lunes, 25 de octubre de 2021

Por qué los sistemas sanitarios necesitan rebeldes ( y el nuestro más).

 


“Si los Médicos Generales tienen las suficientes agallas para rebelarse es algo que veremos muy pronto. Bajo una presión enorme y creciente a la que se añaden ataques desde algunos medios de comunicación,podrían haber esperado al menos reconocimiento y apoyo desde el gobierno.En lugar de ello el Ministro de Salud y Asuntos Sociales, Sajid David,, fracasó en sus conversaciones con sus representantes,y en lugar de implicarse de forma constructiva, comprometió los limitados recursos del NHS en impulsar consultas presenciales a través de una serie de intervenciones sin base científica, establecidas de arriba abajo, que probablemente sólo empeoren las cosas”

Fiona Godlee. Directora del British Medical Journal.

Esta “Opinión del Director” ( Editor’s Choice”) del pasado sábado, tanto en su título como en su contenido puede ser aplicada , letra por letra, a la situación patética de la Atención Primaria y la medicina de familia, en todos y cada uno de los servicios regionales de salud del ente llamado España, así como muy probablemente a buena parte de los países del mundo, puesto que el problema de la Atención Primaria es claramente global…aunque en unos lugares más que en otros.

Hoy mismo, el diario español El País lleva a su portada el siguiente titular:”Las comunidades prescinden al menos de 21.000 sanitarios”. El artículo, escrito por Jessica Mouzo, comienza así:” La pandemia de covid desciende en España y las comunidades comienzan a replegar efectivos”.Como si fuera el despido de los camareros de refuerzo en un chiringuito pasada la temporada de verano.Ese es el concepto general de lo que son los profesionales sanitarios: efectivos, refuerzos,contingentes.

Según el Health at Glance de la OCDE de 2019, el crecimiento anual del gasto sanitario en España en el periodo 2008 a 2013, en el peor momento de la crisis, fue negativo, menos 1,4%, ( el cuarto mayor retroceso tras Grecia, Islandia y Portugal), mientras la media de OCDE crecía más del 1%. Las políticas serviles de los gobiernos del partido socialista y el partido popular ( y por ende de todas las comunidades autónomas) acataron sin rechistar las órdenes de la Troika de reducir el gasto sanitario público en España en casi un punto, situándolo en la franja del 5,5%. Que ese brutal recorte afectó principalmente a la Atención Primaria está reiteradamente argumentado en el blog de Juan Simó. Que ese recorte afecta esencialmente al personal sanitario está también fuera de duda. También es sobradamente reconocido que una de las razones por las que España tuvo el peor desempeño en la gestión de la crisis de la Covid 19 en su primera ola en los países OCDE fue precisamente el desmantelamiento encubierto del sistema sanitario durante la segunda década del siglo XX.

El pequeño problema es que el llamado recurso humano, fuerza del trabajo, o efectivos (como llama la periodista de El País), no es un elemento coyuntural y accesorio en Atención Primaria y sustituible por nuevas tecnologías y teletrabajo: las personas que atienden a personas, ya trabajen en medicina, enfermería, trabajo social o cualquier otra disciplina, son su principal y casi exclusivo recurso, el equivalente a toda esa tecnología que define y caracteriza el entorno hospitalario. La Atención Primaria son personas y éstas son absolutamente insuficientes para lo que tienen que atender.

La situación en Madrid de la Atención Primaria es ya insostenible pese a las maniobras de distracción política de su presidenta. Pero no es mucho mejor en el resto de comunidades, y no está en modo alguno exento de responsabilidad el gobierno de la nación. Ya comenté en su momento el escándalo que supone que en el pomposo y engolado Plan de Recuperación,Transformación y Resiliencia de dicho gobierno se destinaran únicamente 1069 de los 140.000 millones previstos al sistema sanitario (0,7%), sin partidas específica alguna para la Atención Primaria. El ridículo argumento de que habrá más dinero en forma de tecnología demuestra o ignorancia o desprecio, porque la tecnología de la AP es esencialmente personas, profesionales cualificados con contratos dignos y estables en el tiempo. Aún más escandaloso es el supuesto compromiso de destinar 176 millones para el refuerzo de la AP en los presupuestos de 2022, esos presupuestos tan progresistas, impulsadas por políticos tan "comprometidos” con la AP. 

El documento programático de la Organización Mundial de la Salud en la Asamblea Mundial de las Naciones Unidas en 2019 que finalizaba la declaración de Astana del año anterior, indicaba la necesidad de que todos los países del mundo dedicaran un 1% adicional de su PIB sólo a la Atención Primaria, lo que en el caso de España significa 12.800 millones de euros. El mismo porcentaje recomendaba la OCDE en este último verano. Frente a 12.800, 176. No está mal. Al menos se le reconoce al gobierno buena voluntad. Quizá por ello se  invitó a la ministra de Sanidad a clausurar el congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. Por eso la conferencia estelar la dio Fernando Simón, un hombre tan comprometido con la Atención Primaria que apenas consideró a ésta  durante la gestión de la pandemia, ni reconociendo su situación , ni valorándola como un elemento clave de la respuesta del sistema sanitario ante la pandemia. Se necesitan rebeldes como escribe Godlee. Porque sin rebeldía ante la actual situación, la Atención Primaria será muy pronto un bello recuerdo del pasado