miércoles, 24 de enero de 2018

Setenta y Tres





"Consultas de 5 minutos son más propias de la atención veterinaria que de la atención médica. Supone tratar a las personas como si fueran ganado "
Julian Tudor Hart


The Appointment ( la Cita) es un libro que debería ser leído por cualquier usuario de un servicios sanitarios. Lo escribió Graham Easton, un médico general británico en 2016, y no va dirigido a los profesionales sanitarios ni a sus gestores, aunque sin duda aporta información muy relevante para ellos. Su audiencia son los ciudadanos, los usuarios del sistema de salud británicos, para que conozcan en detalle lo que hace cada día un médico general en los 10 minutos que tienen establecido para atenderles.
A diferencia de los “modernos” modelos de atención a la “cronicidad”, lo que atiende Easton son problemas, no etiquetas de la CIE que precisan obligatoriamente de un nuevo fármaco: son personas que acuden por un dolor torácico, un intento suicida, el cansancio que no tiene explicación, la caída que produce una fractura inesperada cuando se tienen muchos años, el paciente violento desesperado por conseguir drogas, el resultado de unas pruebas que confirmarán la existencia de metástasis. Problemas detrás de los cuales hay a veces alteraciones crónicas, leves y graves, pero siempre factores sociales que en muchas ocasiones son las causas últimas: la soledad, la pobreza, el paro.
Para Easton la consulta es “el acto central del ejercicio de la medicina, el corazón de la relación entre un médico y un paciente”. Y se siente” profundamente orgulloso de ser un generalista y cada día atender personas en su integridad”, no anomalías analíticas, órganos alterados o códigos de enfermedades.
Cada capítulo resume, minuto a minuto, el tiempo de atención en una determinada consulta: los dos primeros para dejar expresar al paciente su problema, los cuatro últimos para trazar un plan de intervención compartido y entendido. Y ya desde el primero de ellos se va acumulando un inevitable retraso porque (como señala la literatura) los pacientes habitualmente consultan varios problemas a la vez, porque identificar la causa no es sencillo, porque comunicarse lleva tiempo, supone el esfuerzo de informar y comprobar si lo dicho se ha entendido, para lo que se necesita tranquilidad y paciencia, puesto que a cada uno de esos pacientes se considera “el único pacientes” y no les preocupa que haya muchos otros más citados, ni que el retraso se acumule.
Aunque por supuesto un trasplante siempre será más complicado y vistoso, el trabajo del generalista no es tampoco un trabajo fácil: de él depende que alguien con un trastorno grave ( que quizá le lleve precisamente a necesitar un trasplante) sea identificado a tiempo y tratado adecuadamente; de ese poco vistoso trabajo, también  depende que los paciente no sean tratados y sometidos a pruebas que no necesita. Y “no hay dos consultas iguales” ni dos médicos que procedan de la misma manera ante un caso similar.
Capítulo a capítulo se va percibiendo la ansiedad del médico al comprobar que la brecha entre la hora de la cita y la de la atención real se va ampliando: diez, quince, veinte, treinta minutos. Para Easton diez minutos de retraso es su límite aceptable, y describe bien su alivio cuando uno de los pacientes citados no acude y puede recuperar tiempo. 18 citas en la mañana, 18 en la tarde; entre medias solo hay cambio de escenario, porque debe aprovechar para hacer atención a domicilio mientras toma algún sándwich de camino. Comienza a las 7 y termina a las 5, diez horas continuadas de atención a tiempo completo.360 minutos de atención directa.Y concluye que con 10 minutos por cada consulta es imposible atender lo que precisa y exige una persona hoy.
Escribe Easton: “ en medicina general existe un exceso desproporcionado de trabajo, una falta muy importante de profesionales; éstos se encuentran sobreescrutinizados, microgestionados y excesivamente criticados. La financiación en atención primaria se reduce sistemáticamente , mientras las expectativas de los pacientes crecen exponencialmente al igual que la carga de trabajo".
En Andalucía, una de las comunidades autónomas que presume de su “elevado compromiso con La Atención Primaria”, que alardea de que su modelo es radicalmente diferente a los demás se pueden llegar a atender a 73 pacientes en una mañana, tal y como informaba Basta Ya Málaga la semana pasada: un pacientes cada 4 minutos, doblando y doblando citas hasta otorgar un hueco a quien quiera ser atendido.
En mi primer trabajo como médico de familia en Madrid, mi compañera de trabajo del turno de tarde escribió un día la cifra 103: era el número de pacientes que había atendida esa tarde.Que 25 años después siga siendo posible ver estas cifras de 50, 60 o 70 pacientes dice mucho del nivel de deterioro de la Atención Primaria, generalizado en casi todo el territorio.
La falta de dignidad que esa forma de trabajo representa es incalculable: son indignos los gestores que tratan a las personas como como cabezas de ganado, como borregos pendientes de vacunación, reses que no precisan más de 4 minutos para exponer su problema, desvestirse y tumbarse en una camilla, responder a las preguntas del médico, esperar a que éste rellene en la historia electrónica alguno de los absurdos indicadores establecidos en el acuerdo de Gestión, esperar que registre en su tarjeta la medicación y salga por la puerta: los becerros no precisan de más tiempo.
Es indigno fomentar que puedan atenderse a 70, 80 o 90 personas en una jornada laboral, algo implanteable e incomprensible en ningún país de Europa.
Pero es indigna también una profesión y una ciudadanía que tolere lo que es simplemente intolerable un día más

5 comentarios:

  1. En Paterna (Valencia) el lunes 22 de enero algunos médicos llegamos a "atender" 60 pacientes en una jornada "normal" de mañana.
    En alguna franja horaria llegamos a tener citados un paciente cada 3,5 minutos (17 en una hora a mitad de la mañana). Increíble, pero cierto.
    Todo un ridículo aquello de la "cita programada". Toda una parodia tragicómica de la atención sanitaria con el resultado de una profunda desmotivación profesional y un evidente peligro para la salud de los pacientes.
    Estas situaciones, por lo que se ve comunes en muchas partes de la diversa geografía española, dicen muy poco del compromiso real de las administraciones sanitarias con la APS. Entre otras cosas, por ejemplo, sigue sin haber previsto ningún mecanismo automático para las épocas de sobrecarga asistencial: ni refuerzos de personal, ni incentivos de ningún tipo.
    La retórica política sobre la atención primaria es rentable en períodos preelectorales, pero poco más.
    Estoy de acuerdo contigo Sergio: intolerable.

    Ermengol Sempere
    Médico de famiia

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  2. Esto se llama acoso laboral. Es imprudente no llevarlo a un tribunal de lo contencioso administrativo.

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  3. Aquí hay dos problemas: que los profesionales no se revelan y que los que se revelan somos una minoría. Antes del contencioso hay que tener unas cuantas notificaciones de riesgo laboral registradas para que la cosa prospere.....

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