En la indescriptible comparecencia al alimón celebrada entre el presidente del gobierno de España y la presidenta de la Comunidad de Madrid (cuya puesta en escena fue digna de las más excéntricas cumbres entre Trump y Kim Jong-Un), Carlos Cue del diario El Pais, formuló a ambas autoridades la pregunta clave: …” España es la peor cifra de Europa y Madrid la peor cifra de España; le quería preguntar a los dos presidentes, ¿qué ha hecho mal España y a la presidenta en particular , ¿qué ha hecho mal Madrid?
Ambos estadistas emplearon más de diez minutos en responder a una pregunta muy concreta, aunque su contenido apenas se aproximaba a lo que el periodista preguntó; lo más aproximado fue ésto:
“Que se ha hecho bien, que se ha hecho mal…-respondió el presidente del gobierno- (silencio prolongado)…mire si algo hemos aprendido en esta pandemia y a lo largo de estas semanas es que todos los países y todos los gobiernos ( ya sea un gobierno municipal, autonómico,o nacional) tenemos que ser lo suficientemente humildes como para ser conscientes de que solamente se va a vencer definitivamente al virus cuando la ciencia nos de una respuesta en forma de vacuna o de remedio terapéutico y que hasta entonces lo que tenemos que hacer es trabajar todos unidos, codo con codo….Es verdad que hay algunos países como es España como es Francia que están subiendo la curva mucho más rápido que otros países; si comparamos esta curva con la del mes de marzo vemos que hay grandes diferencias, que dicen mucho de la respuesta de os profesionales sanitarios y también del conjunto de instituciones. Antes detectábamos uno de cada diez, ahora seis de cada diez. En definitiva, no hay soluciones mágicas para vencer al virus”. La presidenta de la Comunidad de Madrid por su parte añadió: “yo creo que el principal error es la confianza por parte de todos, que está dando verdaderos sustos a otros países que incluso en la primera etapa no tenían apenas problemas; de este virus no sabíamos nada, vino sin instrucciones. No se puede comparar Madrid con ninguna otra comunidad autónoma. Madrid es España dentro de España”.
En definitiva, del “abandono de toda esperanza” que supone el saber que hasta disponer de vacuna o remedio no vamos a levantar cabeza, a la trágica noticia de que el virus llegó sin manual de instrucciones. Ni una sola hipótesis que explique por qué un país que implanta las medidas más restrictivas, tiene el mayor número de casos en Europa ( en números absolutos y en tasa por millón); por qué obligando a usar mascarilla hasta en el monte más lejano crecen exponencialmente los casos; por qué tenemos la mayor tasa demuerte por millón sólo por detrás de Perú y Bélgica ( excluyendo los incomparables San Marino y Andorra); por qué nuestra forma de vida y de reunirnos es mucho más contagiosa que la de italianos, portugueses o griegos que comparten nuestra forma de vida mediterránea. Que es lo que hemos hecho para que nuestros vecinos portugueses, con un sistema sanitario que no presumía de ser el mejor del mundo, y una población tan envejecida como la nuestra, tenga la mitad de infectados y un tercio de muertos por millón haciendo similar número de test por millón.
Hace casi dos meses publicamos una carta en Lancet solicitando una evaluación externa realmente independiente sobre la gestión del gobierno central y de las comunidades autónomas respecto a la gestión realizada de la pandemia en España. No hubo respuesta alguna de carácter oficial, más allá de los recelos del Director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) quien consideraba entonces que había de buscarse “el momento adecuado, las características adecuadas del grupo de expertos que van a evaluar y definir los términos de referencia de la evaluación”.
Esta semana publicamos de nuevo en Lancet Public Health una segunda carta reiterando la urgencia de dicha evaluación habida cuenta de la evolución (cada vez más preocupante) de la pandemia en España. Evaluación que debería gozar de un amplio grado de consenso político y del compromiso de corregir errores y aplicar las recomendaciones que pudieran establecerse. Preguntado al respecto el Ministrode Sanidad en estos dos últimos días, respondió en los mismos términos que su subordinado había expresado 7 semanas antes: hay que analizar cómo, cuándo y quién ha de realizar la evaluación, pero todavía lo que hay que hacer es combatir al virus y no evaluar”.
Curiosa estrategia basada en seguir haciendo lo que ha demostrado ser claramente insuficiente, cuando no inadecuado. Sensatas palabras si los que han de combatir el virus son los mismos que han de evaluar, los que han de recabar la información coinciden con los que han de tratar a los enfermos. Pero no es así. Sólo se pretende analizar por qué nos va tan mal.
Hace ya mucho tiempo que la clase política perdió su crédito; creen que coloridas banderas, trajes de marca y asesores de comunicación son suficientes para transformar la realidad. Hace tiempo que desprecian a los medios de comunicación (no respondiendo a lo que se pregunta), a la sociedad (a la que no rinden cuentas) y, lo que es mucho peor, a los afectados y sus familias.
Su responsabilidad sobre lo ocurrido en primavera podría tener el atenuante de lo imprevisto, del desconocimiento de la amenaza a la que se enfrentaban. Cuando la propia Organización Mundial de la Salud se comprometió hace meses a evaluar su desempeño, que uno de los países con peores datos del mundo se niegue a hacerlo y a aprender de lo sucedido no tiene justificación alguna.
Urge una evaluación externa independiente de la gestión de la pandemia. El error de no haberla hecho ya lo estamos pagando.