Los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP) son una experiencia tan excepcional que podría casi catalogarse de milagrosa, si no fuera porque ello implicaría la creencia en un dios superior, algo no compartido de forma generalizada. Pero quizá más asombrosa que su existencia es el velo de silencio que se extiende sobre ellos fuera de sus organizadores y participantes. Cada día, cada semana, los periódicos, radios, televisiones y redes sociales dan cuenta de multitud de experiencias insustanciales, disparatadas y ridículas. Nunca vióse al gran Francino, al engreído Alsina o demás comunicadores y comunicadoras de este país realizar entrevista alguna a Gervas sobre el desarrollo de la experiencia. Tampoco a colegios profesionales (más allá de alguna persona concreta), sindicatos de diverso pelaje o sociedades científicas de las múltiples que pueblan el territorio, y que sin embargo sí participaron en los primeros seminarios allá por el 2015 hace casi 20 años.
Tuve la suerte de poder incorporarme a ellos por invitación de Juan Gervas al último seminario de aquel año y desde entonces he procurado no faltar más del lo inevitable a lo largo de los más de 50 seminarios que se han venido sucediendo contra viento, marea, pandemias y obstáculos a lo largo de todo este tiempo.
Creo que en el marco de los elefantes en la habitación de la Atención Primaria que venimos comentando ( y la ausencia de referencias a la importancia de los SIAP lo es y de los más gordos), es muy ilustrativo contrastar el modelo de enseñanza-aprendizaje de los SIAP con el modelo universitario en el que sigue encontrándose sumamente cómodo el mundo catedrático hispano. Supongamos que existiera un claustro universitario tan abierto e innovador como para permitir que a Juan Gervas o Mercedes Pérez se les hubiera encargado una hipotética e imposible asignatura de Atención Primaria. Comenzaríamos diciendo que frente al modelo hegemónico aquí no hay asignaturas que recibir, apuntes que tomar y libros del cátedro que memorizar. Por el contrario, hay nada más (y nada menos) que temas de trabajo y discusión que desbordan el ámbito de la medicina, de la salud, de los servicios sanitarios, y para cuyo abordaje y debate no solamente están invitados a participar grandes expertos (la lista de los que han participado es simplemente apabullante) sino personas quizá menos conocidas interesadas en el tema y que tienen mucho que aportar, incluidos aquellos que están iniciando su itinerario formativo. Tampoco hay aquí un proceso unidireccional donde unos saben y dictan, y otros ignoran y reciben como la hierba la lluvia. Todos enseñan algo, todos aprenden algo. Las aportaciones, nunca imbuidas de dogma, sino por el contrario siempre discutibles, subjetivas y breves ( no más de 1000 palabra, no más de 10 minutos) son difundidas a una comunidad constituida por multitud de individuos de diferentes perfiles humanos y profesionales, lugares de formación y residencia, corrientes y creencias ,quienes deben presentarse como seres humanos completos ( y no receptores de curriculums) y opinar con criterio ( las ocurrencias se invalidan por si solas). Tras plantear el tema a estudio, y una vez pasado el tiempo necesario para armar una discusión (construida de réplicas y contraréplicas, de documentos complementarios y bibliografía ad hoc) , se lleva a cabo el encuentro presencial, bastante alejado de lo que es una clase. Dura más que ésta, nada menos que un día y medio y se construye por una sucesión de intervenciones, de breves presentaciones y réplicas, donde es posible decir todo siempre desde el respeto al otro y sus argumentos. Un encuentro donde los que inician el encuentro son los más jóvenes, los estudiantes, los residentes que presentan casos en el satélite (iniciativa e invención de Gervas desde el SIAP de Granada de 2015,). Y al que siguen sin solución de continuidad ponencias y debates junto a actividades culturales y artísticas.
No acaba ahí la “clase”, que se prolonga con la interacción personal durante los dos días de encuentro y después durante semanas reposando, madurando y sintetizando lo discutido hasta entonces. Y que puede acabar en una o varias publicaciones científicas, que se han venido sucediendo durante caso veinte años.
Hace ya más de una década Jane Hart describía el inevitable tránsito que se está produciendo en los mejores centros de aprendizaje educativo desde un aprendizaje formal (intencional, consciente, intermitente, desgajado de la actividad habitual) a un aprendizaje informal (no intencional, inconsciente, continuo, entrelazado con la actividad cotidiana). Las universidades españolas siguen en su modelo arcaico, encantadas de haberse conocido, pero incompetente ante los desafíos actuales. Los SIAP por el contrario, suponen una forma nueva de aprendizaje que atraen en cada edición a cientos de asistentes. Donde todos los asistentes, ponentes y escuchantes pagan de su dinero los gastos que el evento implica. Donde lo que se lee y escucha impregna tu forma de pensar y trabajar, y donde se establece una gigantesca red de personas de todos los ámbitos de trabajo.
No existe una experiencia semejante en el mundo. Una experiencia que además de haber recorrido buena parte de la geografía ibérica (de España y Portugal) se ha extendido por América en países como, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay, o Reino Unido
Cuestionar la autoridad y la jerarquía, permitir cualquier discusión por disparatada que parezca, ampliar las perspectivas más allá de lo que establece el conocimiento vigente de la propia disciplina, sustentar los argumentos en pruebas, enlazarlo con la vida en general y en la de cada participante. Elementos que constituyen la única vía para un futuro tan complejo como el que tendremos.
Es posible que a pesar de su excepcionalidad y de su carácter único si se enviara esta experiencia a alguna de las revistas de élite sería rechazado. No cumple los estándares de las revistas científicas: no lo publica un editor o un amigo o becario del mismo, no incluye un ensayo clínico o metanálisis, no fomenta el empleo de una prueba diagnóstica, un cribado, una píldora milagrosa. Pero no importa. Su capacidad para haber generado otra forma de aprender y establecer vínculos es irreversible.
Fotografía. Juan Gervas en el último SIAP celebrado en Granada