Las
fuerzas vivas del sobrediagnóstico ha alcanzado un nuevo hito: quizá estimulado
por el alto nivel de ocurrencia existente en otros territorios, el Conseller de
Salut de Catalunya, Antoni Comí decidió hace unos meses dar un paso más en el
despiece del enfermo en parcelas productivas: la cosificación del pulso.
En
noviembre pasado, la Generalitat lanzaba la campaña “Pren-te el pols. Si has perdut el ritme no perdis el cervell”. 370
farmacias se han comprometido a tomar el pulso, ¡“de forma gratuita” ¡ a
personas mayores de 60 años con la intención de pillar las fibrilaciones
auriculares que acechan detrás de esas muñecas. Para el señor consejero la
campaña constituye un ejemplo de salud comunitaria., y así lo ha puesto de
manifiesto acudiendo en persona a una farmacia para animar al personal a
tomarse el pulso.
Para facilitar
la identificación de las farmacias “gratuitas” que toman el pulso se han diseñado
unas bonitas pegatinas en tonos naranjas ((lo de gratuito es de agradecer sin duda,
aunque uno no sabe bien cuál sería la tarifa en aquellas que lo hagan de forma
comercial).
De esta
forma aparece un nuevo protagonista en el mundo de la `prevención, “EL PULSO”,
objeto de interés y atención en sí mismo, perfectamente diferenciado del ser
que lo custodia. Es muy posible que veamos en los próximos años ( quizá solo
meses) aparecer nuevas campañas de filántropos desinteresados preocupados por
el “pulso paradójico”, la “respiración de Cheyne Stokes” o el maravilloso “reflujo
hepatoyugular”, para los cuales prestigiosos expertos ofrecerán sus servicios gratuitos.
Si la
campaña tiene éxito (que lo tendrá) sería deseable crear una especialidad MIR y
FIR, el pulsólogo, con la que cubrir este importante vacío existente en la
prestación sanitaria.Lo lógico además es que las farmacias informen en cuál de
ellas se encuentra el Pulsólogo de guardia más cercano en domingos y fiestas de
guardar.
De los
intereses comerciales que se esconden, sin apenas disimulo, en la campaña escribió
con su habitual clarividencia Juan Simó. Todas los empresas farmacéuticas que
figuran como patrocinadores (Bayer, Boehringer Ingelheim, Daiichi Sankyo,
Bristol-Myers-Squibb y Pfizer) tienen claros intereses comerciales en la venta de
nuevos fármacos anticoagulantes que sustituyan al viejuno y barato Sintrom.
A nadie
parece importar la ausencia de evidencia sólida sobre la medida, el desconocimiento
del valor predictivo positivo y negativo de la intervención, la generación de
hallazgos falsamente positivos y la inevitable medicalización, una vez más, de
la población. Tampoco importa un bledo si los encargados de tomar el pulso tienen
siquiera la capacitación necesaria para ello.
Cuando la
Atención Primaria manifiesta signos evidentes de sobrecarga en todos los países
del mundo, cuando el tiempo por paciente apenas supera en España los 5 minutos
( cuando el porcentaje de pacientes a los que se dedica menos de 15 minutos en
los países desarrollados es de solo un 27%), y los retrasos en la atención se
generalizan ante el elevado número de pacientes diarios, mucho de los cuales
acuden por naderías, no deja de sorprender que la Sociedad Catalana de Medicina
Familiar ( CAMFIC) sea una de las entidades colaboradoras de la campaña.
El
pulso es un signo. Un aporte de información que debe ser integrado y analizado
en el marco de la información clínica obtenida por un profesional altamente cualificado,
y conocedor de la biografía de esa persona. Nadie mejor para ello que su médico
y su enfermera de cabecera.
Aunque
sea mucho menos moderno que el pulsólogo de guardia.
( Imagen tomada del blog de Juan Simó)