“Recorrían-con algún momentáneo lujo de anillos, para
inspirar respeto-las vastas plantaciones del Sur. Elegían un negro desdichado y
le proponían la libertad. Le decían que huyera de su patrón, para ser vendido
por ellos una segunda vez, en alguna finca distante. Le darían entonces un
porcentaje del precio de su venta y lo ayudarían a otra evasión. Lo conducirían después a un estado libre.
Dinero y libertad, dólares resonantes de plata con libertad, ¿qué mejor
tentación iban a ofrecerle? El esclavo se atrevería a su primera fuga….
Lo
vendían en otra plantación. Huía otra vez a los cañaverales o las barrancas.
Entonces los terribles bienhechores ( de quienes empezaba a desconfiar) aducían
gastos oscuros y declaraban que tenían que venderlo una última vez . A su
regreso le darían el porcentaje de las dos ventas y la libertad. El hombre se
dejaba vender, trabajaba un tiempo y desafiaba en la última fuga el riesgo de
los perros de presa y los azotes. Regresaba con sangre, con sudor, con
desesperación y con sueño.
Falta considerar el aspecto jurídico de estos hechos. El
negro no era puesto a la venta por los sicarios de Morell hasta que el dueño primitivo no hubiera
denunciado su fuga y ofrecido una recompensa a quien lo encontrara. Cualquiera
entonces lo podía retener, de suerte que su venta ulterior era un abuso de
confianza, no un robo. Recurrir a la justicia era un gasto inútil, porque los
daños no eran nunca pagados"
El atroz redentor Lazarus Morell. Jorge Luis Borges.
La realidad compite siempre con la mejor ficción. El País
publicaba un reportaje el pasado domingo sobre la explotación de trabajadores
que supone el fomento del trabajo a tiempo parcial. Te pago por 20 horas
semanales pero “tendrás que quedarte algún ratito más”. El "ratito" de más llega
a significar en algunos casos hasta 110 horas semanales, tres veces más de lo
pactado. Si no lo aceptas, ahí tienes la puerta. De cada tres nuevos empleos generados en julio uno era contrato
temporal a tiempo parcial. A
la CEOE le parece insuficiente, e
insiste en continuar por la senda , transformando también contratos de jornada
completa en otros de tiempo parcial.
Guillem López- Casasnovas, catedrático de la Universidad
Pompeu i Fabra, y Presidente de la Asociación Mundial de Economía de la Salud ,
pasa por ser uno de los economistas más reputados del panorama económico
español. En un reciente trabajo en Gestión Clínica y Sanitaria ( el futuro del sistema sanitario : anclar el gasto o mejorar su financiación) insiste en la tesis de que hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades, considerando al argumento de que
España gasta menos en salud que la media, “una cantinela”. En su opinión “el
mantenimiento de servicios mantendría el estado de bienestar algo a costa el bienestar
de los trabajadores del estado” . La razón por la que éstos deberían sacrificar
su bienestar si quieren mantener un estado de tal nombre es clara: “ Trabajar
para el sector público no es obligatorio y tiene otras compensaciones más allá
de las estrictamente monetarias. Los docentes y los médicos lo saben bien: libertad
de cátedra y un buen ejercicio clínico vital enriquecedor. Más estabilidad laboral
es una prima que ya la quisieran muchos para sí”. Por lo que parece , la vieja aspiración a tener un trabajo digno y enriquecedor ha pasado a ser un lujo.
López Casasnovas daba también a El País su particular
versión sobre la necesidad de fomentar contratos temporales a tiempo parcial:
“Menos da una piedra. Soy partidario de impulsar todos los resortes para la
creación de un trabajo que dignifique frente a un paro devastador. La
retribución digna esperamos que llegue”.
A eso llama el prestigioso catedrático “un trabajo que
dignifique”. A esperar que la retribución digna llegue. Como esperaba el
esclavo de Borges a que llegara la libertad y el porcentaje por su propia
venta.
(Viñeta de El Roto, en El Pais)