Cuando era pequeño tenía un amigo experto en destripar
aparatos; desmenuzaba muñecas parlantes, radiocasettes o batidoras. El problema
es que rara vez era capaz de volver a montarlos y reintegrarlos a su situación
inicial. En ocasiones las más
respetables instituciones internacionales me recuerdan a mi amigo, expertas en
generar problemas donde no los hay, pero sin capacidad alguna de resolver el
entuerto.
Esta semana la
OMS daba difusión y hacía suyo un
informe del Centro Internacional de Investigación sobre Cáncer en que evaluaba
la “ carcinogeneidad” del consumo de carne roja y procesada. Según éste , tras
un análisis exhaustivo de la literatura científica un grupo de 22 reputados
expertos de 10 países concluyeron que la llamada carne procesada ( embutidos, salchichas)podría causar
cáncer colorrectal , sobre lo cual existiría un nivel de evidencia de grado 1.
La carne roja se considera probablemente carcinógena ( grado 2A) .
Nada que no se supiera ya, pero que ha tenido la capacidad
de saturar los medios de comunicación de medio mundo. A raíz de su difusión se
ha puesto en funcionamiento uno de los mecanismos más poderosos de manipulación
y tergiversación de la información que existe en la sociedad contemporánea: el
regodeo obsceno de los medios de información sobre la salud y sus supuestas amenazas.
No ha habido ninguno de ellos que no haya dedicado amplia
cobertura a analizar con todo tipo de expertos, la gravedad de la noticia. Una
cadena tan seria como la SER dedica una hora en horario de máxima audiencia a revisar
la gravedad del problema; en Ondacero un supuesto experto cuya forma de
expresión recuerda a Chikito de la Calzada , alerta del peligro de consumir
carne, de cualquier forma y origen ( “ incluida la de caballo que hasta hay
gente que la toma”). En plena exposición a lo largo de media hora parece darse
cuenta de que está cargando excesivamente las tintas contra el consumo de carne
y tranquiliza a sus oyentes con una afirmación memorable: “ la carne también
tiene efectos bondadosos sobre el funcionalismo del hombre”. Es decir la carne
puede ser tan bondadosa como la amable ancianita que acerca a los niños
perdidos al autobús.
Un supuesto experto de Medicadiet ( con centros de
adelgazamiento de Madrid , Barcelona y Zaragoza) es consultado en horario de máxima
audiencia en un telediario para dar su pintoresca opinión al afecto. El
principal coordinador del grupo de expertos , Kurt Straif, con gesto tan
sonriente como desafiante, instan al público a decidir en quien confiar, la
industria o nosotros”. Como
principal argumento de la fortaleza de su estudio no alega a la solidez de su
metodología, sino a “ que está realizado por los mejores científicos de este
campo, sin conflictos de intereses ni lazos con empresas ni otros grupos”. Como
muestra de su nivel de rigor científico alude a que “este estudio tiene sentido
común”. Haciendo muestra de esa enorme capacidad de anticipar el futuro, el
científico Straif afirma que “ hemos comunicado claramente cuáles son las
pruebas que permiten decir que esta carne produce cáncer e incluso hemos
aclarado cuanto cáncer producen”, como si la generación del cáncer por consumir
carne fuera un fenómeno tan mesurable como el número de croquetas que salen de
un kilo de bechamel. El amigable científico asegura que el número no debe andar
lejos de 34.000 sólo por cáncer de colon.
En una afirmación que le hace firme candidato al Permio
Nobel ( o en su defecto al nuevo de Princesa de Asturias ,tan amante de los
científicos de relumbrón) señala que “ no hemos encontrado un nivel de consumo por debajo del cual no haya
riesgo”.
Entre sus grandes contribuciones ha establecido una cifra
mágica que separa una vida longeva y saludable de otra condenada a los
infiernos del cáncer: 50 gramos. Por encima de esa cantidad de carne roja o (
lo que es mucho peor) procesada, uste se pondrá en grave peligro de muerte, la
haber vulnerado un mandamiento clave de la nueva fe: “ no consumirás carne roja
ni procesada”.
Familiares angustiados por esta grave noticia me preguntan
sobre si ya puestos a asumir tal riesgo de muerte es mejor prepararla enbarbacoa , asada o frita: la OMS no tiene evidencias. También preguntan si tomarla
cruda aumenta el riesgo: la OMS y sus científicos no tienen pruebas.
A la pregunta de si el riesgo es mayor en ancianos, jóvenes
o aficionados del Athletic, los
expertos no saben. Tampoco tienen ni idea sobre si los que ya tienen cáncer de
colon pueden seguir comiendo cáncer o deben hacerse veganos. Y si alguien aspira a abrazar esta fe ,
dedicar sus esfuerzos culinarios al pollo, hincharse a boquerones o consumir exclusivamente verduras esos
expertos tan impolutos no aportan prueba alguna sobre si este tipo de dietas
son mejores o peores para la salud.
Estos seres tan altruistas, venerables e íntegros, esos
admirables científicos que son la única fuente de información positiva que
encuentra cada día la esforzada
Pepa Bueno han desarmado el artilugio de la carne sin saber que hacer una vez
despanzurrado.
Mientras tanto , el hecho de que casi cada semana, luche por
su vida en medio del Mediterráneo un número equivalente al de los pasajeros de
un avión comercial no parece considerarse un problema de salud aunque su
mortalidad no sea despreciable. Sería interesante saber que recomiendan los
carismáticos periodistas de nuestras cadenas, y los sesudos investigadores de
la OMS en materia de dieta cárnica a los refugiados. Estarán satisfechos: la recomendación
de los 50 gramos lo cumplen seguro.
(Viñeta de El Roto en El Pais)
Blog cortesía de Favila