martes, 26 de mayo de 2015

En puesto de Liga de Campeones

El presidente del gobierno español, tras los buenos resultados obtenidos en las recientes elecciones, ha convocado su primera rueda de prensa desde 2012 (hace más de 3 años) para decir que no piensa hacer cambios. No los ve necesarios. Cree que todo se reduce a un problema de falta de comunicación que quizá pueda resolverse con un nuevo asesor de imagen. El rumbo político seguirá imperturbable.
No rectificar el rumbo implica que se considera que lo realizado hasta ahora es lo correcto. Y que sus consecuencias son las deseables.
Al margen del papel jugado por la corrupción (en que el partido gobernante ha mantenido  brillantemente el liderazgo pese a la tenaz competencia del resto de sus rivales), algunos de sus efectos son claramente visibles a través de los datos de una institución que no es sospechosa de bolchevique. Se llama OCDE y agrupa información sobre los países más desarrollados del mundo. Acaba de publicar un interesante instrumento que permite la comparación de determinados indicadores entre cualquiera de sus países, o de cada país con la media de la OCDE. Además incluye la posibilidad de analizar la situación desde el inicio de la crisis.
Los datos sobre España son los siguientes:
-    en lo relativo a los ingresos familiares, España se encuentra algo por debajo de la media en salarios medios, pero solo tiene tres países en peor situación en las familias con ingresos bajos. El empeoramiento de la situación es sustancialmente mayor en este último grupo. Es decir la crisis ha golpeado más a los que menos tienen.
-    La tasa de fertilidad que tanto preocupa a la iglesia, uno de los principales apoyos de este gobierno, que ya de por si era baja, se ha reducido aún más.
-    En relación con el desempleo nos encontramos como el Madrid en la Liga. Éramos los segundos, y además mantenemos ese puesto de privilegio en lo relativo al mayor aumento del paro desde el inicio de la crisis (menos mal que el estudio no incluye datos sobre precariedad, puesto que el escaso trabajo generado en estos años es sencillamente trabajo miserable). Solo Grecia nos supera. También somos los segundos en aumento de “Ninis”( “ni trabajan ni estudian”) tras Grecia, aunque en el cómputo global ocupamos el puesto del Sevilla ( quintos, puesto de Europa League).
-    Donde nuestro avance es espectacular ( es lógico que Rajoy no piense en hacer cambios) en el incremento de las desigualdades. En el ranking de inequidad aunque aún estamos detrás de los clásicos colosos de este deporte ( Chile, Méjico, Turquía, Israel, Estados Unidos ,Reino Unido y Portugal) somos el país que más ha crecido en este tiempo. Es más, escalamos dos puestos absolutos en la brecha entre los más ricos y los más pobres, siendo de nuevo el país que más crece (4,4 puntos a enorme distancia del siguiente, Méjico a 1.7). Un gran trabajo de abrir la tijera que no se está reconociendo lo suficiente.
-    El gasto sanitario se ha mantenido en el mismo porcentaje que el de la OCDE en estos años de “progreso”, pero con respecto al Producto Interior Bruto está sensiblemente por debajo de la media. El gasto público total si está en cambio por encima de la media, ese grave lastre ligado a lo que estamos “despilfarrando” en los vagos e incapaces que siguen en el paro.
-    Por último, la confianza de la población en el gobierno es una de las que más ha disminuido, estando por debajo de la media. Y la confianza en las instituciones financieras (esas que tienen prioridad para pasar por caja ante cualquier signo de mejora económica) solo es peor en Islandia, Irlanda y Grecia, los tres países donde fueron los bancos los responsables del desastre económico.
Al igual que el Madrid ( perplejo de sus resultados con su inteligente política deportiva), el partido que lleva gobernando España en los cuatro últimos años se sorprende de que más de dos millones y medio de ciudadanos le hayan retirado su apoyo. Lo que verdaderamente asombra es que haya gente que les siga votando.


PD. Por cierto, ¿dirá el gobierno español también en esta ocasión que los datos son falsos?¿Suspenderá su contribución a la OCDE como ya hizo antes con otras instituciones internacionales?

viernes, 22 de mayo de 2015

Manifiesto contra la Precariedad en el Sistema Sanitario: una cuestión de dignidad

“Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
"
Primo Levi

Tendemos a creer que la realidad es lo que nosotros vivimos: salimos a tomar una cerveza después de un largo día de trabajo y creemos que ese es el principal objetivo de cualquiera. Planificamos las próximas vacaciones suponiendo que esa es la preocupación de  todo el mundo.
Para algunos de los políticos que están hoy en campaña las cosas van magníficamente, el paro no es un problema y España crece por encima de lo que cualquier hubiera previsto. Un hermoso jardín de césped bien cortado.
Pero si uno introduce la cámara en el subsuelo, como hacía David Lynch al comienzo de Terciopelo Azul, las cosas son bien distintas. Existe un mundo de hormigas, invisible si no te adentras lo suficiente.
Los pobres son una de esas hormigas del subsuelo. España es el país industrializado donde más ha aumentado la desigualdad en la última década. Mientras la renta del 10% más rico disminuyó poco más de un 5% en 2011, en el 10% más pobre la reducción fue mayor al 42%. La situación sería aún peor si los impuestos redistributivos y las prestaciones sociales (las dos medidas que quieren recortar ciertos partidos) no amortiguaran algo el golpe. Muchos, sin embargo, apenas reparan en esos pobres, que aumentan hasta convertirnos en uno de los países con mayor número de personas bajo el umbral de pobreza.
La precariedad es otra de esas hormigas invisibles. Una lacra que afecta en especial a jóvenes y mujeres, pero que no somos capaces de reconocer hasta que no nos afecta.
Es una enfermedad que tiene una etiología clara: las políticas que llevan aplicándose en este país en materia de personal desde mucho antes del inicio de la crisis, con el argumento de que son indispensable para hacer nuestras organizaciones más eficientes. La han aplicado, y las siguen aplicando sin sonrojo, todos los partidos con responsabilidades de gobierno de este país: demorando o suprimiendo los procesos de cobertura de las plazas vacantes, exigiendo actividad del 100% mientra solo se retribuye el 70, hurtando cotizaciones sociales suspendiendo los contratos en fin de semana, reemplazando interinidades por contratos eventuales de semanas, día e incluso horas.
A ninguno de todos esos responsables sanitarios preocupa lo más mínimo que cada día se cambie de médico a esa “ciudadanía” de la que dicen sentirse servidores.; que se les prive del beneficio inmenso que supone tener un médico estable.
Menos aún importa el maltrato al que someten de forma continuada a los que no tuvieron la oportunidad de poder llegar al “seguro” del parchís. Personas a las que se les está escamoteando el futuro, sometidas a una nueva forma de tortura, también invisible: no saber siquiera si tendrán alguna vez la oportunidad de tener un trabajo estable, en condiciones dignas, sin la capacidad de hacer planes, con el miedo de que rechazar una llamada puede significar cerrarse todas las puertas del futuro.
La precariedad sanitaria tiene nombre y voz de mujer, como resume Patricia Escartín en Arainfo. No solo porque son mayoría evidente en las profesiones sanitarias, sino porque son sobre quien más repercuten los efectos de esa forma organizativa de maltrato.
Yo he firmado también el Manifiesto contra la Precariedad en el Sistema sanitario, al que puede uno adherirse aquí.
Simplemente porque es el principal problema de la medicina de familia en este país.

miércoles, 20 de mayo de 2015

El vigilante ciego


 ¿Alguien imagina un cardiólogo sin fonendoscopio, un oftalmólogo sin oftalmoscopio, o un cirujano sin bisturí?
¿Toleraría el cardiólogo que pasaran los años sin poder disponer de un ecocardiógrafo?
¿ Permitiría el radiólogo que le exigieran mejorar su fiabilidad diagnóstica  sin acceso a la resonancia magnética nuclear?
La medicina de familia en España, sin embargo , lleva años permitiendo que se le prive de su principal instrumento diagnóstico, el que la convierte en uno de las especialidades más solventes cuando funciona bien, como ya demostró Knottnerus en 1991.Es un vigilante ciego. Su problema es que ese instrumento es invisible como el aire. Resulta demasiado complejo para los políticos ignorantes, demasiado simple y aburrido para los gestores amantes de emociones fuertes, esas que les permiten sentarse ante cuarenta cámaras de televisión para comunicar el increíble éxito que supone realizar un cúadruple transplante de órganos.
Ese pequeño gran instrumento se llama tiempo, el que permite construir una relación a lo largo de los años con un paciente basado en la confianza. En términos técnicos de llama longitudinalidad, una palabra demasiado larga y difícil de pronunciar para que tenga éxito en los medios.
A la manera de los bárbaros que destruyen los templos clásicos que no entienden , los servicios regionales de este país llevan años destruyendo ese valioso instrumento. No lo entienden ni les importa y por ello son capaces de impedir que esa relación tan valiosa se construya entre los jóvenes médicos de cabecera y los pacientes: realizan contratos por horas, en ocasionesvarios en el mismo día, administraciones que se hacen llamar socialistas y se consideran defensoras del sistema público y la atención primaria. Suspenden sus contrataciones en fin de semana para ahorrase las cotizaciones sociales. Reponen únicamente el 10% de las vacantes puesto que así lo establece la ley de presupuestos. Escrupulosamente respetuosos con algunas leyes ( la de los poderosos), no tienen en cambio escrúpulos para vulnerar otras ( las de los trabajadores)  incumpliendo sus obligaciones con respecto a la cobertura de las plazas disponibles mediante procedimientos reglamentariamente estipulados, habiendo desterrado de este país ( tanto “progresistas” como conservadores) la figura del interino, aquella persona que ocupaba una plaza vacante durante todo el tiempo que fuera necesario hasta que esa plaza se cubriera por un “ propietario” o fuera definitivamente amortizada. Se ha sustituido, en el mejor de los casos, por un concepto mucho más acorde a los tiempos, que vienen en llamar un contrato de estructura, cuya duración queda al buen criterio del gestor de turno, pueden ser meses, si hay suerte un año, siempre con la incertidumbre imprescindible para que el pobre esclavo no sepa nunca a que atenerse, no pueda hacer planes de vida, tenga siempre el miedo en el cuerpo sobre si su comportamiento es suficientemente sumiso como para mantener su empleo.
La excusa fue la crisis que obligaba a apretarse el cinturón. El chantaje el que de no hacerse así, habría que comenzar a despedir gente. Unos y otros han cambiado el criterio según se acercaba la fecha electoral. Algunos contratos del 75% han pasado al 100%, todos hablan de que el futuro es esperanzador, que estamos empezando a crecer y el paro se reduce aunque sea en condiciones de precariedad y miseria, tan al gusto de la Troika. Pero la política de personal no cambia.
La longitudinalidad , como se ve, no le importa a nadie.
El día 19 de mayo se celebra en todo el mundo el día del Médico de familia ( Family Doctor Day), efeméride que intenta resaltar la importancia de una especialidad, una celebración que nunca ha importado nada a ningún gobierno. Tampoco lo es para la mayor parte de la población para quien la longitudinalidad no deja de ser una virtud esotérica, algo que como el aire solo se repara en su importancia cuando falta.
En España el 19 es un día de luto. Por una especialidad imprescindible que corre serio riesgo de desaparecer, si persisten las maniobras de hostigamiento de que es objeto por parte de los servicios regionales de este país.
Hoy en Granada al menos hemos empezado a darnos cuenta de ello, y da mucho miedo, mucha pena y mucha rabia. Por algo se empieza

domingo, 17 de mayo de 2015

Entregando rehenes al destino

“Me rebelo, luego existimos”
Albert Camus


¿Como podemos evitar actuar sin miedo al error y al riesgo de incoherencia inevitablemente implícito en toda protesta?. Así comenzaba la carta que una lectora enviaba a Zygmunt Bauman en el periódico la Repubblica. A la que el veterano sociólogo polaco respondía con la mayor humildad: “Lo siento, no podemos. No podemos saber con certeza, antes de actuar, que no se cometerán errores, ni tampoco tener la seguridad de que al final del día se habrá demostrado que estábamos a la altura de la tarea. Cuanto más importantes sean nuestras acciones para nosotros mismos y para los demás, más inciertos serán los resultados”. Porque “vivir es asumir riesgos”. O ampliando la sentencia del poeta romano Lucano, “vivir, como amar, significa entregar rehenes al destino”.
Cuando las cosas van mal, cuando el deterioro de la sociedad en la que vivimos avanza, los derechos de las ciudadanos se reducen y vulneran, la brecha entre los que más ricos y los más pobres se incrementa exponencialmente, y las condiciones de  trabajo de la gente regresan a las existentes un siglo atrás, dos actitudes son posibles.
Una es no hacer nada. Razones no faltan para ello. Es mucho más probable que acierte el pesimista, escéptico ante las resultados que traen habitualmente las movilizaciones, las protestas, o las huelgas. A eso se añade la desconfianza respecto a los que nos pueden acompañar en el viaje: por demasiado viejos o demasiado jóvenes, porque ya conocemos sus andanzas de otras ocasiones semejantes, porque lo que proponen es disparatado o demasiado previsible, suena a demasiado loco o demasiado visto. Al margen está la cuestión de que la protesta me puede perjudicar individualmente, a mi que tan bien me consideran mis jefes, a mi que (afortunadamente) tengo la vida prácticamente resuelta hasta que me jubile, para lo cual, además no queda mucho. Por último está la cuestión de la pereza: es muy cansino volver a eso que ya uno pensaba acabado, las reuniones, las conversaciones, los manifiestos. No apetece nada dejar de lado (aunque sea momentáneamente)  nuestras productivas actividades cotidianas, el cotilleo del Facebook, los partidos de pádel o los noches de fútbol.
Pero como señala Bauman, la no acción cuenta como acción:“aceptar plácidamente el mundo y cooperar con las fechorías que se acumulan y a la que nos oponemos verbalmente es también una elección, al igual que lo es la protesta y la resistencia activa contra las desigualdades endémicas y el modo de vida que el mundo nos apremia a seguir obedientemente”.
Por lo que cuentan las encuestas parece que un importante sector  de la población española se encuentra confortable con lo que está ocurriendo  si nos atenemos a las expectativas de voto de los partidos responsables de ello. El sistema sanitario público español se aproxima a un estado terminal, en el que parece haber entrado definitivamente el sistema sanitario inglés. El deterioro del sistema de protección social teledirigido desde el ministerio de Hacienda y las consejerías del ramo avanza adecuadamente. El sistema público sufre especialmente  las consecuencias de una reforma laboral encubierta: la precariedad laboral, el maltrato a los profesionales ( con mayor intensidad a las mujeres), la ausencia de futuro para el que acaba de empezar su vida profesiona,l ha impregnado el sistema hasta sus cimientos, al margen de quien lo dirija  sea un partido u otro .La diferencia está en que en Inglaterra la mayor parte de la profesión sanitaria ( empezando por sus referentes más reconocidos, como señala este manifiesto en The Guardian )  lleva tiempo movilizándose para defenderlo.
“ Entre la aceptación resignada y una decisión valiente de desafiar la fuerza de las circunstancias media el carácter”, escribe Bauman. Es el que somete sus elecciones a un test mucho más exigente que el de la posibilidad de éxito:” el test de la aceptabilidad moral.”
Sin duda salir de la comodidad implica entregar rehenes al destino. Rehenes que quizá perdamos. Pero la pregunta que deberíamos hacernos es si consideramos moralmente aceptable lo que está ocurriendo.

jueves, 14 de mayo de 2015

Trade-off

El pueblo peruano de Ollantaitambo vive hoy principalmente del turismo, el itinerante flujo de personas que lo atraviesan rumbo a Machu Pichu desde cualquier país del mundo. Hay wifi en cada esquina para que los forasteros puedan actualizar su página de Facebook en cualquier momento. Pero, sin embargo su dotación sanitaria se reduce a dos médicos que se alternan en el quehacer diario de atender a una población  de cerca de 10.000 personas. Población que en España vendría a atender ( hasta ahora)  un equipo de atención primaria con cinco médicos, otras tantas enfermeras y al menos un pediatra. Le pregunto a un antiguo regidor del pueblo como se atiende a un herido de una de las múltiples comunidades rurales de la zona, que siguen manteniendo costumbres de hace siglos, a más de 3000 metros de altitud. Como por ejemplo, si alguien cae accidentalmente desde el tejado y se rompe la pelvis. Me cuenta que en esos casos son los comuneros los que lo desplazan en algún medio de transporte (de tracción mecánica o a menudo animal) hasta la posta más cercana. Allí no hay médicos ni enfermeras, si hay suerte tal vez un agente comunitario. Recibidos los primeros auxilios, se busca la forma de transportarlo a Ollantaitambo. Si aquí no pueden resolver el problema se envía a la capital de la región, Cuzco. No en una ambulancia medicalizada sino en una simple, siempre y cuando el  municipio tenga liquidez suficiente para pagar la gasolina.
Hasta hace poco existían unas furgonetas llamadas hospitales móviles que recorrían las comunidades de la zona ofreciendo servicios de medicina general y odontología. No han sido mantenidos por el alcalde actual, dejando desprovistos de servicio a dichas poblaciones. El estado no financia este tipo de prestaciones.
Cuento al regidor como se atiende a una emergencia semejante en España. Le cuento que la base del funcionamiento del sistema sanitario público se basa en la solidaridad entre clases ( de ricos a pobres), edades ( de jóvenes a viejos) y de situación de salud ( de sanos a enfermos), en el que el impuesto progresivo según renta es la “mano invisible” que genera ese círculo venturoso. Al menos hasta la fecha. El regidor no da crédito.
Le pregunto a un veterano profesor de la Universidad Cayetano Heredia de Lima cómo es posible que los países de Latinoamérica copien buena parte de lo malo de los países desarrollados ( fomento del gasto de bolsillo, aseguramiento privado, modelos tipo Kaiser Permanente de atención a crónicos) y nada de lo bueno ( sistemas de protección de la salud de todos los ciudadanos, ya sea mediante sistemas de seguridad social o a través de sistemas nacionales de salud). Su respuesta es contundente: ¿Como puedes proponer sueños a seres que no están predispuestos genéticamente a hacerlos posibles?
La ideología neoliberal que asola medio mundo, la que ha llevado a Cameron a conseguir la mayoría absoluta, la que convierte a Esperanza Aguirre y sus tropas en la candidata mejor situada para ocupar la alcaldía de Madrid , se fundamenta en nuestra dificultad genética para creerque los sueños son posibles. Saca, según mi colega peruano, lo peor que esconde el género humano en su genoma: la consideración de que todos los demás ciudadanos son vagos, gente que quiere aprovecharse de uno, tipos a los que, si les va mal,es por su indolencia o imbecilidad. La egoísta idea de que yo solo debo velar por mi mismo.
Perú destina apenas el 3% de su PIB en gasto público en salud. El Presidente español , Rajoy, como buen siervo que es de la Troika ( el verdadero gobierno de España) garantiza el compromiso de reducir al  5.3% del PIB el gasto sanitario público en 2016,. Según la OMS es imprescindible al menos un 6 % de gasto sanitario público para alcanzar el objetivo de cobertura universal.
El gobierno español viene desde hace 6 años reduciendo el gasto público en general y en salud en particular. Pero esa reducción no es homogénea. No afecta apenas al gasto farmacéutico ( la sumisión reciente de las administraciones sanitarias a los intereses de la industria a propósito del caso del tratamiento de la hepatitis C es buen ejemplo), pero si lo hace de forma brutal en relación con el capítulo 1, las personas que atienden a personas.
Mientras el porcentaje de gasto farmacéutico se ha duplicado en los últimos 30 años ( del 16 al 28%), el gasto de personal se ha reducido del 57% al 43.5%. Aquí las intervenciones de todas las administraciones autonómicas son implacables: tasa de reposición de vacantes de menos del 10%,políticas destinadas a realizar tres contratos en un mismo día, suspensión del contrato los viernes y reanudación los lunes para ahorrar cotizaciones sociales…
Este es el trade-off actual del sistema sanitario español: garantizar los beneficios de la industria a cambio de la merma de las condiciones de trabajo de la gente que atiende a la gente. Mantener o aumentar el precio de la acción de las empresas farmacéuticas al precio de acabar con  las expectativas de tantos profesionales  de tener una vida digna,  simplemente similar a la que tuvieron las que les antecedieron.
La mano que mece la cuna está en Bruselas o Washington. Aquí sus sirvientes, por acción u omisión, violan los derechos fundamentales de los profesionales sanitarios, explotan, humillan y maltratan, en especial a las generaciones más jóvenes, a cambio de mantener vigoroso el crecimiento de un gasto farmacéutico tan costoso como a menudo innecesario. Algunos a esto lo llaman " recuperación"
( Fotografia: elaboración de chicha en Ollataitambo)

martes, 12 de mayo de 2015

Palabras que manipulan la realidad

“La atención sanitaria está contaminada por una terminología que inadvertida y engañosamente está ocultando y distorsionando información crucial”.
Margaret McCartney. Bad Language. BMJ 2015.

El pasado de mayo el Tribunal Constitucional (TC) desestimaba el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el Partido Socialista Obrero Español contra la ley 8 /2012  aprobada por el gobierno de la Comunidad de Madrid y que permitía la privatización de la gestión de seis hospitales públicos, decisión que afectaba a una sexta parte de la población de Madrid. La decisión ha sido lógicamente celebrada por los medios de comunicación más radicales de este país, que consideran que con ella se lava el honor mancillado del equipo de gobierno de la Comunidad de Madrid que impulsó el proceso de privatización, proceso que tuvo que  ser paralizado ante la oposición de la mayoría de la sociedad madrileña, manifestada a través de la Marea Blanca.
El ponente de dicha sentencia no es otro que el Presidente del Tribunal Constitucional, magistrado de oscuro pasado, afiliado, donante y consultor a lo largo de los años del mismo partido ( el Partido Popular)  cuyas decisiones valora en la sentencia. El viejo principio de separación de poderes se cumple, como se ve, escrupulosamente en España, un país al que todavía algunos consideran que es una democracia.
Entrando en la argumentación expuesta en la sentencia del TC, ésta es cuando menos curiosa. Señala, por ejemplo,  que una norma infringe el principio de seguridad jurídica cuando “el contenido o las omisiones de un texto normativo produjeran confusión o dudas acerca de la conducta exigible para su cumplimiento o sobre la previsibilidad de sus efectos”. Respecto a la ley que abre la vía a la privatización de servicios sanitarios, ni la conducta exigible para su cumplimiento ni la previsibilidad de los efectos de la contratación en litigio están en modo alguno claras, en especial respecto a las consecuencias a largo plazo de los contratos que pudieran establecerse, como ya señaló el Tribunal Superior de Madrid al considerar que los cambios en el proceso de gestión de los centros “podrían ser irreversibles”. Sin embargo para el TC, esa posible  inseguridad jurídica simplemente no existe.
Aún sorprende más la argumentación de que la habilitación al Servicio Madrileño de Salud “para adjudicar contratos para la gestión del servicio público de asistencia sanitaria especializada” no supone necesariamente la adjudicación a empresas privadas cuando se sabía fehacientemente cuales eran las empresas PRIVADAS que iban a resultar adjudicatarias. Curioso también que se señale que la “incidencia de fórmulas de gestión o responsabilidad privadas no vulneran el carácter público de Seguridad Social como “ la experiencia comparada y la de nuestro país así lo ponen de manifiesto”, experiencias que en modo alguno cita la sentencia. Para el Tribuna Constitucional el que en las contrataciones se señale que se “garantizarán los adecuados niveles de calidad, atención y derechos de los usuarios” parece ser suficiente.
En el fondo, la sentencia da a entender que si la norma es suficientemente ambigua y genérica, nunca va a afectar los principios de constitucionalidad. Las consecuencias a largo plazo que podría tener su aplicación (y que simplemente llevan al desmantelamiento del sistema nacional de salud) no son de su incumbencia.
En esa coartada mucho tiene que ver el lenguaje que ha acabado por aceptarse como cierto en las organizaciones sanitarias, lenguaje que se ha introducido como la carcoma en el léxico de políticos y gestores sanitarios, y que denunciaba con su habitual claridad Margaret McCartney en el BMJ ( Bad Language).
Esta manipulación del lenguaje puede ser clasificada, en su opinión, en las siguientes categorías:
1.- Palabras que enmascaran recortes:
-    Hospitalizaciones evitables”, que no son más que admisiones hospitalarias que en retrospectiva y con adecuada financiación en Atención primaria, podrían haber sido atendidas en la comunidad
-    “Admisiones inapropiadas”, es decir admisiones hospitalarias que se precisan por la falta de capacidad del sistema sanitario, generalmente derivadas de la insuficiente financiación.
2.- Palabras que ofrecen más esperanza que sustancia ( especialmente apreciadas por gestores “cool” y calidólogos de pro):
-    “Excelencia”, cuando nuestro primer objetivo debería ser dar servicios simplemente buenos .
-    “Cambio transformacional”, cuando los avances lentos y torpes son los únicos que funcionan.
3.- Palabras que denigran a los pacientes:
    - Incumplidor (a),: persona que tal vez es que ha decidido tomar una decisión propia que no nos gusta ( no realizar una prueba de cribado), o a la que tal vez no le llegó la cita.
4.- Palabras que soslayan la realidad:
    - “Salvar vidas”, cuando lo máximo que aspiramos a retrasar muertes
5.- Palabras que alteran la relación entre médicos y pacientes:
    - “Clientes”, que pueden ser expulsados si no son rentables o demandan demasiado.
    - “Consumidores”: es fácil elegir entre dos camisas, pero cuando se siente dolor o pena se necesita confianza, no promociones de venta
6.- Palabras que esconden la venta del Sistema Nacional de Salud
    - Externalización, es simplemente privatización.

El Tribunal Constitucional en su sentencia enmascara una realidad cierta: lo que se pretendía en Madrid es abrir la puerta a la progresiva privatización del sistema. Es importante saberlo. Y aún más saber lo que se puede esperar del poder judicial mientras las cosas no cambien

jueves, 7 de mayo de 2015

Cállate ya, BONITA

"Hace falta que todo cambie, para que todo siga igual"
El Gatopardo. Lampedusa

Sobre el papel todo el mundo parece resignado a aceptar la nueva situación, y que no es otra que el fin del viejo reinado alternante, en el que solamente dos partidos se repartían el botín, llámese diputados, senadores o concejales, pero también contratos, mordidas, o financiación ilegal de cada uno de ellos. No sabemos que traerá el futuro, si limitará tales abusos o los hará aún mayores, pero no deja de ser curioso observar como comienzan a ponerse nerviosos todos los que llevan manteniendo ese viejo mundo del que hablaba Lampedusa en el Gatopardo: los viejos partidos, los viejos periódicos, los viejos oráculos.
Leer o escuchar hoy todos los medios de comunicación, desde la más rancia derecha hasta lo que ha monopolizado arteramente el término de progresismo en las cuatro últimas décadas ( el todo poderoso grupo PRISA, fiel defensor de los intereses de la oligarquía financiera del país en minúscula), supone enfrentarse a una construcción de la realidad que apenas admite discusión: los dos partidos emergentes no son otra cosa que propuestas vacías, cuando no peligrosas, dirigidas desde Venezuela en un caso, o desde Barcelona en el otro.
Es interesante observar una vez más el silencio con el que El País cubre una noticia aparentemente banal, podríamos considerar que hasta inocente, y que sí mencionan sin embargo otros medios. Durante las intervenciones de la diputada regional Teresa Rodríguez de Podemos en el Parlamento de Andalucía, sus palabras fueron reiteradamente interrumpidas desde la bancada popular y la bancada socialista con piropos del tipo de “No tiene ni puta idea” o “ Cállate ya bonita”. Si el primero es buena imagen del nivel de argumentación de esas respetable señorías que por desgracia pueblan nuestros parlamentos y ayuntamientos, la segunda esconde toda la costra que sigue cubriendo este país. Es un insulto aparentemente menor, que se lleva empleando aquí desde la Guerra Civil y posiblemente antes, cuando se quiere no solo desacreditar sino también humillar a un interlocutor, en especial si es joven y sobre todo mujer.
Da a entender que el que aparentemente escucha no está para perder el tiempo con ignorantes advenedizas que le están entreteniendo en sus múltiples obligaciones, que posiblemente estén siendo innecesariamente retrasadas por esta "gente",  empeñada en prolongar un proceso de investidura que debería estar ya resuelto. Les urge comenzar de nuevo ese juego que unos y otros llevan disfrutando toda la vida.
“Cállate” no es un argumento, es el imperativo que se le da a un perro ( o perra), o a un niño (o una niña) excesivamente molesto.
“Ya” Implica que se ha abusado de la enorme paciencia del oyente, lo que en este caso tal vez suponga un par de minutos desde la última interrupción al discurso de Teresa Rodríguez.
Y “Bonita”, es un término cargado no de futuro, sino de toda la agresividad del macho cabrío que  llevamos dentro, exabrupto que estalla cuando se piensa que estamos llegando demasiado lejos en esto de dejar que las mujeres opinen. Si además la mujer es joven, genera una dosis de irritación e indignación aún mayor.
El Pais, tan preocupado por las vejaciones a las mujeres en otras circunstancias ( sobre todo si son lejanas y precisan de corresponsales en el terreno) , debe también considerar este tipo de comportamientos inevitables refriegas para distraer al adversario, como señalaban luego con sorna los mas experimentados "intelectuales" de los partidos mayoritarios: tienen que ir acostumbrándote, cuentan que le decían a la diputada Rodríguez con todo el cariño del mundo.
No parece que, no ya los hombres (de los que no es esperable ningún gesto, cuando están en pleno proceso de hooliganismo), sino las propias mujeres movieran una ceja. Ni por supuesto el presidente del Parlamento que no debe estar ahí para otras cosas y que, como es habitual en la cultura nacional dominante ante vejaciones, considera que la culpa es de la víctima.
Teresa Rodríguez no conocía nada semejante desde sus tiempos de instituto. Comentó que en el Parlamento europeo se es mucho más respetuoso con el adversario.
Pero esto nunca ha sido, culturalmente Europa. En el fondo el viejo mundo de este país y sus viejos medios solo aspiran a que todo, de nuevo, siga siendo igual que siempre.

El paciente inglés


Las elecciones de hoy en Reino Unido no son un  problema local cuyo resultado afectará exclusivamente  a sus ciudadanos. Allí se decide hoy el resultado de una de las batallas más importantes de una guerra que nos quieren hacer creer que no existe: la que se viene librando desde hace décadas entre los que siguen creyendo en la obligación del estado de proteger la salud de los más débiles, y los que quieren acabar con esa idea. El problema es que mientras éstos últimos tiene perfectamente definida su estrategia, no tiene prisa y avanzan sin pausa, los primeros seguimos pensando que no es para tanto, mientras nos ocupamos distraídamente de nuestras aficiones.
Margaret Thatcher comenzó hace cerca de 40 años el proceso de desmantelamiento de su National Health Service ( NHS), la joya de la corona hasta entonces de cualquier gobierno británico, como demuestran sencillamente los papeles confidenciales de su gabinete. Ese proceso lo continuaron ( eso sí, de una forma más “ moderna” y “progresista” ) los gobiernos laboristas de gente tan siniestra como Tony Blair, antes de que David Cameron comenzara en 2010 su ataque final. En este sentido, la aprobación en 2012 ( el año de todas las promulgaciones infames) del Health and Social Care Act, la ley que pone fin a esa obligación del estado de proteger la salud de los ciudadanos, significó el mayor avance de las tropas partidarias de considerar el sistema sanitario como un mercado y la salud como una mercancía.
Tuvieron en contra a toda la profesión sanitaria británica, pero no movieron un ápice sus estrategias de desmantelamiento de lo público y de privatización del sistema.
Es impresionante seguir la lucha feroz que están manteniendo nuestros colegas británicos en defensa de su sistema nacional de salud. La indignación ha llevado a crear un partido formado por profesionales y pacientes, cuyo único objetivo es mantener el sistema nacional de salud público, el National Health Action Party, cuya cabeza visible es Clive Peedell. Cuesta mucho imaginar en España a un oncólogo de un hospital público dispuesto a coger el coche después de una jornada laboral de 12 horas para acudir a hacer campaña por el sistema nacional de salud sabiendo de antemano que va a perder las elecciones. Nosotros somos mucho más de otro tipo de "pádel" cuando acabamos el trabajo, porque al fin y al cabo no es nuestro “negocio” defender nuestro sistema. Eso lo dejamos para otros, que eso de meterse en líos es cosa de otros tiempos.
Para los británicos no. Porque esa defensa no es solo cosa del Dr Padell, sino de gente como Clara Gerada, presidenta del Royal Collegue of Gneral Practitioner, y una de las más beligerantes agitadoras de esta lucha, para quien “el NHS nos define como nación”. O de Martin Mckee o Alison Pollock cuyas publicaciones de el BMJ o el Lancet aparecen casi semanalmente. O de los miles de tuiteros que han convertido a BringBacktheNHS o ToriesOutNow en trending topics reiteradamente en Reino Unido.
Esperanza Aguirre, que ha inyectado “sabia nueva” en las desanimadas huestes  de la derecha española declaraba con el orgullo que le caracteriza que sus referentes políticos eran Winston Churchill, Margaret Thatcher y David Cameron. El “provisionalmente” interrumpido proceso de destrucción del sistema sanitario público en Madrid que llevó a cabo su heredero Ignacio González no fue por lo tanto ningún error, que con toda probabilidad volverá a reiniciarse en cuantos tengan la capacidad de volver a formar gobierno.
Sentencias como la del Tribunal Constitucional de esta semana desestimando el recurso del Partido Socialista de Madrid contra la privatización de parte del servicio madrileño de salud demuestran que desde todos los frentes se están dando los pasos necesarios para la definitiva ofensiva.
Sin embargo aquí no se presentan partidos liderados por clínicos cuyo único fin es proteger lo público,  ni campañas generalizadas desde las profesiones sanitarias contra los partidos que quieren acabar con el mayor avance social del siglo XX; la protección de la salud de los que más lo necesitan.
El paciente inglés está en la UVI pero lo sabe. Su compañero de habitación, el español, también lo está, pero no quiere enterarse.
Posiblemente no nos demos cuenta de lo que nos estamos jugando en estos días en toda Europa, bien narcotizados por los  medios de comunicación mayoritarios y las marionetas de sus partidos políticos afines. O quizá si lo sepamos pero no da una infinita pereza salir de casa.

martes, 5 de mayo de 2015

La especialidad sin glamour

Casi todos los que hemos trabajado como médicos generales hemos sentido alguna vez esa sensación de cierta decepción que aparece en cara de tu interlocutor cuando le dices cual es tu especialidad. Ya sea tu madre, tu prima, o el pesado que te da la brasa en la barra del bar, todos ellos no suelen ocultar su indiferencia ante algo que está muy lejos del glamour que suele generar el ser especialista en cirugía máxilofacial, el cirujano cardiaco o el admirado trasplantador de cabezas. De eso hablaba estos días Zoe Norris, una médico general del NHS en el Huffington Post, con el título de “soy solamente una médico general”. Como ella dice, la prensa nos odia (cuando no nos desprecia) y los políticos simplemente nos ignoran, deslumbrados en su profunda ignorancia por los especialistas de relumbrón. Para la Dra. Harris el ejercicio de la medicina general no es glamourosa, es sencillamente el reto de enfrentarse con todo en un escaso espacio de tiempo.
Y después de leerlo uno piensa que algo funciona profundamente mal cuando el trabajo de un profesional sanitario ha pasado a medirse en términos de glamour, como si el trabajo de un cirujano sea equivalente al último vestido de Rihanna (en forma de tortillas de patatas, por cierto).
Hace unos años uno de los médicos generales británicos más sugerentes Jonathon Tomlinson , autor del imprescindible Abetternhs, se preguntaba sobre cual es el papel de un médico general hoy. Y empezaba diciendo que el problema es que éste es definido a menudo por instituciones metomentodo como el Kings Fund y demás centros de “ pensamiento divino”, en lugar de ser simplemente formulado por parte de los pacientes. Porque esa idea tan arraigada en los botarates que pueblan las agencias de “expertos “ , según la cual la atención primaria debería funcionar como si fuera un supermercado abierto las 24 horas, tendría en algún momento que preguntarse si un supermercado podría mantenerse abierto durante todo el día si cualquiera de sus operaciones necesitara  10 años de formación.
A un “proveedor de servicios” (ese bonito término que  tanto gusta a los calidólogos), no se le puede pedir compromiso. Porque éste, como señalaba Tomlinson, implica estar presente en la salud y en la enfermedad (como en los antiguos matrimonios), ser congruente y honesto durante todo el tiempo ( algo bastante lejos de las atribuciones del “ proveedor”), y soportar el sufrimiento y las tragedias personales ajenas sin decir nada a nadie. Ser, en definitiva “justos y compasivos, profesionales y competentes independientemente de cómo uno se siente”.
Es tan completamente ridículo pensar que el trabajo de un médico general pueda ser comparado al de un tour-operador, un jefe de línea de montaje o un cajero de supermercado, que lo que más asombra es que hayamos sido capaces de aceptar las premisas de los gurús de la calidad sin el más mínimo cuestionamiento.
Porque la principal razón por la que las personas acuden a su médico de cabecera no es otra que el miedo, miedo que no aparece en los estándares del EFQM: miedo a que el bulto sea cáncer, a que el dolor sea un infarto, , a que la cefalea sea un ictus. “De que muera antes de ver crecer a mis hijos, de que pierda la cabeza, de que me encuentre extraño dentro de mi mismo” . Porque “ el mundo y nuestras relaciones se alteran radicalmente cuando somos pacientes”.
El trabajo que hace un médico general sencillamente extraordinario: “Enraizado en una relación terapéutica, se basa en la confianza”, escribe Tomlinson. Una extraordinaria responsabilidad la de cargar con la atención de las personas más vulnerables y castigadas de la sociedad.
Todas estas disquisiciones pueden considerarse simplemente un bonito ejercicio de salón de blogueros estupendos. Pero Tomlinson ve todos días pacientes de desde su consulta. Y tengo la certeza de que , tal día como hoy , médicos de familia anónimos, de los que nunca salen en los telediarios de las 9 de la noche , ayudan a soportar sus sufrimientos  a un buen número de pacientes sin ser noticia en ningún medio. Médicos ( y médicas) que hoy mismo han ayudado a morir a sus pacientes y confortado a sus familias, mientras especialistas altamente cualificados seguían ensayando el último veneno, indiferentes a lo que era el sufrimiento de sus pacientes. Sin embargo son éstos los que suscitan la admiración de los grandes comunicadores radiofónicos, los presentadores millonarios, los políticos imbéciles y los idiotas de la barra del bar que siguen mirando por encima del hombro al que solo es un modesto médico general.

(Imagen tomada del blog Nomadic GP)

viernes, 1 de mayo de 2015

Se nos ha ido de las manos

"Los eventuales son la perfiferia de la profesión. Los nadies"
Comentario de un joven médico de familia en Google Drive

"Se nos ha ido de las manos". El que comenzó así su charla en la Jornada organizada por la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid ( AFEM) fue el propio Presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín. Y evidentemente es cierto.
Hace algo más de seis meses se celebraron en Madrid unos exámenes para la cobertura de plazas de médicos y enfermeras que fueron una de las mayores muestras de incompetencia que se han producido en la función pública: vulneración flagrante de los principios de igualdad, mérito y capacidad, y modificación sustancial de las condiciones de la convocatoria ante la ausencia de un número suficiente de aprobados ( lo que colocaba a la propia Consejería ante la difícil tesitura de  elegir entre “susto” ( los candidatos son lerdos) o “ muerte” ( su examen está hecho por lerdos). No pasó nada. Siempre es preferible un mal acuerdo que un buen juicio, y con el noble objetivo de no perjudicar a los aprobados se aceptó víbora como animal de compañía.
En un ejercicio de desvergüenza insólito, a dicha comunidad y su ingente colección de responsables incompetentes le entró una prisa delirante por resolver en semanas un proceso que lleva más de un lustro de evolución. De forma que pusieron a todos sus serviles funcionarios a acelerar el procedimiento, para que antes de las elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid del 24 de mayo, estuvieran todos los obedientes profesionales sanitarios madrileños en sus nuevos pupitres.
Si en cualquier empresa medianamente seria del mundo se notifican las ceses y despidos, así como las renuncias al puesto de trabajo con al menos 15 días de antelación, en este país hemos perdido las formas hasta para echar a la gente a la calle: como hay prisa, para arañar un voto más , se comunica por mail en medio de la guardia que mañana ya no hace falta que vengas; como pasado mañana toma posesión el propietario, pero quiere apurar el límite legal antes e incorporarse a este tormento , te hacemos un contrato por unas horas hasta que llegue el momento del definitivo adiós. Como eres miserable y no vas a protestar nunca ya te diremos como va lo de la bolsa, porque con tanto lío aún no lo hemos pensado, además de que hay que negociarlo con los sindicatos, que no ponen más que pegas. Permanece atento a tu correo, tu whatsapp , tu Facebook ( te seguimos desde lo oscuro) y ya te diremos si volveremos a contar contigo…algún día. En otra comunidad autónoma lo que se puntúa es tener algún tipo de carguillo o el cumplimiento de unos objetivos que marcan los responsables del servicio correspondiente, pero al que no pueden acceder la “escoria” más eventual.
No pasa nada.Y ellos lo saben. Por acción o por omisión, todas las comunidades autónomas de este país están colaborando en la destrucción del servicio público. La estrategia es muy simple: en Atención primaria ( con los especialistas de hospital es otro cantar) cada plaza que queda vacante es una plaza que se amortiza; si la situación es insostenible se le coloca temporalmente un suplente, siempre en condiciones precarias, para que sepa siempre que su vida depende de las decisiones del servicio regional correspondiente. No se sustituye a ningún profesional, ya sea por docencia, enfermedad o cualquier tipo de motivo. Y un buen día se sacan a concurso una exigua cantidad de las plazas que inicialmente existían en ese servicio de salud, coartada que sirve de justificación de que en fondo sí se está por el sistema público. Y así, poco a poco éste va reduciéndose progresivamente: los “propietarios” no tienen qué temer, porque están a tiro de piedra de la ansiada jubilación ( y de la “vegetación” consiguiente): Y para el resto solo queda un desierto de precariedad, explotación y, lo que es aún peor , humillación.
A los que estamos en el lado seguro, este problema no nos preocupa. No hay más leer el Decálogo del día de la Atención primaria y comprobar que valor damos al problema de la precariedad. Entendemos que es “su problema”, el de los “nuevos”, lo que demuestra que la Atención Primaria nos importa un bledo.
Para los que están pendientes del mail, o el whatsApp lo que supone es simplemente la inexistencia del futuro.Como escribe Juan Irigoyen siguiendo a Sennett en su impresionante post ,” esta precarización salvaje determina la conversión de la generación de Clara en piezas intercambiables para una asistencia mecanizada. Así, el encadenamiento de contratos los fragiliza y les niega la autoría de su propia biografía. Los convierte en seres que fluctúan en un medio que se sobrepone a ellos mismos. Su identidad es inevitablemente flotante, y el pasado, el presente y el futuro se encuentran desconectados. En estas condiciones es imposible hablar de vida profesional regida por la continuidad y el progreso. Son profesionales que han interiorizado que su vida profesional es transitar por caminos inacabados. Ningún proyecto orientado al futuro tiene garantías de poder realizarse”.
Si no es ahora, ¿entonces cuando?