jueves, 29 de septiembre de 2016

El ángulo muerto



Nadie me ve
en el ángulo muerto,
nadie me ve
por el retrovisor,
nadie me ve,
es el sitio perfecto,
y sé que no,
sé que no hay nada que hacer.
En el ángulo muerto. Cartografía. 
José Ignacio Lapido

Nos gusta abrir sobre la mesa de cualquier reunión ese hermoso ordenador que apenas pesa y tiene una manzana en medio que despierta al abrirse; y presumir colocando encima de la mesa el “alfonsete” esa última edición de iPhone que de moderno que es ,ya no tiene ni entrada para auriculares. Pero todos sabemos lo que hay detrás de ese producto tan hermoso y moderno, y no queremos reconocer.
Aditya Chakraborty describía en The Guardian hace unos días las funciones que incluye tu i Phone, entre las que se encuentran además de unos beneficios descomunales, la opresión y la desigualdad.
Lo que él denomina “gallinas ponedoras humanas” se dedican a trabajar 12 horas al día, 6 días a la semana, a ritmo de 90 por minutos, con salarios de miseria puesto que en Estados Unidos debería pagar cien veces más por ese trabajo. La producción de estos aparatos se realiza principalmente en tres fábricas chinas, Foxconn, Wistron y Pegatron. En la primera de ellas 18 trabajadores intentaron suicidarse y 14 lo consiguieron. La respuesta de la empresa de Cook fue instalar “atrapamoscas” para evitar que los defenestrados tocaran el suelo.
Pegatron por su parte reaccionó ante la subida del salario mínimo eliminando derechos de los trabajadores, como el seguro médico.
Apple emplea como coartada de su explotación la misma que emplea Gates o Amancio Ortega: su inmensa “generosidad” dando donaciones para lo que él quiere, y que es aceptado (como en el resto de los casos de otros mecenas) con agradecimiento sumiso por parte de los gobiernos que reciben sus limosnas, y que condicionan a qué y cómo van destinados los recursos.
Desde hace un mes otro todopoderoso, Marc Zuckerberg, tras comprar Instagram y WhatsApp, obliga a todos los usuarios de éste último a compartir sus datos con Facebook. Sin la más mínima consideración con sus nuevos usuarios, o aceptas sus condiciones o estás fuera.
Sí claro, existen otras alternativas, pero el gran rebaño humano no quiere perder el hilo a través del que se comunica con sus borregos amigos.
La prepotencia con la que actúan estos tiranos modernos no la permitiríamos en ningún gobernante político. Pero, por desgracia, nuestra vida está ya tan contaminada de fotos compartidas en Instagram, cotilleos de peluquería colocados en Facebook y conversaciones a mil bandas con el teléfono que preferimos ignorar el problema.
Y el problema es que ésta gente tan moderna, se burla de los principales avances que hemos alcanzado como sociedad, desde el pago de impuestos en función del ingreso, como al derecho a una información veraz, comprando o amenazando a los medios que critican sus prácticas.
Mejor concentrarnos en las imbecilidades de los políticos que tenemos a mano. A los otros, que suponen una amenaza cada vez mayor para las aspiraciones de libertad y justicia, no los vemos.
Están en el ángulo muerto.

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