“Ellos establecen , seria y sentimentalmente, las tareas destinadas a remediar los males que ven en la pobreza pero sus remedios no la solucionan; más bien al contrario, la prolongan”
Oscar Wilde.
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Si hay una publicación en español imprescindible para conocer las grandezas y miserias de la investigación médica hoy en día , ésa es No Gracias. Mientras las revistas “serias” pelean por sus ranking JCR haciendo oído sordos a los grandes debates de la investigación, No Gracias no sólo traduce los artículos clave de la contienda sino que además toma partido de forma sólidamente argumentada.
Porque lo que está en juego ahora mismo es la credibilidad de las fuentes de información que durante dos décadas han sido tomadas como referencia a la hora de tomar decisiones que afectan a la salud ( y la dolencia) de los pacientes.
Como es sabido, en las últimas semanas la Colaboración Cochrane expulsó de su Consejo de administración al investigador Peter Gotzsche. Para conocer el proceso en detalle nada mejor que leer con detenimiento las dos excelentes traducciones publicadas en No Gracias, tanto el comentario de Gotzsche en su blog, como el comentario de Hilda Bastian en el suyo.
Para el que no le conozca aún, Gotzsche es un “enfant terrible” de la investigación científica, la bestia negra de los que entusiastas de la prevención a través de sus cribados. Durante años puso de manifiesto las debilidades de los cribados masivos mediante mamografías, con el riesgo evidente de sobrediagnóstico que supone y su nulo efecto en materia de mortalidad global; más tarde denunció ( al igual que Allen Frances) los excesos de la psiquiatría, considerando que es preferible no tratar a asumir os efectos adversos de los psicofármacos; su última crítica , publicada en BMJ Evidence Based Medicine, pone de manifiesto las deficiencias de una revisión Cochrane sobre la vacuna del papiloma humano, el gran tabú de la última década que ningún gobierno está interesado en cuestionar.
Para hacerse una opinión propia lean las diferentes posturas al respecto del debate de gente tan respetable como Greenhalgh, Moynihan o la propia Bastian. Pero la clave de la discusión ( como señala Abel Novoa ) es si se acepta o no el principio GIGO ( Garbage In= Garbage out, o si entre basura saldrá basura).
No abundaré en la discusión porque ya lo ha hecho Abel mucho mejor de lo que podría hacerlo yo. Pero otro aspecto merece también atención.
Curiosamente coincidiendo con la expulsión de Gotzsche un generoso mecenas inyectó una considerable cantidad de dinero en la Cochrane Collaboration. Se llama Bill & Melinda Gates Foundation. La sombra de la sospecha que existe cuando de inversión farmacéutica se trata, desaparece cuando los hombres más ricos del mundo regalan cantidades ingentes de dinero, aparentemente sólo por amor al arte, tal y como manifiesta la candidez de ciertos políticos y directivos.
En datos de hace ya unos años, las 27 entidades filantrópicas de los más ricos ( Gates, Rockefeller, Slim, Zuckerberg,Bazos y demás hierbas) donaban más de 15.000 millones anuales. Su gasto ( ¿ o mejor llamarlo inversión?) pasó de 3000 millones de libras en 2000 a 16000 millones en 2016. Entre ellos Gates arrasaba y sigue arrasando: en 2012 sonó 2600 millones mientras los 7 que más invirtieron después de él aportaron “solo” 1.200 millones. Su inversión global, estimada hasta 2010 era de más de 26.000 millones, la mayor parte en proyectos de salud: para dar idea de su magnitud la Rockefeller ( el otro gran financiador) no ha llegado a 14.000 millones de dólares desde 1914, y la OMS gestiona apenas 2.000 millones por año.
La Gates Foundation es actualmente el segundo mayor financiador de la Organización Mundial de la Salud tras el gobierno de los Estados Unidos. Curiosamente el modelo de evaluación de la Atención primaria que propone la OMS es el modelo de evaluación de la Gates ( Primary Care Performance Initiative). Un modelo no validado ni pilotado ni publicada su fiabilidad en revistas científicas. A diferencia de otros instrumentos ( PCAT, MONITOR) que sí lo han hecho. En el que incluye indicadores tan interesantes para evaluar la Atención primaria como el de Exactitud diagnóstica ( Diagnosis accuracy), que mide el número de casos atendidos en AP que son correcta y adecuadamente diagnosticados a través de un código, ignorando que (como señalaba en su revisión Kroenke) más de un tercio de los síntomas en una consulta de Atención Primaria quedan sin diagnóstico.
A pesar de su más que discutible validez , esta misma propuesta se incluye en los borradores de la próxima declaración de Astana de OMS, en cuya elaboración la sombra alargada de la Gates Foundation es bien notoria.
El ya clásico informe de Martens y Seitz para la GPF ( Philanthropic Power and Development: who shapes the agenda?) describe con claridad cómo condicionan las corporaciones (la Gates especialmente) la agenda en materia de alimentación, desarrollo tecnológico y salud global. Como señalaba The Guardian uno de los medios empleados para ello era la infiltración en las élites del conocimiento y la investigación. Como la Cochrane.
Una de las prioridades de la Gates ha sido precisamente la investigación en nuevos fármacos y vacunas ( más de un tercio de los fondos según The New Internationalist). Como lo es el fomento a lo largo de toda su existencia de programs verticales centrados en enfermedades y no en los que las padecen, aquellas enfermedades que Gates decide que son prioritarias. Según un trabajo de Lancet de 2009 solo un 1,4% de los fondos de la Gates entre 1998 y 2007 se dirigieron a instituciones públicas, y solo 37 de las 659 organizaciones no gubernamentales que recibieron fondos pertenecían a países de bajos o medianos ingresos. La financiación que Gates otorga a OMS es fundamentalmente finalista y no esta destinada a decisiones acordada por la propia OMS en su Asamblea Mundial anual.
Low filántropos como Gates marcan la agenda, las prioridades, ahora también la ciencia, lo que es cierto y lo que falso. Se reúnen con ministros y presidentes de gobierno que babean por sus contribuciones.La puerta giratoria que conecta a la Gates Foundation y la industria farmacéutica o empresas tan limpias como Montsanto no deja de girar.
El Dr Arata Kochi , antiguo director de la investigación sobre malaria de OMS, definió a la Gates Foundation como un cártel que suprime la diversidad de opiniones científicas sin rendir cuentas a nadie que no sea ella misma”.
Quizá la motivación de estos generosos filántropos sea mejorar la salud y la alimentación de la humanidad. Pero dejar en sus manos el control de la investigación, el conocimiento o la orientación de los servicios sanitarios es un acto suicida para los que aspiran a sistemas destinados a reducir iniquidades y no a cebar la cuenta de resultados de la industria de la salud.