“Hasta
el infinito y más allá. Llegarán otros más allá, pasarán años y décadas, y
siglos y milenios, y la pátina del tiempo nublará el recuerdo de una gigante
cuya sombra ha dejado de proteger a los enanos (entre los que nos
encontramos).Ahora somos conscientes de cuán enanos éramos, expuestos al
ambiente abrasador de una Medicina arrogante, que desprecia cuanto ignora, e
ignora casi todo.”
Hace ya
seis años que se fue Barbara Starfield, como recordaba oportunamente ayer Juan
Gervas en Twitter. Algunos dicen que no hay nadie insustituible, falsedad
evidente cuando se habla de gigantes como ella. Desde que se fue buena parte de
las líneas que ella creó, desarrolló y consolidó han quedado en cierta forma en vía
muerta, sin nadie que hay sido capaz de coger el testigo: Starfield era una
maestra indiscutible en la investigación sobre servicios de salud, la primera
que demostró que los sistemas con una Atención primaria fuerte son mucho más
eficientes, la que a la vez puso de manifiesto que invertir en especialistas y
hospitales aumenta la mortalidad global de la población. La que armó un sistema
de evaluación del desempeño en Atención primaria (el PCAT) que sigue siendo el
mejor instrumento para evaluar el grado de fortaleza de ésta, cuya última
versión ( la del análisis de la AP como sistema), sigue esperando en un cajón
que alguien la desempolve y difunda.
Sin
embargo ,como ocurre con muchos gigantes en estos seis años parte de sus
aportaciones han sido tergiversadas. Como escribían Mercedes Pérez y Juan
Gervas en aquel impresionante tributo, “muchos son los que utilizaron su nombre
en vano”.
Starfield
demostró reiteradamente que los sistemas sanitarios basados en Atención
Primaria alcanzan mejores resultados en salud y reducen la inequidad con un
menor coste global para el sistema. Pero cuidado: en el término “sistema basado
en Atención primaria” no cabe todo: no basta con salmodiar diariamente la
declaración de Alma Ata, ni en erigirse en grandes impulsores de la promoción
de salud , saliendo a la comunidad pero sin resolver sus problemas de salud. La
prevención y la promoción por supuesto que importan, pero jamás conseguirán
dibujar un escenario futuro en que la enfermedad no exista. Siempre habrá
personas con neumonía, diabetes, esguinces, traumatismos o psicosis que
necesitarán alguien que les ayude. Y si no lo hace la Atención Primaria la
única alternativa que les quedará es convertir la urgencia en su primer toma de
contacto con el sistema de salud. Starfield demostró que la Atención primaria
que funciona es la que es muy accesible, a la que recurre la mayor parte de la
población ante cualquier problema de salud; la que abarca la atención desde la
cuna a la tumba, la que responde a todo y resuelve la mayor parte, la que actúa
como coordinador y regulador de toda la atención que se preste, se realice ésta
donde se realice. Si esto no se cumple, no existe la Atención primaria que
realmente mejora el sistema sanitario, por mucho que la llamemos Atención primaria de salud.
Es sorprendente
ver como hay colegas que se dicen herederos del espíritu de la Dra. Starfield y
promueven por toda la geografía modelos que convierten a las personas en entes
estratificables, a los que señalar con los colores del semáforo para poder
ubicar adecuadamente en alguna de las pirámides de moda, y de esa forma
tranquilizar la conciencia de que están haciendo las cosas según les mandan sus
jefes y de paso recibir un incentivo por ello.
Si algo
caracterízó siempre a Starfield fue su claridad a la hora de exponer sus argumentos:
en uno de sus últimos trabajos insistió en el hecho de que los modelos de
atención a crónicos estaban orientados a enfermedades y no enfermos con todos
los problemas que esto genera: “ en
realidad no hay una diferencia esencial entre enfermedades agudas y
enfermedades crónicas, excepto la mayor probabilidad de estas últimas de ser
catalogadas como perdurables, en su
forma inicial durante un largo periodo de tiempo”. Para los entusiastas del
cronicidad ( espantoso palabro) no estará de más recordar que Starfield
escribió que “ el modelo de atención a enfermedades crónicas es la antítesis de
la Atención primaria puesto que su foco son las enfermedades y no las personas”.
Por ello resulta aún más paradójico que las propias sociedades científicas de
médicos de atención primaria, con la semFYC a la cabeza,lleven años auspiciando
y colaborando en todo tipo de congresos, encuentros y estrategias de “cronicidad”.
En la
revista de la que fue editora,International Journal for Equity in Health
Starfield escribió poco antes de morir: “Es tiempo ya de que los médicos de
atención primaria tomen el liderazgo para dirigir el sistema hacia donde debe
estar: en el cuidado de las personas y las poblaciones , y no de las
enfermedades. No sólo es más correcto biológicamente, sino también más efectivo,
eficiente, seguro y equitativo”.
Es hora
de pensar si estamos siguiendo realmente el camino que ella inició.
Barbara Starfield es verdaderamente insustituible y los que todavía nos movemos por estos andurriales tenemos la responsabilidad no solamente de recoger su testigo si no de generar innovaciones y proyectos que hagan avanzar en la práctica al sistema sanitario y la atención primaria y comunitaria y que este progreso se haga en la dirección que nos marcó
ResponderEliminarNotable este post, saludos
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