No me descubras el secreto
es tu manera de dejarme quieto
Esta vez has dado en el blanco
en todo el camino no hemos dado
un paso en falso
Es magia con precisión
Magia con precisión.Nacha Pop
El mago
garabatea con tinta verde el nombre de Linda en la sota de diamantes; la coloca
en medio del mazo de cartas, un segundo después, mientras explica a la
audiencia lo que va a ocurrir, la carta aparece encima del mazo, y un segundo
después, sin tocarla, aparece en el bolsillo de su pantalón. Las cartas
evidentemente no vuelan, pero la impresión de la audiencia es que sí lo hacen, desde
el mazo al bolsillo. El mago se llama Gustav Kuhn y es profesor de psicología en
la Universidad de Londres, y junto a otros investigadores de diferentes
disciplinas estudian los resquicios en el proceso de cognición que aprovechan
los magos para generar sus ilusiones, y que a la vez permiten avanzar en el
conocimiento del proceso de percepción y cognición humana.
Linda
Rodríguez escribía sobre este tema, la utilidad de la magia para mejorar el
conocimiento de la percepción humana, en el Boston Globe hace unas semanas. Cada una de las experiencias que tenemos en el
mundo, todo lo que vemos, oímos, olemos o sentimos, lo que recordamos después
de vivirlo, es en cierta forma virtual. Nuestra percepción no la crean los
sentidos, sino que se crea realmente durante el proceso de cognición. En
opinión de Kuhn, aunque no lo creamos, la magia realmente ocurre todo el tiempo, toda nuestra
experiencia “es una ilusión masiva de la que no somos conscientes”.
Durante
el truco, el mago desvía la atención de la audiencia del punto en que realiza
el engaño, y de esta forma lo que “los ojos nos dicen y lo que experimentamos
crean narrativas diferentes”. Es al permitirnos experimentar “lo imposible”, cuando la
magia genera el conflicto entre lo que creemos que es posible y nuestra experiencia
real.
De la
misma forma que el mago desvía nuestra atención al lugar equivocado, el
contexto desvía nuestra atención cuando intentamos tomar una decisión clínica.
Y a menudo ésta responde al contexto y no a lo que realmente ven nuestros ojos.
De esta forma el que la persona que tengamos ante nosotros sea rica o pobre,
esté sucia o impecablemente vestida, huela bien o mal, hable un idioma u otro,
nos distraerá a menudo de lo que es importante, y nos hará seguir el señuelo de
lo accesorio. Y la decisión que tomemos, sin darnos cuenta, probablemente será
errónea.
En la
imagen adjunta se visualizan una serie de signos gráficos; el contexto en que
se insertan es lo que nos lleva a afirmar que lo que “vemos” es la letra B o el
número 13.
En uno
de sus trabajos Pat Croskerry ( El contexto lo es todo o ¿Cómo puedo ser tan estúpido?) señala que el papel más difícil del clínico es diferenciar “los
signos críticos” que aporta el paciente , del "ruido ambiental" que le rodea; en
ocasiones es muy fácil diferenciar el signo crítico del ruido, en esas raras
ocasiones en que el signo clínico es patognomónico de la enfermedad en cuestión;
pero mucho más a menudo el ruido se superpone al signo y hace casi imposible su
distinción ( casi el mismo dolor puede
esconder una migraña o una hemorragia subaracnoidea).
Y es
ahí, paradójicamente, cuando el contexto que tanto confunde, puede
paradójicamente darnos la clave para diferenciar la señal del ruido.
Kuhn
considera que una palabra clave en este campo es el término inglés “Wonder”, preguntarse. “Preguntarse por las cosas es una parte fundamental de la vida,
una de las actitudes esenciales para encontrar y descubrir; si nuestros
antepasados no se hubieran preguntado nosotros no estaríamos aquí”.
Sin
preguntarnos por qué y cómo razonamos con cada paciente será difícil avanzar en
la parte más oscura del ejercicio de la medicina: la decisión clínica
(Imagen tomada del artículo citado de Pat Croskerry)
(Imagen tomada del artículo citado de Pat Croskerry)
No hay comentarios:
Publicar un comentario