Hace menos de un mes, el 26 de septiembre de 2015, y
coincidiendo con la Cumbre de Desarrollo sostenible de las Naciones Unidas en
Nueva York , fue lanzada una atractiva plataforma ( Primary Health CarePerformance Iniciative), con el loable empeño de fortalecer la atención
primaria de los países de escasos o medianos ingresos. Los responsables de esta
iniciativa son nada menos que el Banco Mundial, la Organización Mundial de La
Salud y la Bill & Melinda Gates Foundation ( BMGF). No se que sorprende
más: si el hecho de que ésta última cambie radicalmente su posición estratégica
( si ha habido un promotor de modelos verticales antagónicos con la Atención
primaria, y destinados a atender a enfermedades y no enfermos ha sido la BMGF),
o a que la OMS vaya tan alegremente de la mano con semejantes compinches. Algo
así como si Gepetto hubiera visto con buenos ojos que Pinocho se fuera de farra
con Polilla en la isla de Estromboli ( ya saben, el niño aquel que acaba convertido en burro por sus fechorías).
Bien es cierto que una de las consecuencias menos comentadas
del triunfo de las grandes corporaciones multinacionales en la batalla contras los estados ha
sido la ruina de los organismos internacionales, de forma que no les ha quedado
más remedio a éstas que depender del financiamiento de la “ filantropía
internacional”. Y en ese oscuro
sector , la Bill Gates Foundation es el actor más determinante en ese término
difuso de la Salud Global, que ha venido a destronar a la Rockfeeller
Foundation en el papel de controlador de los proceso de reforma de la salud en
el mundo. Como muestra, el presupuesto que maneja la BMGF ha superado al que
maneja la OMS en su conjunto en los últimos años.
Si creen que estoy exagerando les recomiendo que lean elinteresante trabajo en Hypothesis Journal de Ann-Emanuelle Birn, la profesora
de la universidad de Toronto, en donde compara las dos formas dominantes de
filantropía sanitaria de los últimos 150 años (Rockefeller versus Gates) , y cuya conclusión es suficientemente
contundente: “ la penetrante influencia de la Gates Foundation es por lo tanto
un grave peligro tanto para gobernanza mundial de la salud como para la
independencia científica; urge que la comunidad científica juegue su papel a la
hora de identificar alternativas al Capitalismo filantrópico de la salud
global”.
¿En qué se basa Birn para semejantes acusaciones?
Quizá la primera es saber ante quien deben rendir cuentas
unos u otros actores: cualquier entidad pública o institución internacional
deberá en definitiva dar explicaciones ante los ciudadanos, sean de un país o
de la comunidad internacional en su conjunto. Una empresa , por muy filantrópica
que sea, solo se debe a sus dueños y accionistas. La información que la
Fundación de Gates hace pública es ,de hecho , bastante escasa, al alcance solo
de estos últimos. A la vez, esa filantropía que tanto se jalea desde ciertos
sectores, tiene entre sus objetivos no disimulados conseguir exenciones
fiscales, en definitiva detraer fondos que deberían haber sido destinados al
erario público y cuya cuantía es incalculable,
Pero lo más peligroso de todo es la forma en que esa
generosa filantropía socava los cimientos de sistemas sanitarios basados en la
solidaridad, mina cualquier reforma destinada a abordar las “ causas de las
causas” y fomenta solo aquellos modelos de organización y líneas de
investigación que se alinean con sus intereses. Un ejemplo que cita Birn: los
gobiernos subsaharianos fueron presionados para realizar recortes en educación,
salud y otros gastos sociales para
poder conseguir los préstamos que necesitaban , ante la falta de fondos
derivada precisamente de la caída de los precios de las materias primas
acordados precisamente por las grandes corporaciones multinacionales y
entidades financieras. La trampa perfecta.
Sin embargo, tanto Rockefeller como Gates han sido puestos
como ejemplos de generosidad y compromiso: ambos fueron portadas de Time,
recibidos por reyes y políticos de todo signo y Gates especialmente galardonado
con el premio Príncipe de Asturias. Birn recuerda la agresiva campaña de
autopromoción en la que la BMGF se gastó más de un billón ( americano) de dólares
en actividades de política y abogacía, que incluía la cobertura de sus
actividades por medios como the Guardian en Inglaterra, la NPR americana o…El País
en España.
Más claro, imposible.
ResponderEliminarmuchas gracias Sofia. Un saludo muy cordial
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