En el
mismo reino de tecnologías, hospitales de vanguardia y magos poderosos, existe
también otra mitad, invisible como el aire. Invisibles son sus habitantes e
invisibles son los centros que les prestan atención, en los que no existen
fusiones, desfusiones ni caballeros andantes.
Almanjayar
y Cartuja, en el norte de la ciudad de Granada, comparte un triste presente de pobreza,
paro y ausencia de oportunidades, al que ninguna autoridad política ha prestado
nunca la atención que merece. El mejor ecosistema para que germine la marginalidad y la violencia:actualmente representa
uno de los más innovadores y productivos laboratorios en producción de
marihuana del Reino. En el mismo bloque de viviendas conviven ancianos, muchos
de ellos en muy delicada situación de salud, con plantas feraces que medran en
el piso de arriba al calor de la luz y el calor que aporta la red eléctrica.
A veces
la sobrecarga de la red produce cortes, que sufren a diario vecinos con
contratos en vigor, “enganchados” ilegales a la red y por supuesto las plantas.
Lo sabe todo el mundo pero también casi todo el mundo se encoje de hombros. Las
mafias de la zona poco a poco amplían sus áreas de influencia, habitando los
inmuebles con su frondosa vegetación. En ese confortable ambiente siguen
resistiendo como pueden personas con muy escasos recursos, a los que el apagón
supone la ausencia de electricidad con la que encender el brasero en días
helados, con la que encender el fuego y calentar una bolsa de agua o enchufar
un aparato imprescindible para su apnea del sueño.
En los
últimos meses tres personas han muerto por arma de fuego, en escenas que son
una versión mediterránea del Baltimore de The Wire.Sin planes, inversiones ni
futuro, el centro de salud representa el último reducto de una mínima
integración social. El único lugar al que acuden tanto tirios como troyanos,
ancianos sin luz y miembros de las bandas. No es nada fácil trabajar allí. Y
sin embargo, a pesar de su dureza, peligrosidad y dificultad sus profesionales
siguen realizando su trabajo año tras año, recorriendo esas calles y corralas
que quizá el resto no se atrevería a atravesar, entrando en esos bloques
habitados por plantas y seres humanos, a partes casi iguales.
Esa
gente nunca sale en la prensa, y las consejeras de turno no se fotografían con ellos,
quizá porque no andan embutidos en pijamas verdes con gorros vistosos, quizá
porque la atención al marginado, pobre o violento es mucho menos “vendible” que
el último trasplante multiorgánico.
Sin
embargo esa gente silenciosa y absurda, sigue manifestando su compromiso de
seguir trabajando allá, aportando su pequeño pero inmenso grano de arena al
esfuerzo por una cohesión social al que el resto del reino apenas preocupa ( o
como se escucha a veces en la calle, “¿para qué entrar?...que se maten entre
ellos”).
Algunos
llevan décadas sin moverse de allí, sin caer en la tentación de acercarse a
lugares más cómodos del reino, quizá incluso de los de la “otra mitad”, la de
las tecnologías y las fusiones. Otros acaban de llegar, precisamente porque lo
que buscan en la medicina o en la enfermería es esa forma silenciosa y
comprometida de ejercer el cuidado y la atención a los demás. Gente que también
podría haber elegido otra especialidad más rumbosa, que le permitiría tal vez
salir dentro de unos años con la consejera de turno tras haber realizado el primer
trasplante de hipocampo.
La
mitad del reino que no se fusiona, ni desfusiona, ni protesta se llama Atención
Primaria, y algunos de sus centros trabajan en condiciones tan exigentes como
los equipos de Cartuja y Almanjayar. A pesar de atender 40 pacientes cada uno
de sus médicos muchos de los días del año las ausencias no se sustituyen, la
eventualidad es frecuente e incluso debe justificarse pormenorizadamente la necesidad de mantener las plazas existentes
cuando algún profesional se jubila.
No es difícil
deducir quien será el pagano de los juegos de silla, fusión y desfusión,
construcción y demolición de la mitad soleada del reino.
Y pese
a todo, sigue habiendo algunos de esos seres invisibles que siguen creyendo que
lo mejor de su vida profesional lo han vivido allí. En el mundo invisible donde
nunca hay fotos ni noticias en el telediario de las 9.
Como Director de Salud del Distrito Sanitario del que forman parte ambos centros que citas, todo mi respeto y mi apoyo a los profesionales que trabajan en los mismos y que efectivamente en su mayoría nunca solicitan abandonar los mismos buscando la comodidad de zonas menos complicadas.
ResponderEliminarPero no del todo de acuerdo con una frase del penúltimo párrafo, dado que cuando hay recursos para sustituir y cubrir las eventualidades, no siempre hay MF disponibles en las bolsas de empleo y que yo sepa una zona de transformación social mantiene habitualmente sus plantillas en caso de jubilaciones.
Seguramente con la aplicación de los ACG para el dimensionamiento de cupos médicos -de próxima implantación- estos centros saldrán beneficiados, como es de justicia que así sea.
Muchas gracias por tu comentario Pachi. Sin duda generalizar conlleva siempre equivocaciones que es necesario corregirlas y precisarlas como tu bien haces. Yo pretendía reflejar una situación general y no específica aunque me refiriera a los centros concretos de Cartuja y Almanjayar
EliminarEs cierto que en ocasiones no es fácil ( o incluso es imposible) conseguir médicos de familia. Entre otras razones porque los contratos que se les han venido ofreciendo durante todos estos últimos años eran de un nivel de precariedad que en ocasiones era insultante. Las organizaciones sanitarias ( y en este caso el SAS) debería preguntarse cual puede sser laa razón por la que un médico de familia "esquiva" un contrato de trabajo, habida cuenta de que los escasos datos oficiales señalan que sigue existiendo una importante bolsa de desempelo entre ellos
Solo con consolidaciones de plantillas estables será posible mantener una Atención primaria digna. Y el riesgo de que eso no ocurra tras los últimos acontecimientos en cuanto a organización hospitalaria en Granada es alto
De acuerdo con Sergio.
EliminarAl final todo consiste en mejorar la oferta.
Enhorabuena Sergio,especialmente por este post y por todos los anteriores. La lucidez y tremenda realidad de tus palabras. Gracias a todos y todas las profesionales de Cartuja y Almanjayar por vuestro trabajo de cada dia con ilusion y sin estridencias
ResponderEliminarMuchas gracias Maru. El mérito es solo de ellos. Los que trabajan en silencio cada día
EliminarMuchas gracias Sergio por hacer visible lo invisible para la mayoría de la gente
ResponderEliminarMuchas gracias a vosotros Isabel. Es asombroso que algo así sea invisible
EliminarGracias Sergio por enfocar donde importa mirar. Que no nos deslumbren con innovaciones sin fundamento ni base en necesidades reales. Aunque a veces parece que está muy lejos, en Sevilla podemos identificarnos en esta entrada. ¿Para cuando innovaciones en la gestión, selección y dotación de personal de estos centros, adaptandose a las necesidades de la población?
ResponderEliminarMuchas gracias a ti Eduardo por escribir aquí.
EliminarTienes razón: ¿para cuando? ya va siendo hora de innovar de verdad. El sistema está agotado. Seguir en lo mismo y profundizar en su deterioro
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ResponderEliminarEntradas como estas, con la intensa situación de recortes y austeridad en los pilares básicos de bienestar que padece nuestro país, muestran que los reductos con suficiencia de igualdad, equidad, inclusión, accesibilidad, ..., están en todos y cada uno de los Centros de Salud de la Atención Primaria.
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¡¡ Que bueno ser Médico de Familia y Comunitaria !!
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¡¡ Dabadabadú !!
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Muchas gracias por recordarme porque me hice médico de familia, por hacerme reflexionar. Hay veces que me flaquean las fuerzas, no veo un futuro posible para la Atención Primaria. Pero entonces, como hoy, vas a la casa de un enfermo terminal y compartes unos momentos, ves una luz en sus ojos (y de sus familiares) de agradecimiento, tomas su mano y acompañas, consuelas, corriges un poco el tratamiento, todo sin tecnologías sin aparatitos, solo seres humanos luchando en un mundo cada vez más deshumanizado. ¿Donde están los gestores capaces de comprender el valor la Atención Primaria?, ¿donde estamos nosotros dejándonos abandonar?.
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