sábado, 4 de mayo de 2013

Volando hacia la privatización irreversible de los sistemas sanitarios

Lucy Reynolds es investigadora de la London School of Hygiene and Tropical Medicine. Lleva años
analizando el proceso de privatización del NHS, cuyo resultado es la publicación de una serie de artículos imprescindibles para conocer la reforma en aquel país.
Hace unas semanas el BMJ publicó el extracto de una entrevista de más de una hora a Reynolds por parte de Jill Mountford (The future of NHS-irreversible privatisation?)
El proceso de privatización británico guarda múltiples similitudes con el proceso de privatización ocurrido en otros países europeos, algo de lo que hemos hablado en reiteradas ocasiones en este blog. La ley británica ( Health and Social Care Act) fue aprobada hace poco más de un año, un par de meses antes de la aprobación en España del RDL 16/2012. En el momento de su aprobación dicha ley era (para Reynolds) como un avión sin motores: una norma sin regulaciones que tardaron un año en llegar, y que representan esos " motores" que necesita el aeroplano para poder volar. ¿Hacia donde? Hacia una privatización completa del sistema sanitario inglés. No solo ofreciéndoles a las empresas privadas una cuantiosa porción de la tarta de los presupuestos sanitarios, sino convirtiendo el proceso de privatización en irreversible. Un proceso en ningún caso será radical (algo que sería difícilmente aceptable), sino lo suficientemente progresivo para que cuando la población sea consciente de ella sea  ya sea demasiado tarde.
Es un proceso que viene de lejos y en el que colaboró de forma crucial el Partido Laborista de Blair,  a través de la aplicación estricta de las normas de regulación de la competencia desarrolladas por la Unión Europea, que también aceptaron sin rechistar los políticos españoles.  Como desean Esperanza Aguirre  y sus torpes discípulos para nuestro sistema, el NHS ha pasado de ser un servicio público a un mercado mixto, necesario para el crecimiento de  la industria de servicios sanitarios. Los políticos responsables de este proceso también niegan cualquier acusación de privatización, empleando la misma táctica de manipulación de masas que se emplea en la comunidad de Madrid: si el centro privado que le da servicios lleva el logo del sistema público ( NHS en aquel caso), ¿qué más le da a usted para quien trabaje su médico?
Ya comentamos en El Pais por qué debería importarle dicha cuestión a cualquier ciudadano digno de tal nombre.  Reynolds también señala la diferencia de objetivos entre un proveedor público y uno privado: en el primero, el tratamiento de los problemas de los pacientes es el propósito y el dinero el medio para ello. En el segundo, todo el sistema está organizado para poder generar dinero, y con ello beneficio para la empresa y sus accionistas.
La investigadora británica denuncia los riesgos que implica convertir a profesionales cuya misión es aconsejar y cuidar, en vendedores de servicios. Tras el señuelo de la supuesta autonomía que se otorgará a los médicos generales británicos a través de los Clinical Commissioning Groups (CCG), se esconde la estrategia de los políticos británicos de acabar haciéndoles responsables de los recortes que inevitablemente tendrán que realizar, si quieren seguir participando en el nuevo mercado sanitario.
Los cambios que entraron en vigor el pasado 1 de abril en Inglaterra no suponen la privatización inmediata del sistema. Tampoco lo son en Madrid, ni en Cataluña. Pero realiza los cambios necesarios para hacerla posible. El primero de estos cambios consistió en reemplazar el foco de atención del sistema sanitario: donde antes estaba el  paciente ahora está el dinero. El beneficio es el vector que gobierna también desde hace tiempos los hospitales públicos británicos como se comprobó por desgracia en el caso del hospital de Staffordshire. Pero con los nuevos cambios normativos casi ningún hospital público podrá competir en un mercado ideado para ser colonizado por los proveedores privados. Un mercado en el que se descremará la leche lo suficiente como para permitir que los pacientes rentables acaben siendo atendidos en centros privados y los pacientes costosos en una asistencia pública residual. Al fin y al cabo, el papel de las aseguradoras privadas en Reino Unido es similar a España: como indica Reynolds, simplemente no están interesados en nadie que les cueste dinero ( They like to keep ir simple, and they like to keep ir profitable). Para pacientes complejos, problemas múltiples, reacciones adversas les conviene que siga existiendo un NHS público al que enviar los puros.
Raynolds señala que la evidencia empírica respecto a la mayor costo-eficiencia de los sistemas sanitarios públicos es suficientemente sólida. Los partidarios del proceso de privatización no presentan pruebas fiables de la mayor eficiencia de su modelo, más allá de declaraciones genéricas sobre el incremento de los costes tecnológicos y la insostenibilidad del gasto bajo el axioma de la austeridad.
En una encuesta que publica hoy El País el 64% de los madrileños considera que localidad de los servicios públicos es peor que hace unos años. Un 70% cree que las reformas emprendidas por el gobierno de esta comunidad pondrán en peligro la supervivencia del sistema sanitario público. Aún así un 35% votaría al Partido Popular, que sigue siendo la fuerza más votada en Madrid.
Algo está profundamente enfermo en un país cuando deterioro de su funcionamiento no pasa factura a sus políticos.
(Viñeta de El Roto en El País)

2 comentarios:

  1. "Raynolds señala que la evidencia empírica respecto a la mayor costo-eficiencia de los sistemas sanitarios públicos es suficientemente sólida. Los partidarios del proceso de privatización no presentan pruebas fiables de la mayor eficiencia de su modelo."
    Hay un error, terrible, en el aserto.
    El numerador de la ecuación costo-eficiencia no tiene un titular establecido, y eso se presta a confusión. Si el costo es para el paciente privado, allá el. No deberiamos interferir en su libre opción. Si el costo es público, repartido universalmente entre la población, la cosa es bien distinta.
    Por ello el planteamiento solo sirve para comparar sistemas estrictamente privados versus públicos. No es nuestro caso.

    Si planteamos la opción ideal, hipotética y utópica, creo que elegiriamos una sola, la fenecida sanidad española. Hoy cadaver.

    Con una deuda soportada, via deficits continuos, generados por sus principios tan absurdos como irreales, universal y gratuita, y agravados por la gestión política de un sistema que ya hizo aguas cuando la alternancia entre Canovas y Sagasta y cuya actual repetición solo confirma el deja vu. Solo que ahora el asunto de la desamortización lo tenemos más crudo. Los votantes amenazan con dejar de hacerlo.

    Volviendo al tema saludable: Gestión mitad corrupta mitad ineficiente, durante décadas, y bolsillos vacios, no permiten otra opción que la que se avecina, el desguace.
    Lo lamentable es que todavia se caliente a la ciudadanía con la posibilidad de conservar algo que no tiene, que no tenemos ya.
    Ahora solo queda abrir los ojos, y la mente, y volver a empezar, cuando y como sea factible.

    "Algo está profundamente enfermo en un país cuando deterioro de su funcionamiento no pasa factura a sus políticos".

    Totalmente de acuerdo.
    Saludos.

    www.hayquevivirla.blogspot.com

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  2. Muchas gracias Emilio.
    La entrevista con Reynolds es demasiado larga, y posiblemente se haga dificil y pesada seguirla. Ella hace referencia al abanico de sistemas sanitarios existentes, en uno de cuyos extremos podría estar el sistema americano y en el otro el NHS original, que cada vez se ha ido desplazando más en la dirección del primero. Y señala que los sistemas nacionales de salud han conseguidotradicionalmente mejores resultados en salud para el conjunto de ciudadanos de un país a un coste menor ( medido a través del procentaje de su riquza destinado a financiar dicho servicio). En ese sentido serían más costoeficientes aunque sea a costa de pagar el precio de tener una satisfacción ligeramente peor que los sistemas en que el usuario de los servicios tiene mayor capacidadd de elección, propio de sistemas bismarckianos. A semajantes conclusiones llegó con sus trabajos en Lancet y Milbank Quarterly Barbara Starfield y su grupo
    Las últimas revisiones sistemáticas en países de ingresos medios y bajos tampoco demuestran mejores resultados ni menor oste de los sistemas en que la prestación es predominantemente privada ( toos los sistemas tienen al final un mix entre lo público y lo privado)
    Cuestión diferente es la tendencia atávica al despilfarro, la corrupción y la ineficiencia, mantenida en un juego suicida de prometer lo imposible y no realizar los cambios que desde hace décadas era imprescindible acometer. En ese sentido es cierto que esto sería la crónica de un desguace anunciado. Pero cuysa solución dudo mucho que sea avanazar en la senda del modelo americano
    Saludos
    PD: muy interesante su blog. Magnifica la de sus satánicas majestades

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