sábado, 31 de diciembre de 2016

The healing game: el juego de la curación

What are days for?
Days are where we live.   
They come, they wake us   
Time and time over.
They are to be happy in:   
Where can we live but days?
Ah, solving that question
Brings the priest and the doctor   
In their long coats
Running over the fields.

Para qué sirven los días?
Los días son donde vivimos.
Vienen y nos despiertan
una y otra vez.
Están para nuestra felicidad:
¿Dónde vivir sino en los días?
Ah, para resolver esa cuestión
El médico y el cura
se ponen sus largo abrigos
Y con prisa recorren los campos)

Días. Philip Larkin


Pocos dudan del efecto del tabaquismo en la mortalidad, o de la utilidad del ácido acetilsalicílico como agregante. La magnitud de su efecto es similar a la que tiene la buena relación clínica en los resultados en salud de los pacientes; y sin embargo a ésta no se le presta la misma atención, ni se la convierte en objetivo clínico de los servicios sanitarios , como sí ocurre con las dos anteriores.
Un grupo de investigadores de Harvard y de la Universidad de Basilea publicaron hace un par de años un metanálisis en PloS sobre la influencia de la relación médico-paciente en los resultados en salud. Definían esa relación, a efectos de investigación,a partir de sus componentes emocionales (empatía, respeto, confianza mutua,veracidad,aceptación,cordialidad ) y cognitivos (integración de la información, educación del paciente, capacidad de compartir información y gestión de las expectativas), admitiendo que el límite entre unos y otros es difuso , y que ambas se retroalimentan.
Para su estudio descartaron todos aquellos trabajos que no fueran ensayos clínicos aleatorizados, excluyendo estudios observacionales o aquellos que midieran resultados intermedios como la satisfacción del paciente; seleccionaron finalmente trece ensayos. Su metanálisis demostraba que una buena relación médico-paciente tiene un pequeño efecto, pero estadísticamente significativo, en los resultados en salud; pequeño, pero no menor que el obtenido en los estudios sobre el ácido acetilsalicílico como antiagregante o el efecto del tabaquismo sobre la mortalidad a 8 años en hombres.
Todos los servicios de salud han ido implementando medidas, a menudo ligadas a incentivos económicos, para reducir el tabaquismo o aumentar la prevención de enfermedades vasculares con antiagregantes. Pero ninguno ha hecho nada para fomentar una mejor relación entre profesionales y pacientes.
La razón está clara. La escriben Ribin Youngson y Mitzi Blennerhazzet en un editorial del último número del BMJ: “ Después de décadas de campañas por  disponer de sistemas sanitarios más humanos, concluimos que los valores subyacentes de los servicios sanitarios son incompatibles con la compasión, la comprensión o la curación. Aunque los profesionales se preocupan profundamente por sus pacientes, los valores del sistema son el la competencia, racionalismo, la productividad, la eficiencia o el beneficio. No hay espacio para la curación ( Healing). Llamamos a esto “la industrialización de la medicina”.
Probablemente porque los propios valores sociales que han acabado por predominar no alientan precisamente la compasión, la empatía o el consuelo.
En Arm in arm with righteousness ( cogiso del brazo en honradez) Iona Heath recuerda las diferencias que Paul Plsek señalaba entre lanzar una piedra o lanzar un pájaro: mientras la trayectoria de la primera puede ser en cierta forma predecible, la de la segunda es completamente imprevisible a menos que inmovilicemos al animal y lo despojemos de su propia naturaleza. Algo parecido ocurre, señalaba Iona, cuando intentamos medir la calidad de la atención sanitaria ignorando la presencia de dos seres humanos en interacción, el paciente y el profesional;lo que habitualmente realizan los sistemas de gestión de las organizaciones sanitarias, que no solo ignoran lo más precioso del encuentro clínico, sino que lo degradan a una actividad industrial  más, en que solo la productividad importa.
Tiene razón Javier Padilla cuando señala que los responsables de la implantación de las políticas de recorte y precarización están inhabilitados para defender estrategias de humanización, por muchos y pomposos departamentos que creen al efecto. Basta con que se reconozca la complejidad del acto clínico, permitiendo disponer de profesionales capaces de mantener una atención regular, mantenida a lo largo de los años, garantizándoles el tiempo adecuado para recibir, escuchar, tocar y acompañar. Lo que ningún servicio permite ni realiza.

Si la poesía es, como escribía Robert Frost, la distancia emocional más corta entre dos personas, la que escribe y la que lee, necesitamos mucha más poesía y muchas menos guías de práctica clínica. Los poemas nos obligan a pensar, escribía Iona Heath recientemente, y la mayor parte de nosotros , cuando nos encontramos enfermos queremos tener alguien capaz de pensar y ayudarnos. Nada más y nada menos que el juego de la curación.


2 comentarios:

  1. Desde luego, lo que más anhelo no es mejorar el acceso a pruebas diagnósticas o disponer de ayudas diagnósticas en la propia historia de salud digital, por poner algunos ejemplos. Lo que más anhelo es disponer de más tiempo para que ese encuentro sagrado entre paciente y profesional se haga en condiciones de mayor dignidad. Así, además, podríamos ser más eficaces y más eficientes. Podríamos, en definitiva, acercarnos más a lo que deberíamos ser: personas que ayudan a otras personas a restaurar su salud o, al menos, y no es poco, a cuidarlas, aliviarles su sufrimiento y a acompañarlas. Muchas gracias, como siempre, por tus magníficas reflexiones, Sergio.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias a ti Daniel. Supongo que es cuestión de objetivos y prioridades; pero creo que los dos compartimos lo que a nuestro juicio es mas importante, en definitiva lo que tan hermosamente expresas: " personas que ayudan a otras personas"
    Que tengas un buen año

    ResponderEliminar