En el año 2005 Juan Gervas organizó por vez primera un Seminario de Innovación en Atención Primaria (SIAP). En aquella primera ocasión se organizó en torno a una única ponencia, impartida por Ana Rico en aquel entonces profesora en Noruega. Se trataba de revisar, argumentar y debatir sobre temas relevantes en Atención Primaria, habitualmente poco tratados en los congresos al uso e inexistentes en el currículo académico de las universidades. Era un escenario limitado , con apenas unos 20 profesionales, médicos, hombres, mayoritariamente mayores de 40 años, todos ellos hombres a excepción de Mercedes Pérez. Participaron entonces los presidentes de las tres sociedades profesionales de médicos de Atención Primaria, no muy cómodos en formatos semejantes.
Al acabar los seminarios de aquel 2005 Gervas puso como condición para poder continuar participando a aquellos asistentes el presentarse al año siguiente con un invitado de sexo y edad contrapuesta. Los Seminarios cambiaron, se equilibró la distribución entre mujeres y hombres, se fue llenando de jóvenes, muchos de ellos residentes de medicina de familia que con el tiempo algunos llegaron a alcanzar altas responsabilidades sanitarias en el país. A los diez años los SIAP dieron otra vuelta de tuerca más, y empezaron a convertirse en una especie de grupo de rock que entraba en gira. Y se fueron sucediendo ediciones en por ejemplo, Granada, Barcelona, Bilbao, Toledo, Asturias, Zaragoza, Menorca, Losar de la Vera, y ya fuera de España en Lisboa, Porto, Río, Florianópolis, Santiago de Chile, Lima, Buenos Aires, … Difuminando fronteras. puesto que el ámbito de la Atención Primaria , con sus mil matices diferentes que la enriquecen y engrandecen en cada remoto lugar, tiene también fundamentos comunes y propios que conviene conocer, revisar y replantear.
Y de ser un espacio fundamentalmente médico, se fue ampliando a todas las profesiones que trabajaran o tuvieran algo que ver con la Atención Primaria, y a la ciudadanía en general, y se llenaron de niños pequeños, de artistas y cómicos, puesto que el arte nunca aquí estuvo reñido con la ciencia. Por ellos pasaron las que han sido probablemente dos de las referencias esenciales de lo que ha acabado siendo el sustrato conceptual de la Atención Primaria y a medicina de familia, Barbara Starfield e Iona Heath, además de un interminable listado de buena parte de los que han aportado algo interesante a la Atención Primaria de este país.
Desde el principio los SIAP se han basado en dos premisas: un espacio “donde todos tenemos algo que enseñar y mucho que aprender”, y un lugar “donde se aprende lo que es esencial en la práctica diaria y no enseñan generalmente ni en el grado ni en la residencia”. Una fórmula de enseñanza-aprendizaje donde, según la revisión de la evidencia que en su día hizo David Sackett en Oxford, sí se producen cambios a consecuencia del proceso. Donde los ponentes no son elegidos por las cúpulas de las sociedades de turno, donde puede coincidir un catedrático con un estudiante donde lo que importan son los argumentos y no los trienios. Donde todo es discutible y todo es discrepable.
Los SIAP mantienen desde su origen una estructura que sigue siendo inédita en ningún otro foro de formación o conocimiento científico: donde se inicia por la elección de un tema matriz, al que sigue un largo periodo de discusión virtual basado en argumentos y evidencias, que aterriza en un encuentro presencial que se haca más allá de lo científico, humano, y que permite conocer mejor a la gente y el entorno que lo organiza. Y que culmina de vuelta casa, de nuevo a través de internet, sedimentando todo lo que se planteó y debatió, y que incluso puede continuar si el tema lo merece, durante años. Mucho de ese trabajo ha acabado en publicaciones científicas de esas que se llaman revisadas por pares, y otras muchas han acabado ilustrando literaturas grises y siempre los archivos de cientos de ordenadores que conservaron aquel documento extraño que algún participante aportó y que es una joya..
Si, los SIAP también tienen puntos débiles, y posibilidades de mejora, y ocasiones para fustigarnos por no ser todo lo perfectos que nos gustaría que fueran. Pero son un milagro. Un milagro que en un país tan envidioso y mezquino como el nuestro, ha recibido el silencio, cuando no el menosprecio de los medios de comunicación (cuando los grandes comunicadores de mañana y tarde encumbran imbecilidades año tras año), de la mayor parte de las sociedades llamadas científicas (que no han sido capaces nunca de reconocer el inmenso aporte al conocimiento de los SIAP), y por supuesto de los políticos sanitarios de este país, que solo adulan lo que les adula a ellos. No hay una experiencia de aprendizaje colectivo, donde cada asistentes-ponente-participante se sufraga lo suyo, realizado en tan diferentes países y durante tanto tiempo en el mundo.
Hoy 31 de mayo de 2025 acaba de terminar el hasta la fecha último SIAP. Lleva por título SIAP futuro. Una esperanza de que puedan celebrarse tal vez otros 20 años más
Hace tiempo que dejé de creer esa falacia de que “nadie es insustituible”. Algo completamente falso. Hay gente que cuando marcha deja un agujero que nadie podrá rellenar. Solo hay que pensar en Barbara Starfield. ¿Quien ocupó su lugar? Estoy de acuerdo con Miguel Melguizo en que los SIAP deben pervivir, no sobrevivir. Porque son una innovación magistral. Pero nunca habrá que olvidar que son fruto de la idea brillante, perseverante y refractaria a cualquier obstáculo de Juan Gervas y Mercedes Pérez. Gracias a los dos.
Y como dice Mercedes siempre ante
el futuro… Ciencia, conciencia y coraje.