de centrocampistas, aunque éstos sean imprescindibles para que brillen los que juegan más adelante. La importancia del trabajo del medio centro la pone de manifiesto el deficiente desempeño en esta temporada de los dos equipos más potentes en el último año (Real Madrid y Manchester City), cuando se han visto privados de Rodri y Kroos respectivamente. Por ello ( y al margen de las notables diferencias entre una persona tranquila y discreta como Rodri, frente a un continuo generador de conflictos como Vinicius) es importante el reconocimiento por fin del medio centro.Como bien señalo Rodri al recibir el premio, en él se reconocía a la vez a otros grandes mediocentros del fútbol español, como Busquets, Xabi Alonso o Xabi Hernández.

Esa diferencia entre el que es vistoso y rutilante y el que hace un trabajo silencioso, pero imprescindible, ocurre también en el ejercicio de la medicina. Existen los que acaparan la atención de los medios realizando intervenciones quirúrgicas y trasplantes de cerebro, los que descubren extraños trastornos en las mitocondrias de ratas coreanas, o los que utilizan fármacos a 500000 euros el tratamiento. Son portada de periódico, invitados a telediarios y estrellas regulares de emisoras de radios donde sus presentadores babean mientras preguntan. Hay otros médicos que simplemente acuden día tras día a un modesto centro de Atención Primaria a atender a personas que llevan asistiendo desde hace más de treinta años: les conocieron de niños, y ahora atienden a sus hijos y a sus nietos. No emplean robots Da Vincis, ni utilizan fármacos de última generación; simplemente escuchan tocan, miran, y van acumulando lentamente un conocimiento profundo, explícito e implícito, de lo que es la vida, la salud y la enfermedad de cada una de esas personas.

Hace una semana se jubiló Miguel Melguizo después de permanecer durante 35 años, toda su vida profesional, en el mismo centro de salud. Se fue despidiendo de sus pacientes uno a uno, en silencio, culminando un trabajo de décadas. Miguel es medio centro del sistema sanitario andaluz y español. Miembro de la generación que inició y consolidó la reforma de la Atención Primaria en España, desde el emblemático centro de Cartuja/Almanjayar. Una generación que se ha ido jubilando poco a poco, la de Fermín Quesada, José Antonio Castro,Miguel Ángel Prados. Nombres que, por supuesto, no dirán nada a los políticos y comunicadores de este país (excepto a los de el Ideal de Granada que le dedicó con gran sensibilidad su primera página), pero que nunca olvidarán todos y cada uno de sus pacientes. Melguizo, como Prados, pudieron buscar destinos “mejores”, más cerca de sus domicilios, con menor presión asistencial y cupos menos complejos. Pero optaron , sin que nadie se lo pidiera, por permanecer en su sitio durante toda su vida profesional, en la zona más deprimida de Granada, abandonada legislatura tras legislatura por los sucesivos gobiernos, donde los cortes de luz son un problema endémico que nunca parece llegar el momento de solucionar. Melguizo ha visto por pasar por su consulta promociones y promociones de residentes de medicina familiar, estudiantes de medicina que aprendieron cosas que a los grandes comunicadores de este país no interesan: cosas como no decir nunca “esto no es de lo mío”, sin proponer una solución.

Sandwik demostró que mantener el mismo médico de cabecera más de 15 años puede reducir la mortalidad hasta un 30%. Nadie midió que efecto en la de su población que ha podido tener Miguel Melguizo, o Miguel Ángel Prados. Binjerui por su parte, demostró que cuando los médicos de cabecera se jubilan en Noruega aumentan las visitas a sus sucesores significativamente, como lo hacen las visitas a urgencias de hospital y a las consultas del mismo. Probablemente eso ocurrirá también en la ya antigua consulta de Melguizo. Pero eso al Servicio Andaluz de Salud no le preocupaNo interesa. No le darán la medalla de Andalucía a Melguizo, ni a Prados, ni a Quesada, ni a Bailón, ni a Blanca Marcos, ni a Aranda, ni a  Alcaine, ni a tantos y tantos otros médicos de familia que sin aspavientos han estado cuidando durante décadas a su gente. Los “sensibles” comunicadores a los problemas sociales, que se irritan y encrespan con cada injusticia social mientras perciben sueldos disparatados que no ganarían en toda su vida ningún médico de familia, ni siquiera reparan en estos profesionales a los que menosprecian con su silencio: los anónimos que nunca fueron portada de El País Semanal de doña Pepa Bueno, ni motivo de entrevista íntima de don Francino, don Bretos, doña Barceló o doña Otero, siempre en cambio a la última en reflejar la vanguardia y las desigualdades, eso si, siempre unas más que otras.

Escribía John Berger en Un Hombre afortunado que ““Lo único que se es que la sociedad actual desaprovecha y, al hacer prevalecer la hipocresía, vacía la mayoría de las vidas que no destruye; y también que en los términos de esta sociedad, un médico que no se limita a vender tratamientos, ya sea directamente o a través de los servicios públicos , es inestimable

La ausencia del mediocentro Melguizo en el sistema sanitario andaluz, como la de Rodri en el City solo se apreciará cuando pase el tiempo. Muchas gracias Miguel. Una ausencia inestimable.