“Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
Génesis 4:9.
Raro es el profesional sanitario que no
se haya visto en la situación de tener que trabajar con un compañero que no reúne
las condiciones necesarias para algo tan importante, demandante y complejo como
es atender a un paciente. Ya sea por enfermedad, incompetencia, o actitud es
inevitable que este tipo de situaciones aparezcan: la persona que llega a
trabajar con unas cuantas copas de más, el que llega tarde y marcha pronto,
aprovechando supuestos “ratos muertos” incluso para hacer la compra, o bien
aquel que demuestra claramente que su capacidad para ese desempeño
concreto hace tiempo que se perdió, si es que la tuvo alguna vez.
La expresión inglesa “Elephant in the
room” hace referencia a las situaciones en que existe un problema inmenso que nadie
menciona. Trabajar con compañeros que no reúnen las condiciones necesarias para
hacer bien el trabajo es una de ellas. Un velo de ignorancia y de secreto
oculta estas situaciones cuando se producen. Los primeros que contribuyen a
mantener el problema bajo la alfombra son los sindicatos, siempre garantes de
los derechos de los trabajadores, aunque esos derechos al que acaben
perjudicando es al paciente. Siempre hay una buena razón, una mejor excusa para
mantener las cosas como están: “un mal día lo tiene cualquiera”, “hoy por ti ,
mañana por mi”, “nos engañareis en el salario pero no en el horario”…Pero al final todos contribuimos aaal mantenimiento de la situación ya sea por miedo,desidia o impotencia
Al margen de que la incompetencia (
ya sea por enfermedad, falta de capacitación o actitud) acaba siempre por
afectar al resto de los compañeros que sufren en silencio cómplice el
problema, la principal razón de su
relevancia se encuentra en el riesgo cierto que supone para la seguridad de los
pacientes. Nos lavamos mucho las manos , cumplimos
obedientemente las guías que envían las administraciones, hacemos hermosos
diagramas de espinas de pescado ante cualquier incidencia, pero sobre este pequeño problema apenas sabemos nada. Sencillamente no nos
interesa.
A otros sí. El año pasado un grupo de
investigadores del IQ Healthcare de la Radboud University de Niejmegen y de la
Universidad de Southampton publicaron un interesante trabajo en el BMJ Qualityand Safety sobre las experiencias respecto a este problema de 10 profesiones
sanitarias en Holanda.Se realizó una encuesta dirigida a 4348
profesionales de diez diferentes profesiones reguladas, con respecto a
su grado de conocimiento (en el último año) de colegas incompetentes o con problemas cuya situación podría afectar a
su ejercicio profesional, explorando
también la respuesta ante dicha situación y las razones que determinan dicha conducta. La tasa de
respuesta fue baja, del 28,5%. Un tercio de los respondientes habían tenido una
experiencia de esas características en el último año, el 84% de las cuales
debidas a manifiesta incompetencia. Esta podía ser debida a
atención deficiente, falta de colaboración con el resto del equipo, o falta de
comunicación con colegas o pacientes. La discapacidad
podía deberse por abuso de sustancias, discapacidad física, enfermedad mental o
conducta disruptiva.
Incluso suponiendo que ningún de los que
no respondieron a la encuesta hubiera vivido una experiencia semejante, cerca
del 10% de profesionales holandeses han tenido que afrontar la situación de
descubrir la incompetencia o falta de condiciones necesarias para el trabajo de
un compañero. No parece por tanto un problema menor allá donde se estudia
Un tercio de las que tuvieron la
experiencia no hicieron nada al respecto. La principal razón para no intervenir
es la dificultad de demostrar la existencia de problemas o una conducta
incompetente.
Por supuesto no se trata de implantar la
delación como criterio de acreditación en calidad (la habitual respuesta cuando
se detecta un problema de seguridad en nuestro país). El problema es muy complejo puesto que
afecta a derechos individuales pero también a obligaciones, del profesional y
de su organización. Sin duda hay que diferenciar lo que son situaciones
patológicas de simple irresponsabilidad o mala fe. Y cada una tiene en
tratamiento diferente.
En España trabajar con un compañero que no reúne las condiciones necesarias
para un adecuado desempeño de sus funciones sigue siendo un problema invisible, que hay que sobrellevar con resignación, cruzando los dedos para que las
consecuencias no sean graves. Al fin y al cabo, ¿acaso soy yo , el guardián de mi hermano?
(Imagen: Cain y Abel. Mark Chagall. colección privada)
Me parece un post muy interesante. Uno de los criterios de calidad es estar cualificado para el desempeño de las competencias de nuestro puesto de trabajo. Sería labor de la administración velar por su cumplimiento, otorgando permisos y ofreciendo formación a quien no las tiene.Si la admon.hace dejación y los profesionales nos callamos por un falso corporativismo, estamos fallando a nuestros pacientes
ResponderEliminarAún denunciándolo es muy difícil establecer medidas correctoras (reubicación laboral, bajas que sean cubiertas, mecanismos de compensación, etc...). El sistema administrativo de contrataciones en España es tan rígido que no permite flexibilidad ni adaptaciones a los problemas. La "solución" que nunca falla, tristemente, es cuando las consecuencias del problema son tan graves, que acaban trascendiendo, vía judicial, a los medios de comunicación. Creo que todos podemos recordar sucesos muy tristes y evitables.
EliminarAsi es Alberto.Solo se actua por desgracia cuando el asunto ya ha ido demasiado lejos. Mientras tanto todo parece tan dificil que mejor dejarlo estar
EliminarDE GUARDIANES
ResponderEliminarLo que voy a comentar no guarda relación directa con este post, o tal vez sí. El caso es que se trata de una reflexión que el post me ha inspirado.
Planteo una situación hipotética, posible, tal vez real. Supongamos, sólo supongamos.
Un médico con una buena trayectoria profesional, a quien sus enfermos le están agradecidos. Una trayectoria de años de servicio.
Un día, él o alguien comete una torpeza banal; algo corriente entre compañeros en un sistema jerarquizado como en la época franquista (pero peor, a dedo). Se inicia una bola de nieve. Otros compañeros (qué término ese a veces) perciben que el de la buena trayectoria está ido, que se le va la pinza o que tiene muy mala leche. Ya lleva tiempo haciendo cosas raras; es un peligro. Finalmente alguien lo expedienta. Crece la bola de nieve… ad infinitum. Juicios, resoluciones, más juicios, etc. Es sancionado, apartado del sistema. Bueno, ya sabes; es que él se lo buscó. Es que era un riesgo para los pacientes. ¿Y antes? No sé. No lo conocí antes.
Nadie recuerda el Código Deontológico, que obliga a comunicar discretamente al Colegio que algo va mal. Pero ¿quién se acuerda de eso (los colegios, además, ya se sabe…), habiendo gerencias y juzgados?
En un ambiente médico, son los propios médicos los que pueden condenar a uno de los que eran de los suyos, ya no, invocando el trastorno de un compañero que bien puede no estar trastornado. O sí. Pero se hace todo con demasiada ligereza. El pasado se borra, sólo se recuerdan pérdidas de control recientes, quizá escandalosas (las causas nunca lo son); sólo se argumenta el “ya sabes como es” para apartarlo, para condenarlo, al ostracismo que puede ser sinónimo de la puñetera calle.
Qué triste que esto pase. Ay del solo, decía el Salmo.
Aclaro que no es mi caso, pero podría serlo, del mismo modo que es el caso de otros, de pocos, pero el número no importa. Ocurre en nuestros asépticos hospitales, esos en los que a la vez, pasa lo que comentas en el post.
Muchas gracias Javier
EliminarLo que comentas es la imagen especular de lo que yo planteaba. Cuando la discrepancia es el objetivo de la represalia, cuando no se permite ni tolera el error o la equivocación. Yo no me refiero a eso. Somos humanos y como tales nos equivocamos. El problema es otro y creo que todos lo conocemos y lo hemos vivido. No es el que sse equivoca una vez pero trabaja normalmente. Es el siverguenza, el vago, el caradura o el que claramente está enfermo pero no quiere asumirlo ni reconocerlo
Y los demás callamos, complices. Después nos llevamos las manos a la cabeza.
Añadir que los Colegios Oficiales de Médicos con su Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) aún contribuyen mucho más a la opacidad y a la no resolución del conflicto laboral que se plantea ante casos de incompetencia por motivos de salud (mental, sobretodo) en los que se ven afectados como víctimas finales, en última instancia, los pacientes. En su defensa a ultranza por el individuo, se sacrifica a todo un equipo de trabajo que acaba quemándose y se camuflan los errores evitables sobre los pacientes, algunos con secuelas irreversibles. Si contáramos las experiencias del elefante en la habitación, a más de uno se le pondrían los pelos de punta.
ResponderEliminarMe permito incidir en este comentario que me parece especialmente interesante.
EliminarPertenecí a la junta directiva de un Colegio. Sin ser perfecto, desde luego, el PAIME es, al menos, una aproximación interesante a un problema real (el de la enfermedad psiquiátrica o hábitos tóxicos que perturban la práctica médica). Creo que la "defensa a ultranza del individuo" es imprescindible, aunque no debiera perturbar al equipo de trabajo (cuando existe tal equipo). Lo es porque si algo estigmatiza es la patología mental.
En el ámbito hospitalario, especialmente cuando se trata de hospitales grandes, hay cierta capacidad de "buffer" para reconducir una situación crispada, pero las gerencias y equipos directiuvos no suelen ser muy sensibles al respecto. Por el contrario, suelen facilitarse situaciones de desplazamiento cuando no de acoso laboral puro y duro. Y ya sabemos que el acoso es especialmente sentimiento subjetivo muy difícil de demostrar en sede judidicial.
Por supuesto, coincido en que, sea cual sea la medida tomada, ha de primar la atención al paciente en todos los casos.
felicito!!es un problema real y por lo que dices universal...una falsa imagen de la solidaridad y el compañerismo
ResponderEliminarDisiento sobre la opinión del autor de que los principales responsables son los sindicatos. Claro, podríais decir que porque pertenezco a AMYTS, sindicato profesional médico. Está claro que esa puede ser una razón, pero discrepo porque al menos en el sistema estatutario sanitario de la CAM... en mi opinión el principal responsable es la Administración.
ResponderEliminarPor varias razones:
- Cuando alguien incumple horarios y como dice el artículo todo el mundo mira hacia otro lado... hay grados de responsabilidad. Tal vez para un compañero sea violento quejarse de otro compañero, pero está su jefe, dirección médica y gerencia. De modo que finalmente se establecen 'ambientes permisivos', ¿por qué motivos? Habria que analizarlo detenidamente.
-Casos especiales, si media enfermedad o similar a parte de la estructura jerárquica está salud laboral.
-El sistemático incumplimiento de la administración tanto en el plano de incentivos (de hecho a la bajada de mas de un 25% de sueldo se le podría cobsiderar un gran 'desincentivo'), se une por ejemplo en hospitalaria a un sistena encorsetado en el que la ausencia de traslados o movilidad de área, 'condena' a los profesionales a un entorno de trabajo que cuando es malo puede convertirse en un infierno para todas las partes afectadas.
-No digamos cuando se da el fatídico hecho de que quien pone en riesgo a los pacientes por acción u omisión es un superior jerárquico.
Es fácil y manido culpar de todo a los sindicatos, mucho más complicado pero beneficioso sería volver a establecer un auténtico sistema de méritos, con flexibilidad e incentivos que motivaran al personal médico para no tener que llegar en tantas ocasiones a sufrir personal quemado y que puede llegar a resultar en una disminución de la calidad asistencial.
Mas allá del expediente médico en ocasiones mal utilizado, la administración no se ha molestado en evaluar estas situaciones y darles una salida satistactoria.
Un saludo.
Ángela Hernández Puente
Responsable AH AMYTS
Nada más lejos de mi intención que generalizar. Por supuesto que hay sindicalistas honrados, capaces de denunciar a sus propios compañeros si estos incumplen las normas elementales de la ética profesional. Pero por desgracia, en mi experiencia y en la de buena parte de las personas que conozco, lo habitual no es actuar en estos casos, sino ocultarlos y defenderlos a capa y espada.
EliminarEn ningún momento mi comentario se referia al error que puede cometer un profesional competente y responsable en un momento dado.
A lo que me refiero es al compañero que se escaquea, al que llega tarde y se va pronto, al que aprovecha para ir de compras en horario de trabajo, o ( como pasaba haca no muchos años) se escapaba de su trabajo en el público para ir a la privada.También al que está enfermo y no quiere reconocerlo, al adicto al alcohol, al esquizofrénico en brote, al compañero con trastorno de la personalidad cuya conducta afecta a sus pacientes.
Si, ya sabemos que existe la salud laboral. Otra cosa es que funcione. Ya sabemos que están las gerencias, direcciones médicas y directores de departamento o servicio. Y que tienen una responsabilidad capital. Pero ¿que ocurre cuando intentan actuar y se topan con la defensa a ultranza de los sindicatos?
¿Por que los sindicatos no son los primeros en identificar y actuar contra los profesionales que denigran a la propia profesión?
Lo señalas con una frase muy ilustrativa: "Tal vez para un compañero sea violento quejarse de otro compañero". Violento aunque sepaas que está poniendo en peligro a sus pacientes. Porque no es tu problema.
El "entorno de trabajo que cuando es malo puede convertirse en un infierno para todas las partes afectada" parece justificar cualquier situación, cualquier incompetencia.
Desde este blog se ha criticado en reiteradas ocasiones a la administración sanitaria. Se ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de cambiar radicalmente las condiciones de trabajo de los profesionales.
Creo ( y lo he dicho) que, como escribian McKee y Stuckler en el BMJ, una de las primeras medidas para demoler los estados de bienestar es acabar con los sindicatos, táctica del modelo neoliberal que defendía sin complejos Esperanza Aguirre.
Para mi los sindicatos son imprescindibles. Pero paraa que sigan siendo útiles no pueden convertirse en ddefensores ciegos dde cualquier profesional, haga lo que haga y se comporte como se comporte
Los propios profesionales y sus legitimos representantes somos tan responsables como la administración de denunciar las circunstancias en que existe un peligro cierto para los pacientes. Aunque los implicados sean " de los nuestros"
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo
Tengo colegas que descuidan totalmente su trabajo, no cumplimentan nada en hta. clínica, entran y salen del trabajo cuando quieren, hablan mal del que -a su vez- trabaja. A pesar de todos los pesares, son los más simpáticos, más queridos y mejor valorados del Servicio. Sistema perverso, anquilosado y donde prima el "dolce far niente". Mucho colegueo y poca seriedad. Difícil cambiarlo.
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