“El gran Khan estaba
hojeando los mapas de las ciudades amenazadoras de las pesadillas y las
maldiciones: Babilonia, Yahoo,Brave New World. Exclama:
- Todo es inútil si el
último fondeadero no puede ser sino la ciudad infernal, donde en una espiral
cada vez más cerrada, allá en el fondo, nos sorbe la corriente.
Marco Polo responde:
- El infierno de los
vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que
habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no
sufrirlo: una es aceptar el infierno y volverse parte de él hasta dejar de
verlo. La otra es riesgosa, y exige atención y aprendizaje continuo: buscar y
saber quien y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y
dejarle espacio.
-
Las ciudades escondidas (Las ciudades invisibles).
Italo Calvino.1972.
Afirmar que “no hay futuro” para la Atención Primaria no es
más que una hipótesis nula. La esperanza está en que la realidad la refute. Sin
embargo hay razones sólidas para mantenerla, derivadas tanto de la falta de
voluntad en cambiar las cosas, como de la ausencia de un proyecto alternativo.
No parece existir una necesidad imperiosa de modificar la
situación actual de la Atención Primaria; si así fuera, ya se habrían producido
movilizaciones más allá de los recursos al pataleo ( como éste). La generación
de cambios reales es un fenómeno social, no individual, y las diferentes
generaciones que forman la comunidad de la Primaria no parecen tener móviles
suficientemente potentes como para intervenir , aunque por razones diferentes.
La generación de los pioneros, aquellos que coparon
administración y organizaciones sociales y profesionales en los 80, y que consiguieron iniciar un
proceso de reforma en la Atención Primaria en España, están “llamando a laspuertas del cielo”: jubilados o a punto de serlo, esta guerra ya no es la suya;
tampoco tendría sentido que una posible reforma la lideraran los
mismos que hace casi 40 años: el mundo ha cambiado demasiado.
La segunda gran generación , la situada entre los 40 y 60
años, tampoco encuentra incentivos suficientes para implicarse en un cambio; es
cierto que aún les queda camino por delante, pero en una importante mayoría
alcanzaron el particular Eldorado del profesional sanitario: la plaza en propiedad.
Dentro del “particular infierno” de baja intensidad de la Primaria ( como escribía Calvino),
optaron mayoritariamente por aceptar ese pequeño infierno y dejar de verlo;
afortunadamente no dura más de las 7 horas de consulta diaria, y el día es muy
largo para permitir otras cosas.
La tercera de las generaciones presenta un componente que le
diferencia sustancialmente de las dos anteriores: son nativos del mundo
“líquido”: se encuentran inmersos en una condición en la
que “las formas sociales se descomponen y
derriten antes de que tengan el tiempo suficiente para solidificarse” (
Bauman, Tiempos líquidos). Al margen de que, salvo excepciones (afortunadamente
en aumento), no eligieron trabajar en Atención Primaria como su primera opción
de futuro, sus condicionantes fundamentales juegan en contra de los valores
esenciales de la especialidad que ejercen. Trabajar en Atención primaria tiene
muchas similitudes con el trabajo del jardinero: sembrar, esperar, perseverar.
La base de su éxito estriba en establecer relaciones de confianza duraderas
mantenidas a lo largo del tiempo. Sin embargo , “ mientras la vida premoderna era un ensayo diario dirigido a conseguir
la duración infinita de todo, salvo la vida mortal, la vida moderna líquida es
un ensayo cotidiano de fugacidad universal: lo que los habitantes del mundo
líquido descubren en seguida es que no hay nada en ese mundo que pueda durar (
y menos aún para siempre)” ( de nuevo, Bauman). La tarea que tienen ante sí
los profesionales de Atención Primaria de esta generación es colosal: nada
menos que hacer compatible valores de vida premoderna ( continuidad,
perseverancia), en una sociedad moderna centrada en la fugacidad. Nunca tuvieron
un reto igual aquellos que les precedieron.: generar una nueva forma de vínculo
duradero con los pacientes en un escenario que fomenta precisamente lo
contrario. Algo que no es importante, paradójicamente , en el resto del sistema
sanitario.
Para rechazar la hipótesis nula habría que aunar a tres
generaciones tan diferentes ( al menos las dos últimas) en una empresa común.
Que además no se sabe cual podría ser.
No va a ser fácil refutarla.
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