sábado, 24 de diciembre de 2016

El desguace de la Atención Primaria (y IX): historias de madrigueras



“.. y que harás cuando las banderas del imperio ondeen en toda la Galaxia?
Basta con no mirar muy alto”

Diálogo entre Saw Gerrera y Jyn Erso, en Rogue One
(Tomado de un comentario de Rafa Bravo).

En la Colina de Watership, la maravillosa novela fantástica de Richard Adams, un grupo de conejos, habitantes de la madriguera de Sandleford, comienzan a darse cuenta de que una amenaza importante se cierne sobre ésta; obviamente no son capaces de leer el letrero colocado sobre ella (“Propiedad de 6 acres en un entorno privilegiado, destinada a la construcción de modernas residencias de gran calidad”), pero las señales que obtienen del entorno( remoción de tierras, colocación de alambres, perforaciones en el terreno) les hace suponer que algo grave puede ocurrir. Y así, Avellano, Zarzamora, Pelucón, Diente de León y Quinto, deciden alertar el jefe de la madriguera, El-ahrairah, de la situación. Pero éste, bien al contrario, no ve el peligro por parte alguna: “Es mejor no hacer caso a estos conejos que presumen de tener un sexto sentido. Es cierto que algunos pueden predecir inundaciones, hurones y escopetas, pero ¿Cuál es la alternativa? Evacuar la madriguera es algo muy complicado”.
De forma que los conejos temerosos emigran en busca de una madriguera, más segura, mientras la mayoría de los integrantes de la conejera permanecen cómodamente instalados en ella…
No es difícil deducir el final de la historia.
Es indudable que la mayoría de “ranas y conejos” (en el mejor sentido de la palabra) que componen la Atención primaria española no ven la necesidad de cambio alguno. Predomina la impresión, expresada en ocasiones por algunos compañeros (de los de plaza en propiedad en turno de mañana cerca de casa) que “nunca hemos estado mejor”. Sustentan su postura en la supuesta fortaleza de la Atención primaria española, generalmente bien ponderada en los estudios internacionales (a menudo fuertemente sesgados, como el más reciente de Kringos y compañía). Y así, administraciones autonómicas y sociedades repiten una y otra vez lo bueno, bonito y barato que es el primer nivel de atención de nuestro sistema sanitario, encantados todos de haberse conocido.
En estas últimas entradas he intentado argumentar con pruebas, por qué esto no es cierto. Un estudio fiable del nivel de desempeño de la Atención primaria, aplicando por ejemplo el instrumento que desarrolló Barbara Starfield y su equipo ( el PCAT) pondría probablemente de manifiesto que ni la accesibilidad, ni la longitudinalidad , ni la coordinación ni la integralidad ( por no hablar de la escasísima orientación familiar y comunitaria) se encuentra en el nivel de desarrollo que una Atención primaria digna exige. Entre otras razones porque exige un grado de implicación personal que no todos estamos dispuestos a dar. Y entre otras razones porque defenderlo obliga a enfrentarse con las autoridades, en su mayor parte ignorantes de lo que la Primaria significa, y con nulo interés y preocupación por su fortalecimiento.
Aquellos que si comparten la preocupación sobre la delicada situación de la Primaria creen que la solución solo puede venir desde arriba, de los políticos sanitarios que cada cuatro años (a veces menos) se relevan al mando de las consejerías, pero que ya desde hace tiempo no son más que simples marionetas en manos de sus compañeros de Hacienda; y así siguen, esperando que algún día llegará un nuevo mesías que colocará a la Atención primaria en el lugar que merece.
Cabe preguntarse, como hacían Saw Gerrera y Jyn Erso, en Rogue One, qué haremos todos cuando la Atención primaria tenga un mero papel testimonial y residual en nuestro país.
Es muy probable que la mayoría (ya sea absoluta o relativa) simplemente mirará para otro lado. Y no por ello su posición dejará de ser legítima. Uno de los errores que se llevan cometiendo desde hace décadas es considerar que sólo puede haber un modelo, y ese modelo debe ser uniforme para todos. Existen múltiples sensibilidades e intereses entre los que trabajan en el primer nivel de atención: para algunos una jornada de 7 horas, de las que 5 o  6 son realmente efectivas, y en las que se atiende a los pacientes a destajo, es una perfecta alternativa profesional, puesto que exige el mínimo nivel de compromiso, actualización y dedicación exigible. Pero también hay minorías que quizá estarían dispuestas a un nivel de implicación en el trabajo con sus pacientes mucho mayor, si les dieran la autonomía y la retribución acorde con ese grado de compromiso. En definitiva diferentes modalidades de contrato para distintos grados de implicación como proponían en 2005 Gervas y Simó para aquel 2015 que ya pasó.
Si existe alguna solución no va a llegar del cielo, sino que habrá que construirla y defenderla por los que aún creen que otra Atención primaria, la que de verdad es clave para un sistema sanitario, es posible.
Antes que desaparezca la madriguera.
Feliz navidad, conejos y ranas de la Atención primaria

4 comentarios:

  1. Probablemente quisiera englobarme personalmente en el grupo de dispuestos a una mayor implicación en el trabajo. Más bien no es que estaría dispuesto, sino que diariamente peleo para desarrollar lo que entiendo como Medicina de Familia. Me explico.
    Sí, hay profesionales (más de unas categorías que de otras, siento ser incorrecto) que parecen tener como fin sobrevivir cada día, intentando que le afecte lo menos posible el ambiente circundante y aceptando con resignación, complacencia e incluso justificando todos aquellos nuevos servicios transferidos desde ámbitos hospitalarios o de gestión, muchas veces adornados de falsa accesibilidad y cercanía al paciente.
    Por otra parte, están los que luchan diariamente desde sus consultas por ofrecer algo más que un servicio de secretaría bien pagado. Luchan con una maraña de Incapacidades Temporales delegadas, Visados de recetas transferidos (véase el último caso en Castilla-La Mancha, campañas sin respaldo científico, programas de salud sin fundamento, revisiones falsamente forzadas desde el hospital y accesibilidad ilimitada, no regulada y peligrosamente perturbadora del acto clínico. Siento disentir en el perfil de este último tipo de profesionales que, al menos en el ámbito que yo conozco (esto es poco científico), suelen ser médicos con plaza fija y horario de 8:00 a 15:30.
    Desde mi punto de vista el problema es que cada uno de los que nos englobaríamos en este segundo grupo tenemos un lugar específico donde instalar la nueva madriguera y unas características especiales que la definirían. A veces complementarias, otras abiertamente contradictorias. Es ahí donde debemos concentrar nuestro empeño (y no digo “deben”, refiriéndome a políticos, sociedades, sindicatos…). Probablemente la forma para empezar a decir lo que tenemos que hacer, con mayor o menor dedicación y compromiso, es establecer lo que no tenemos que hacer, desprendiéndonos ya de un paternalismo social que tanto ha lastrado la Medicina de Familia en las últimas décadas (si no lo hago yo, no lo va a hacer nadie) y dando paso a un perfil de profesional MÉDICO con el objetivo de mejorar la salud de la población.

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    1. Tal vez como señalas deberíamos al menos empezar por dejar de hacer lo que nos denigra, devalua y desprestigia. Lo que hemos aceptado o bien porque si no ¿quien lo va hacer? , o bien por ser tan bien mandados, tan sumisos, tan obedientes
      Seria el primer paso sin duda
      Y por supuesto en modo alguno quería dar a entender en que los propietarios de 8 a 15 son los responsables de esa situación
      De hecho son muchos de ellos los que aun mantienen la llama encendida
      Buen año y muchas gracias por aportar comentarios así

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  2. Totalmente de acuerdo, soy residente de Familia y resulta frustrante intentar establecer un debate crítico con muchos adjuntos acerca de los problemas se Primaria. Gracias por darnos voz

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    1. Este blog siempre lo tendrás y los tendréis los residentes a vuestra disposición
      Necesitamos con urgencia escucharos
      Un saludo cordial

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