domingo, 5 de noviembre de 2017

El retorno del replicante ( y II)



Lástima que ella no pueda vivir…pero, ¿Quién vive”?
Gaff. Blade Runner.1982.

Con esta pregunta que dirige el oscuro Gaff a Rick Deckard después de perdonarle la vida a Rachael, la replicante de la que éste se ha enamorado, acababa Blade Runner.
Un clásico de la historia del cine, adaptación de ¿Sueñas los androides con ovejas eléctricas?, un cuento de Phillip K. Dick en que Deckard, un policía que se comporta más bien como un asesino a sueldo, “retira” de la circulación a los replicantes a los que encuentra, guiado por la codicia que le permitiría disponer del dinero suficiente para comprarse algún animal verdadero.
Si, como da a suponer Harari en Nature, es previsible que pronto Uber y el gremio del taxi dejarán de discutir por ser ambos redundantes al ser sustituidos por algoritmos inteligentes, cabe pensar que los replicantes de Blade Runner estén mucho más cerca de lo que creemos, bien a través de cibortos variados (humanos con partes mecánicas) o mediante automatismos cada vez más humanos, algoritmos tan evolucionados que un buen día podrán tal vez disponer de conciencia. La singularidad está cerca, escribía el delirante Kurzweil hace una década. Para Harari no queda tanto para que eso sea posible.
¿Delirio? ¿Ciencia-ficción? Puede ser.  Norman Spinrad en Ciberpunk imaginaba hace unas décadas un futuro en que el humano sería colonizado por miembros protésicos, o modificación de la estructura corporal a través de la cirugía plástica. Nada de eso nos extraña hoy.
Aunque los cinco replicantes Nexus-6, el modelo más evolucionado, llegan a la Tierra en busca de su creador para reclamar más tiempo de vida, aspiran en definitiva a disponer del único rasgo que aún les impide ser plenamente humanos: la compasión y el amor. Y no hay mejor demostración de lo cerca que están de ello que las últimas secuencias de la película, donde el poderoso Roy Batty salva la vida de su implacable perseguidor.
Philip K Dick pretendía con su novela, como él mismo indica, diferenciar al ser humano del androide, la máquina inteligente. Pero el androide era para él una metáfora de las personas que son humanas pero no se comportan como tales, las que carecen precisamente de compasión, amor, en definitiva humanidad.
Si es así, en lugar de indignarnos como los colegas ingleses por un futuro como el que plantea Harari en el que los médicos de familia, los generalistas, serán redundantes (quizá incluso amenazados por un ejecutor sin escrúpulos como Deckard),  estaría bien preguntarnos si en cierta forma no seremos ya nosotros también replicantes, autómatas muchos menos evolucionados que los Nexus-6, incapaces de mover un dedo ante la destrucción de nuestra forma de vida, cómodos como estamos en nuestras madrigueras, aunque seamos perfectamente conscientes de que para los que nos sustituirán no existe el futuro.
Jesús Alonso sostiene en su ensayo sobre Blade Runner que ser humano es una tarea, no una herencia. Posiblemente en un futuro no muy lejano a los pacientes les importará poco si su médico de familia es replicante o es humano. Sí les preocupará, y mucho, si se comporta, sea el que sea, con humanidad. Para él, Roy Batty es demasiado humano, porque ha aprendido a serlo. 
El proceso de deshumanización de la profesión médica y de los médicos de familia en particular es su mayor amenaza; es difícil imaginar que no sean necesarios, como dice Harari, si ejercen con intensidad su verdadera humanidad. En ese sentido, abdicar de la obligación moral de oponerse a su propia devaluación, a convertirse en autómatas intercambiables, a asumir la carga que le exige el amo (aunque vaya en detrimento de su propia humanidad) , es el primer signo de alarma de nuestra degradación a replicantes. Pero de baja estofa, no Nexus-6.

“No sé por qué me salvo la vida. Quizá en esos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca. No solo su vida: la vida de todos, mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: de dónde vengo, a donde voy, cuánto tiempo me queda…Todo lo que podía hacer era sentarme y verle morir”
Deckard, Blade Runner.

1 comentario:

  1. Magnifico Sergio. Lo de la comparación con los replicantes es genial. Ayer cuando en el café proponía cambios en mi centro, para trabajar mejor, la opinión generalizada era: ¿y estaremos mejor con el que venga? La mayoría, en su madriguera, han asumido sin saberlo la mentalidad del esclavo.
    Un saludo.
    Rafael Bermejo.

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