martes, 4 de octubre de 2011

Conflictos de interés, asunto de plebeyos



‘t  is the curse of service. Preferment goes by letter and affection, and not for old graduation, where each second stood heir to the first”.
Othello. Act I , scene I. W. Shakespeare

Dennis Thompson en una trabajo, ya clásico, en el New England definía el conflicto de interés como el conjunto de condiciones en el un determinado juicio profesional relativo a un determinado interés primario ( por ejemplo, la validez de una investigación o el bienestar de un paciente) se ve influido de forma evidente por un segundo interés ( por ejemplo, un beneficio económico). Como señalaba Richard Smith en su vieja etapa de director del BMJ, es una condición, no una conducta, y no hay nada malo en tener conflicto de intereses. Más bien es algo común.El problema es cuando no se hace explícito.
Por sobradamente conocidos apenas llaman la atención los evidentes conflictos de interés de la profesión médica, en ocasiones con beneficios secundarios evidentes en algunas de sus actuaciones clínicas ( aunque no siempre se reconozcan). Tampoco están exentos de tener conflictos de interés aquellos profesionales aparentemente “asépticos”, que trabajamos para instituciones oficiales: trabajar para un determinado ministerio, consejería, instituto o escuela puede suponer también un evidente conflicto de interés , en el sentido que comentaba Thompson: un determinado juicio profesional ( mi opinión respecto a un determinado asunto, por ejemplo) puede estar influido de forma determinante por un segundo interés ( que mayor interés que el de promocionar en una empresa, ser bien valorado por los jefes o incluso el de mantener el puesto de trabajo al coste que sea).
Todos los que tenemos la oportunidad de emitir un juicio, una opinión, que pueda ser escuchada por otros, puede tener,en un determinado momento ,conflictos de interés.
Sobre todo esto pensaba yo al hilo de la celebración de una interesante mesa redonda sobre la necesidad de reducir la mortalidad materna , celebrada en el seno de la 51º Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud, y que contó con la participación , entre otras destacadas personalidades como Michelle Bachelet ( ex presidenta de Chile), de  Su Alteza Real ( S.A.R.) la Infanta Cristina de Borbón.
Aunque no deja de sorprenderme que participe en calidad de experto en un tema tan sumamente complejo como éste alguien como Cristina de Borbón, cuyas publicaciones en la materia parecen ser escasas, lo es aún más que su participación en el citado evento lo realizara como Directora del Área de Internacional de la Fundación la Caixa que, hasta donde yo modestamente se, es una entidad bancaria.
En su intervención Cristina de Borbón insistió en la necesidad de “incorporar al sector privado y a la sociedad civil para afrontar este tema”.
En este sentido, cabe reconocer que sigue la línea establecida por su augusto padre, siempre dispuesto a hacer publicidad encubierta o explícita de las bondades del esctor privado en la prestación de servicios sanitarios cada vez que tiene que someterse a alguna de sus periódicas revisiones y chequeos de nulo fundamento científico. Buen ejemplo siempre para el ciudadano corriente, que difícilmente puede ser convencido de la calidad del sistema sanitario público español, cuando las autoridades políticas solo lo utilizan para inaugurarlos.
¿Hubiera participado Cristina de Borbón en una mesa de expertos en salud pública si no hubiese sido miembro de la Familia Real española?
¿Sería Directora de Internacional de la Fundación La Caixa de no ser Infanta de España?
¿ Es lógico que sea presentada en una reunión a la que asiste como Directora de una Fundación, también como Infanta de España?
Yo no lo se, pero por lo que veo los conflictos de interés siguen siendo asunto de plebeyos.

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