sábado, 11 de junio de 2011

La industria del Bienestar

He wasn't worried 
at least he wasn´t alone
too late
he sleeps with angels
too soon
¿Deberíamos recurrir a los ángeles ante el ominoso futuro que espera a los sistemas sanitarios? Tal vez no sea una mala idea, si atendemos a las recomendaciones del llamada Festival del bienestar, encuentro organizado hace justamente un año en Inglaterra con el patrocinio del propio NHS, y en la que uno de los ponentes se presentaba así mismo como “angel therapist”, afirmando seriamente que “los ángeles son espíritus volantes, 100%  pura luz procedente del paraíso”.Quizá alguna de las medidas tomadas por los parlamentos recién constituidos, como el valenciano, van en esa dirección.
La interesante experiencia angelical es relatada por David Colquhoun en un brillante artículo en el BMJ, sobre la Industria del Bienestar que nos rodea, y bajo cuyos principios  cualquier idea (por peregrina que sea) tiene su sitio, con tal de satisfacer las necesidades de los ciudadanos.  Un ejemplo magnífico de ello es la industria del llamado “pensamiento positivo”, floreciente negocio de librerías de aeropuerto cuyas estanterías están rebosantes de manuales de “buen rollito” con el que afrontar la crisis, como señalaba el excelente libro de Barbara Ehrenreich ( Smile or Die: how positive thinking fooled America and the World), al que nos referimos hace unos meses. Todas esas recomendaciones, que nutren  también buena parte de los periódicos y suplementos dominicales, tienen el mismo fundamento que el mundo angelical.
La responsabilidad de los medios de comunicación en este gran negocio del Bienestar no es pequeña. Hace unas semanas comentamos también el descarado ejercicio de publicidad realizado por el periódico el País, en sus páginas centrales, respecto a la terapia hormonal sustitutiva en mujeres postmenopáusicas , como esas series de televisión que hacen propaganda encubierta de determinados productos a través del consumo de sus protagonistas. El mismo grupo (PRISA) en uno de sus programas de mayor audiencia ( A vivir que son dos días) dedicaba hoy nada menos que media hora a entrevistar a un charlatán de feria cuyas supuestas investigaciones nos permiten saber que las frutas verdes son buenas para los problemas hormonales , las amarillas para los ojos y el coco para afecciones tan variopintas como las lombrices, el cáncer o el cansancio mental (¿?).
Mientras políticos y medios siguen haciendo caso omiso, como señala Colquhoun, a las  relevantes pruebas disponibles en materia de salud ( como la asociación entre ingresos y salud, o el importante factor de riesgo que supone para las enfermedades psiquiátricas el estar endeudado, aún mayor que los bajos ingresos),  unos y otros se entretienen en su fomento del floreciente  sector del Bienestar, el único  que no está en crisis.
David Colquhoun acaba analizando en su artículo otro de los mantras de nuestro tiempo: la atención centrada en el paciente. Algo sobre lo qur todo el mundo está de acuerdo a priori. Pero, como el señala, ¿Qué ocurre cuando un paciente con cáncer de mama metastásico elige como tratamiento la vitamina C o la terapia de Gerson , recomendado por la “prestigiosa” YesToLife?  Será cosa de preguntarle al frutero de la SER.

2 comentarios:

  1. si hay algo peor que una mentira es una media verdad, porque resulta más creible.
    Igual que el peor anzuelo se recubre del más apetitoso cebo, la más sórdida estafa se viste de buen rollito.
    Pero en ese negocio participamos todos, los ansiosos de 'bondad instantánea' y los desconfiados recalcitrantes. ¿ Quien tiene algo mejor que ofrecer ?

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  2. Son conflictos de valores. Hemos confundido la felicidad con la salud, la salud con el bienestar y el bienestar con la posesión de bienes materiales.

    El marketing industrial es claro, a la felicidad se llega por los bienes materiales. Lástima que a mitad de camino sea necesario triturar un concepto racional de salud.

    Y de acuerdo con Pere, en este despropósito somos responsables todos.

    miguel melguizo jiménez

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