viernes, 30 de junio de 2017

La "apuesta" de Andalucía por la de Atención Primaria



Si es cierto que una prioridad política sin dotación presupuestaria no es una prioridad política (como enseñan en cualquier escuela de dirección), es innegable que la Atención Primaria no es una prioridad sanitaria en este país; es más, no lo ha sido en el pasado (al menos en la  última década) ni parece que lo vaya a ser en el futuro.
En 2.015, por primera vez desde el inicio de la crisis, el gasto sanitario públicorevirtió levemente su tendencia decreciente; sin embargo la inmensa mayoría del crecimiento acabó donde siempre: en la insaciable boca de la atención hospitalaria de este país, cuyo incremento en gasto es más del doble del experimentado por la atención primaria.
Juan Simó acaba de aportar su periódico informe de 2016 ( La Atención primaria en la UCI),como viene haciendo desde 2014 (y de donde tomamos la segunda imagen) La conclusión es todavía más preocupante que la resultante de años anteriores: la brecha entre el gasto de hospitales  y de AP se incrementa de forma escandalosa año a año; la boca de la serpiente se abre y abre para engullir todo el pastel.
Observar la evolución de las principales partidas funcionales del gasto desde 1960 demuestra que la tendencia a gastar cada vez más en hospitales y menos en Primaria es inexorable, que aquel siempre aumenta mucho más que el de la AP, ya se analice por gasto sanitario  total, gasto público total, gasto de las comunidades autónomas, o gasto de personal, alcanzando en 2015 un record histórico el porcentaje de gasto hospitalario respecto al gasto sanitario total: el 62,4%, casi dos tercios del gasto total. Frente a él, la AP alcanza especularmente su suelo histórico, un exiguo 14,2%, el más bajo de la historia.
El Sistema Sanitario Público de Andalucía argumenta desde hace décadas que su apuesta por la Atención Primaria diferencia a Andalucía del resto de Comunidades Autónomas. Sin embargo la distribución del gasto entre Primaria y Hospitales demuestra que esas “buenas intenciones” no se corresponden con la realidad.
Los datos procedentes del propio Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales y Salud no solo corroboran los aportados por Simó, sino que vienen a demostrar que la comunidad autónoma donde más se ha ido reduciendo la financiación de la Atención Primaria es precisamente Andalucía: en el año 2002 esta comunidad destinaba el 15,74% de su gasto a AP; en 2014 se había reducido a 12,84%, lo que supone una reducción del 18,42% cuando la media española de reducción en ese periodo fue “solo” del 3,73%. Ningún servicio de salud la redujo tanto.
Por el contrario el gasto hospitalario, que representaba en 2002 el 50,63% del gasto total en Andalucía, ascendió en 2014 al 58,18%, un incremento del 14,91%.
Si el análisis lo realizamos exclusivamente desde que comienza la crisis económica actual, el porcentaje de gasto en AP se redujo en Andalucía de 17,2% en 2007 a  12,84% en 2014, la mayor reducción también del Sistema Nacional de Salud ( un 25,34%), mientras que el porcentaje de gasto hospitalario aumentaba paradójicamente del 52,24% al 58,18% ( un aumento del  11,37%).
Si se desciende a nivel local se comprueba que los datos macro tienen una indudable repercusión micro: como ha publicado recientemente el Foro Andaluz de Atención Primaria ( FoAAP) sólo en Granada existe un déficit de 27 plazas de medicina de familia, otras tantas de enfermería y al menos 7 de pediatría para alcanzar los ratios establecidos en el acuerdo que la propia Consejería firmó con las sociedades científicas en el año 2006. Buena parte de esa carencia procede de la sistemática amortización de plazas en AP desde el inicio de la crisis, proceso que no ha tenido la misma intensidad en el contexto hospitalario, como lo demuestra la ausencia de limitaciones para financiar los sucesivos procesos de integración-desintegración hospitalaria en la ciudad de Granada.
Las causas de esta situación ni son nuevas ni desconocidas: se cuentan con los dedos de la mano los responsables políticos de este país que realmente hayan llegado a comprender y apreciar, a lo largo de la historia, lo que representa la AP, su grado de complejidad e importancia, el valor que tiene disponer de profesionales (médicos y enfermeras) comprometidos por prestar asistencia a su población a lo largo de sus vidas. Para la mayor parte de esos políticos, la AP no es más que un parapeto, una barrera de contención para proteger al hospital de los excesos de demanda de la ciudadanía, a la que paradójicamente animan a consumir todo tipo de servicios. Andalucía,específicamente, sistemáticamente ha dado publicidad y realce a los grandes avances realizados por sus hospitales bandera, ya sean trasplantes o investigación con células madre, pero sin embargo sus referencias a AP son inexistentes, limitadas, en el mejor de los casos, a referencias genéricas a su importancia en la inauguración de congresos.
Pero este menosprecio no es la única causa del nivel de deterioro al que se ha llegado. Los profesionales sanitarios de Atención Primaria han continuado aceptando con resignación su negra suerte sin una mínima queja, más allá de llantos lastimeros por la situación.
Creería en una apuesta real de Andalucía  por la Atención Primaria si dentro de dos años el porcentaje de gasto de AP recuperara aquel 17,2% de 2007, si se recuperaran todas las plazas amortizadas desde el inicio de la crisis, si las ausencias por enfermedad, vacaciones o formación se cubrieran evitando sobrecargar al resto de compañeros. No lo veo, por desgracia, factible. Entre otras razones porque la misma persona que estuvo al frente de las Consejerías de Salud y Hacienda en Andalucía durante este largo periodo de deterioro de 15 años, sigue siendo la máxima responsable de la asignación de los fondos presupuestarios. Pero sobre todo por la resignación a su suerte de los profesionales de la Atención primaria andaluza.


1 comentario:

  1. Los presupuestos ,denostados y estigmatizados por algunos, desconocen que son un reflejo de tus intenciones, tus valores, tus decisiones y ponen en evidencia tu coherencia entre lo que dices y haces. Así de simple y sencillo.

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