¿Cómo vamos a preocuparnos por los pacientes si nadie se preocupa por nosotros?
Chuck. En la Casa de Dios de Samuel Shem
El Ministerio de Sanidad español parece haber encontrado la solución a los problemas de la Atención primaria: reducir los cupos de pacientes por médicos de forma que en el caso de los médicos de familia no supere los 1500 y en el caso de los pediatras el de 1000. Medida novedosa que probablemente satisfaga a sociedades científicas y sindicatos innovadores pero que , en mi modesta opinión, se queda corta: ¿por qué no 700 pacientes por médico? O incluso siguiendo la moda de los restaurantes japoneses que solo atienden a una mesa, ¿por qué no un paciente por médico?
El problema no sólo está en que cuanto menos cupo de pacientes se tenga, menos posibilidades de atender el número suficiente de casos al año como para mantener la competencia, sino que vuelve a dar una solución sencilla, manida, previsible y demagógica ante un problema mucho más complejo.
En un estudio muy reciente realizado por el grupo de Jeremy Dale in Essex y publicado en BMJ Open, casi la mitad de los médicos generales ingleses (48,5%) estaban planteándose dejar la profesión en los próximos dos años, lo que supone un incremento del 13% sobre la anterior encuesta realizada en 2017. Casi dos tercios (59,4%) afirmaban que su moral se había reducido significativamente en los dos últimos años. La principal causa de la baja moral y los deseos de huir es la sobrecarga de trabajo (tanto en intensidad como en volumen de trabajo), seguida de la pérdida continuada de tiempo en tareas poco importantes, la falta de tiempo para atender pacientes, el trabajo a lo largo de los 7 días de la semana, la reducida satisfacción con el trabajo o la poca flexibilidad horaria. Los entrevistados consideran que se precisa más inversión, más médicos, mayor educación de la población y ampliación del personal de apoyo para poder revertir la tendencia. No reducir los cupos.
Caroline Elton, en la revista madre (BMJ) publicaba esta semana otro interesante ensayo sobre el “burnout” de los médicos en Inglaterra en lo que proponía era un replanteamiento RADICAL; no paños calientes y medidas como las de siempre. Elton atiende en su consulta a médicos generales sobrepasados, amargados, abrasados, que se plantean dejar la profesión. La razón principal es sentirse maltratados y exprimidos por el sistema.
Una de las claves que describe Elton es la hipócrita afirmación de que el sistema está centrado en el paciente ( o la persona) cuando el clásico planteamiento de Balint hace décadas que fue abandonado por modelos más “innovadores” ( llenos de Da Vincis y células madre); sólo queda de aquello el título de lo que él formuló, como el letrero en las peluquerías de los pueblos abandonados.
En su ensayo Elton hace una inteligente analogía entre la relación entre pacientes y profesionales con la existente entre los lactantes y sus madres, siguiendo los imprescindibles trabajos de Donald Winnicott. Éste había establecido el paralelismo entre los sentimientos ocasionales de odio de las madres hacia sus hijos, con los de el psicoanalista hacia sus pacientes. Habitualmente los médicos no hablamos de los sentimientos de resentimiento, odio, o asco que nos generan los pacientes, pero no sólo existe sino que muy probablemente pueda tener rasgos en común con el odio momentáneo hacia los recién nacidos por parte de sus madres o del psicoterapeuta hacia sus pacientes.
No hay solución fácil para la quemazón de los profesionales. En ese sentido Elton considera que las medidas integrales para el control de las infecciones quizá podrían inspirar las dirigidas a mejorar el bienestar de los profesionales: de nada sirve colocar un póster en la sala del curas, sino que se precisa actuar a nivel individual, de equipo, de centro o de sociedad. Shanafelt, de Stanford identifica al menos siete ámbitos de actuación en el burnout que debería abordar toda organización que pretenda mejorar el problema: la propia sobrecarga, la eficiencia en el trabajo, la flexibilidad y el control sobre el propio trabajo, la cultura y los valores, la integración de la vida personal y profesional, la construcción de comunidad en el lugar de trabajo y el significado de lo que se hace.
Como decía Chuck en La Casa de Dios si no hay preocupación por los que tienden pacientes éstos difícilmente se preocuparán por ellos. No es un problema menor. La revisión sistemática con metanálisis de Panagioti et al demuestra que el burnout se asocia a un incremento del riesgo de incidentes de seguridad del paciente, a una deficiente calidad de la atención y a una reducida satisfacción del paciente.
Un problema grave y complejo que no se soluciona bajando cupos, señora Ministra.
(Imagen: normas de la Casa de Dios)