Hace poco más de un mes en una de las calles más pijas de
Madrid, y anunciado en una página web y una cuenta de Twitter por una
presentadora de aspecto impecablemente pijo, se daba a conocer una iniciativa
de ofrecimiento de medicamentos pijos, el Club Premium del Medicamento.
En tan distinguido club se ofrecía a los interesados en
convertirse en socios un tratamiento VIP que les daría acceso a fármacos que no
están al alcance de cualquiera, esos fármacos tan “ esenciales” hoy día para el
tratamiento de enfermedades que generan gran alarma social
La presentadora convertía en palabras lo que está en el
pensamiento de algunos: “Da igual que no haya suficientes medicinas para todos,
que sean muy caras o que tengan lista de espera, con el Club a mí no me faltan”.
Es posible que más de uno se acercara a la sede del club
buscando la manera más rápida de hacerse socio, aunque lo que generó
mayoritariamente fue una oleada de rechazo. Rechazo que , en cambio, no es tan
visible cuando se ponen en marcha iniciativas y medidas, en ocasiones
auspiciadas desde instituciones oficiales, de promocionar el consumo de
medicamentos de eficacia, seguridad y eficiencia no demostrada y que ponen en
riesgo ( esto sí) la sostenibilidad del sistema.
Pasada la sorpresa inicial de video y noticia, se descubrió
que detrás de esta campaña se encontraba “No es sano”, una iniciativa de múltiples
organizaciones profesionales ( OMC, SESPAS), ONGs ( Médicos del Mundo,
Intermon-Oxfam) o blogueros de diferente tipo y pelaje para conseguir el
compromiso de los partidos políticos en una reforma del sistema actual de
innovación de medicamentos, que permita de una vez el acceso de toda la
población a medicamentos esenciales a un precio asequible.
Se calcula que
en 2014 cerca de dos millones y medio de pacientes tuvieron que interrumpir sus
tratamientos debido a su elevado costo, incompatible con su disponibilidad
económica a poder pagarlo. Habría que ver cuales de todos esos medicamentos
eran realmente esenciales ( la medicalización masiva e innecesaria afecta
también a este tipo de situaciones), pero en cualquier caso no debería
permitirse esta situación en un sistema que aspira a ser universal y solidario.
Será interesante ver la respuesta de los diferentes partidos
a una iniciativa de este tipo. Algunos pondrán de manifiesto que a la hora de
elegir siempre será más importante los intereses de las empresas ( que a menudo
les sostienen y financian) que la de los ciudadanos a los que dicen
representar.
Pero también sería interesante comprobar si todos los que
jaleamos y defendemos este tipo de iniciativas estaríamos también dispuestos a
luchar con la misma fuerza para eliminar el uso y fomento de medicamentos
absolutamente innecesarios, o aplicados en condiciones en que no sirven para
nada.
Según el Institute of Medicine americano cerca de un tercio
del gasto sanitario americano ( cercano al 18% de su PIB) es despilfarro. El
papel que representan los fármacos en ese monto es muy relevante.
Todos los ciudadanos deben tener a acceso a medicamentos;
pero siempre que éstos sean realmente necesarios, efectivos y seguros.
Más información sobre la campaña puede encontrarse aquí.
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