“La vocación es lo que permite que siga
funcionando el sistema. El por qué de que tanta gente se vaya más tarde de
forma habitual haciendo cosas que no son su obligación, rellenando papeles, cuestionarios
o informes, asumiendo responsabilidades cuando podría fácilmente elegir no
hacerlo. ¿Por qué? Por ese sentimiento (y me disculpo porque es una impresión
sin evidencia), de que somos humanos con la capacidad de hacer algo útil y
bueno para otros seres humanos y porque queremos trabajar y vivir en un mundo
donde la amabilidad y el compañerismo se ejerza todos los días, y no sea
consecuencia de la mezquindad de la norma.
Sin embargo se está abusando de esa vocación.
Si continuamos intentando resolver lo que es a menudo imposible - proveer
excelentes cuidados cuando los recursos son sistemáticamente insuficientes y
erráticos- cometeremos errores inevitablemente. Trabajaremos más horas
simplemente para poner parches.
A pesar de llegar antes e irnos más tarde, incumplimos
los objetivos y las evaluaciones, siendo culpado por ello, sistemática e
individualmente.Me temo que la propia capacidad de la medicina para la vocación
es la razón por la que hemos acabado así. No
decimos No suficientemente a objetivos inalcanzables, políticas sin evidencia
alguna, trabajo sin financiamiento. Realizamos numerosas tareas porque pensamos
que son necesarias para el bien común, pero sin embargo no se considera que
también nosotros somo parte de ese bien común.
La vocación en medicina puede compensarnos
con la enorme alegría y diversión que supone el ejercicio profesional. Pero
también permite que esos profesionales sean explotados. No puede ser húmeda,
acolchada , incapaz de decir no. Necesita ser también de armas tomar, capaz de
rebelarse. Espero que 2017 nos traiga a
todos una justa (y vocacional) ira”
Quien
así escribía hace unos días en el BMJ es Margaret McCartney a propósito de la
situación de los profesionales sanitarios que trabajan en el National Health
Service. No creo que ni una sola coma de su magnífico manifiesto no sea
aplicable en España. También aquí el sistema sanitario en todos y cada uno de
sus servicios (de Euskadi a Andalucía, de Cataluña a Madrid, de Valencia a
Extremadura) se mantiene única y exclusivamente por la “vocación” de sus
profesionales, que continúan realizando el trabajo a pesar de que los recortes
son escandalosos, los objetivos ridículos, las condiciones laborales cercanas a
la explotación esclavista.
“No decimos No suficientemente a objetivos
inalcanzables, políticas sin evidencia alguna, trabajo sin financiamiento”. Preferimos seguir en esa
actitud fatalista, resignada y servil, no sea que nos vaya a air peor si
protestamos.
El
viernes pasado se constituyó en la sede del colegio de médicos de Granada, el
Foro Andaluz de Atención Primaria ( FoAAP), hermano pequeño en su inspiración y
enfoque del admirable Fòrum Català d’a Atensió Primària ( FoCAP) . Como señaló
el presidente electo de su junta directiva, Pablo Simón, "hubiéramos preferido
no haber nacido". Si aparece una asociación de estas características en
Andalucía es porque ninguna de las organizaciones profesionales existentes está
ejerciendo ese papel de análisis, cuestionamiento y resistencia ante la
situación de recorte sistemático, precarización laboral , establecimiento de
normas, objetivos y exigencias inaceptables, y debilitamiento de la atención
primaria a costa de los hospitales.
En los
Seminarios de Innovación en Atención Primaria sobre longitudinalidad ( cuyo
plazo de inscripción por cierto finaliza el 22 de enero) comentaba hoy Marc
Casañas con gran clarividencia: “Nada
ejercido de forma cómoda os va a llevar a vuestro objetivo”.
Así es.
Solo será posible cambiar el estado actual de desmantelamiento del sistema
sanitario público y de desguace real de la atención primaria ejerciendo una
prudente y reflexiva ”justa ira”.
(Foto: Margaret McCartney)
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