Se ha apodado “el Tuerto”, su profesión es matar.
El pueblo entero ha volado, nadie quiere salir,
en el salón el barmán dejó ya de servir.
Y yo sé que esta vez sin duda viene a por mí…”
El Pistolero. Pistones.1983
En el casino de la localidad de Madrid, condado de Santa Fe, Nuevo Mexico, volaban las sillas mientras el pianista esquivaba las balas. Una de las bandas locales había liquidado a su cabecilla por malencarado, en un complot tramado desde el periódico del pueblo, The Country Gazette. Para no ser menos, la dueña del salón, de nombre Esperanza, se había cobrado la cabeza del jefe de su propio bando, un tal Gonsales, sospechoso de robar ganado.
En la cantina llamada Asamblea, mientras los parroquianos jugaban al póquer, y algunos empresarios tramaban tratos oscuros, el diputado Freire denunciaba el último atropello del gobierno de Madrid, en el que se habían vulnerado las bases de la convocatoria de acceso a plazas de médicos y enfermeras. Súbitamente se abrieron las puertas del saloon dando paso al Pistolero. Mordió la punta del cigarro y escupió a la tarima, siendo imitado por los secuaces que le acompañaban.
En una escena que recordaba el duelo entre el hombre de ley Ransom Stoddart y el pistolero Liberty Valance en la película del mismo nombre de John Ford, el Pistolero exclamó desafiante:
“Creo que usted mismo se ha contestado a la pregunta, me pregunta quién nombra al tribunal y me contesta: usted nombra al tribunal. Pues claro, ya lo sabe usted, que el que nombra al tribunal soy yo; luego poco tengo que aclararle sobre esa cuestión. ¿Quién nombra al tribunal? Yo. ¿Quién firma las bases de la convocatoria? Yo. ¿Quién interpreta las bases de la convocatoria? Yo. ¿Cuándo? Cuando me lo pide el tribunal. ¿Qué hago yo con el tribunal? Por orden: dicto las bases de la convocatoria, nombro al tribunal, le doy todo el apoyo burocrático, que es una cosa sin importancia; hubo más de siete mil y pico personas de apoyo para examinar a 84.000 –nada, no tiene importancia- y todo el apoyo al tribunal administrativo. El tribunal, que es un órgano independiente, que se lo dije el otro día, que actúa como órgano colegiado, tiene toda la independencia para actuar. Y cualquier injerencia en la actuación del tribunal, como usted sabe, puede ser constitutiva de delito. ¡Puede ser constitutiva de delito! ¡Y esto lo sabe usted igual que yo; con lo cual, no quiera que me pille el toro, porque soy tan mayor como usted, señor Freire! ¡Soy tan mayor como usted! ¡Yo no puedo tener ningún tipo de injerencia en la actuación de un tribunal! Ahora bien, si el tribunal me pregunta por escrito sobre la interpretación de las bases, que en las bases está incluido que pueden interpretarlas el propio tribunal, yo tengo obligación como órgano convocante de hacer esa interpretación, ¿de acuerdo? Pero lo importante en un proceso selectivo, ¡lo más importante de todo!, señor Freire, no es que el punto de corte esté aquí o esté allá, lo más importante de todo es la igualdad de todas las personas que se presentan, que haya un proceso de transparencia, que no haya filtraciones, etcétera. Eso es lo más importante de la actuación de un tribunal, y luego evidentemente vienen más cosas”
Hay algo que da mucho miedo en esta gente. Es el desprecio absoluto que tienen a la ley cuando ha dejado de serles útil, la ignorancia de la justicia si no coincide con sus intereses.
Esta semana, el Ministro de Defensa español ha humillado públicamente a la comandante Zaida Cantera , de la misma forma que los secuaces de su banda han insultado a la diputada que defiende su causa, Irene Lozano. En 2012 un tribunal militar condenó a un coronel del ejército José de Lezcano-Mújica a 2 años y 10 meses de prisión por abuso de autoridad y trato degradante sobre la Comadante Cantera , quien le había denunciado por acoso sexual. Sin embargo no ha sido inhabilitado, y se reincorporará como coronel al cumplir el periodo de condena. La víctima del delito, por el contrario , ha acabado por solicitar la baja del ejército ante el hostigamiento personal que lleva sufriendo desde entonces por denunciarlo. El periodista Jordi Ebole denuncia también las presiones respecto a la emisión de su programa sobre el caso.
El Director General de Recursos Humanos de la Consejería de sanidad de la Comunidad de Madrid considera que la modificación de las condiciones para acceder a la plaza en una oposición no tiene ninguna importancia. Las normas que él y los suyos establecen en un proceso selectivo en que tanta gente se juega su futuro, pueden perfectamente violarse si no sirven para sus propósitos.
La fuerza (aunque sea de los votos) no es una patente de corso que permite vulnerar la ley. Los forajidos siempre lo han ignorado.
Una mujer, oficial de las FFAA, denunció acoso sexual y laboral en el seno de esas FFAA. Un tribunal militar (no civil) condenó a un coronel de las mismas FFAA. Que después de eso, el Ministro de Defensa interprete que una pregunta que se le hace a él en el Congreso es un ataque a las FFAA es en realidad un ataque suyo a la inteligencia de todos los que tuvimos que soportar tan insensata exhibición de prepotencia, que debiera ser impropia en esa cámara y causa de dimisión o cese inmediato.
ResponderEliminarParece claro lo que ese ministro desearía que ocurriera. Tan claro que no es preciso expresarlo aquí. Después, lo de siempre: nada como un protocolo preventivo, pero a esa mujer nadie le reparará un daño que podía y debía ser evitado.
Es lamentable y un atentado al decoro elemental que haya sido el propio ministro quien, además de hacer el ridículo defendiendo su inoperancia, atacara él mismo en realidad a las FFAA al defender lo que de malo pueda haber en ellas, sin importarle en lo más mínimo la carrera profesional de militares vocacionales como la comandanta Zaida.
¿Es esperable que, si un ministro actúa así, no lo haga también cualquier directorcillo de algo en el ámbito sanitario o en cualquier otro?
Tienes toda la razón. me deja perplejo que solo algún partido haya pedido su dimisión cuando debería haber sido un clamor
ResponderEliminarEs asombrosa tanta felonia