domingo, 10 de mayo de 2020

La eterna chapuza

“Por la calle del ya voy se va a la casa del nunca”
El Quijote. Miguel de Cervantes.
Hace ya dos semanas comentábamos aquí las “Recomendaciones sanitarias para la estrategia de transición” presentadas por la pareja Illa-Simón, donde se indicaba que “un brote de Covid-19 tiene la capacidad de desbordar el sistema asistencial de cualquier país”. Sabias palabras, que sin embargo se convierten en necias al limitar la respuesta concreta al entorno hospitalario, donde se proponía duplicar el número de plazas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs)
Si en algún momento volvemos a esa situación de colapso, no sólo será señal de extrema gravedad, sino demostración de que no habremos aprendido nada. Alemania ciertamente aumentó su disponibilidad de camas en la primera oleada, pero buena parte de ellas no fueron utilizadas, en gran medida gracias a una estrategia poderosa de detección precoz de casos y aislamiento de contactos desde el ámbito comunitario.
Mientras España seguía deshojando la margarita sobre qué y cómo hacer a principios de marzo, ya era sabido en todo el mundo que una de las claves de la contención de la difusión de la pandemia y el reducido número de muertes en Corea del Sur residía en su agresiva estrategia de detección precoz de casos, realización de pruebas, identificación de contactos y aislamiento si el resultado de éstas era positivo. Han pasado más de dos meses. En las Recomendaciones de Illa-Simón la única mención a ello era ésta:”Identificación y cuarentena de contactos. Esta acción debe tener un protocolo adecuado y debe contar con personal suficiente y suficientemente formado para garantizar una supervisión correcta”.Tuvieron que pasar casi dos semanas más ( hasta el 7 de mayo) para que el Ministerio de Sanidad publicara su “Estrategia de Diagnóstico, Vigilancia y Control en la fase de transición de la pandemia de Covid-19”, en que se da un poco más de información sobre, por ejemplo, como manejar los casos. Algo que debe hacerse por Atención Primaria, pero sin una sola mención a quienes, donde, cómo y sobre todo CON QUE RECURSOS debía  llevarse a cabo, recursos que sí se concretan muy bien (el doble de camas) cuando se habla de UCIs.
Mientras tanto los servicios de salud de las comunidades autónomas han seguido a lo suyo, pelearse como chiquillos sobre por qué mi comunidad no pasa a Fase 1, como los padres que reclaman indignados al maestro porque suspendió a su niño en matemáticas habiendo dejado el examen en blanco. Si habláramos en serio, si se analizara de verdad la capacidad del sistema sanitario español de poder soportar otro brote epidémico como el actual,ninguna de ellas cumple los criterios. Porque el sistema sanitario, aunque sea ya muy cansino y aburrido decirlo, es mucho más que el hospital y la UCI. Y no se ha hecho NADA  en estos más de dos meses para permitir que la Atención Primaria puede hacer bien su trabajo, para que se puedan hacer con garantías las tareas de “epidemiología de suela” que tan bien describían en el blog de Economía y Salud y que arrasaron precisamente los mismos que ahora se quejan de no pasar a fase 1.
España es el reino mundial de la chapuza, innovación que hemos exportado a unos cuantos países del mundo. Esa astuta capacidad de engañar, prometer sin cumplir y dejar sistemáticamente para mañana lo que tenemos que hacer hoy. Pasamos de fase haciéndonos trampas al solitario, comunicando al orbe nuestra estrategia de identificar casos, y seguir contactos con tres meses de retraso. En Reino Unido se estima en 18.000 el número mínimo para realizar esta tarea, en Francia 30.000 y en Estados Unidos entre 100.000 y 300.000. Helena Legido-Quigley, la prestigiosa investigadora de la LSHTM y la Universidad de Singapur, hablaba de entre 20.000 y 40.000 de profesionales necesarios en España. Aquí uno de los servicios de salud afirma tener todo bajo control con sus 50 “rastreadores” ( cuando Escocia, con solo dos tercios de la población de ese servicio, empleará 2.000).
Tampoco se sabe el perfil: unos hablan de enfermería de familia, otros de jubilados, los de más allá de voluntarios, como si el seguimiento de contactos fuera algo tan sencillo como llamar por teléfono para saber si ayer vio usted Sálvame de Luxe.
Imaginen una comunidad autónoma que compra Da Vincis para todos sus hospitales, algo que tanto le gusta a un político. Y tras comprobar que nadie sabe utilizarlo deciden que en unos sean los informáticos, en otros los administrativos y en el de más allá los pediatras. Sin planificación, ni recursos, ni formación. 
La Atención Primaria, siempre voluntariosa, esforzada y sumisa, ha aceptado con paciencia infinita el abandono y desprecio de todos los responsables sanitarios en esta pandemia. Pero como decíamos en el post anterior la paciencia parece que se agota. Tanto en Euskadi, como en Madrid o especialmente Granada empiezan por fin a decir Basta.
Por cierto, seguimos sin noticia de cómo se va a abordar el  “agujero negro” de las residencias de ancianos, donde se han producido dos tercios de las muertes. Ya llegará una nueva ocurrencia cuando pasemos página de los contactos.

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