A diferencia de la tranquilidad londinense del libro de Dickens, donde los médicos con plaza en propiedad se lamentan del próximo recorte de la paga extra , en la incierta Paris de los trabajadores precarios la situación recuerda cada vez más al angustioso ambiente de la Dayton de la película In Time. En ella los ricos no envejecen pero solo viven 25 años si no son capaces de rellenar sus “relojes de vida"; ganan tiempo a costa de conseguir el “tiempo” ajeno, rigurosamente protegidos de los pobres, cuyo trabajo apenas da para prolongar algunas horas la vida además de cubrir las necesidades más elementales.
Recién terminada la OPE del Servicio Regional de Salud canario se aproxima la del Servicio Madrileño, antes de dar paso al del Aragonés. Siempre un exiguo número de plazas que atrae como el flautista a los niños de Hamelin en busca de algo más de tiempo mientras los que somos aún ricos buscamos la forma en que nos prologuen la edad de jubilación. Algunos pasarán la barrera del trabajo estable ( veremos en que condiciones), tras invertir tiempo y dinero en el carrusel opositor que recorre España, quizá por última vez. Para el resto el futuro viene empaquetado en las 255 medidas que esperan el momento propicio para ser aprobadas ante el silencio de los corderos: eliminación de plazas vacantes, no creación de nuevas plazas , “contención de las ofertas de empleo público” ( bonito eufemismo), limitación de personal interino, laboral o eventual. No hay futuro en el sistema público pero tampoco en formas alternativas de gestión , que no sean la simple explotación mediante contratos miserables.
Los que aún tenemos tiempo, desde el otro lado de la valla animamos a incautos estudiantes y residentes a que abracen la fe de la medicina de familia con los mandamientos que nos dejó Starfield: accesibilidad, coordinación, integralidad, longitudinalidad. Principios sagrados que muy pocos tendrán la opción de practicar.
Cuando se inició la reforma de la Atención Primaria en España y se creó la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, durante una larga temporada sus presidentes, vicepresidentes , vocales y responsables apenas pasaban la treintena de años. Esa generación y después la mía ocupó la posición y no tiene ninguna gana de abandonarla. Como en el resto de la profesión y sus instituciones ( colegios, sindicatos, escuelas) es muy raro encontrar dirigiendo a alguien por debajo de los 50 años. Ha tenido que ocurrir un fenómeno externo (la aparición de Podemos) para que los partidos políticos comiencen a plantearse dar algo más de paso a gente “joven” de 40 años. Se dice que “están verdes”. Otros tipos aún más verdes son capaces de hacerse millonarios creando Facebook, Google, o Twitter con menos de 30 años.
Evidentemente no se trata de reemplazar todos los cargos directivos por yogurines. El siempre lúcido José Ignacio Lapido ( único músico al que se le permite escribir la columna principal de opinión en un medio español, Granada Hoy) alertaba contra ello el domingo: “vale lo acepto: podemos ceder a la tentación de creer que la juventud es el remedio universal para los problemas de liderazgo en los partidos políticos, pero corremos el riesgo de que en lugar de un programa electoral nos vendan un tratamiento antiarrugas. Y en vez de ideas, fotos.”
De poco serviría una simple sustitución de caras , sino se cambian de raíz las prioridades. El primer problema que tiene la medicina de familia en España es la ausencia de alternativas laborales para los que acabaron la residencia después de 2007. Más aún cuando se produzca la jubilación masiva de más de 16.000 médicos de familia en la próxima década, si nos atenemos a los datos publicados por Salvador Galán de la CESM. Según éste, más de la mitad de los médicos en ejercicio en Atención primaria estarán en condiciones de jubilarse entre 2015 y 2027. Una magnífica oportunidad para la definitiva demolición de la atención primaria y, con ella, de la especialidad de Medicina de familia.
Juan Simó en su magnífico post sobre el Regreso al futuro de la Atención Primaria imagina un futuro en que sea inevitable la creación de la Asociación de Médicos de Familia sin Futuro Profesional. Si las sociedades de primaria no cambian radicalmente sus prioridades ( y eso quizá pase inevitablemente porque el próximo presidente o presienta de las mismas sea un médico en precario) o posiblemente no quedará otra alternativa para los más jóvenes de defender sus intereses, y ( no hay que olvidarlo) sus derechos. Posiblemente solo alguien que vive cada día esa situación es capaz de ponerla en el lugar que merece. Los demás podemos ayudar mucho, pero el futuro es suyo.
Como en In Time, se acaba el tiempo.
Recién terminada la OPE del Servicio Regional de Salud canario se aproxima la del Servicio Madrileño, antes de dar paso al del Aragonés. Siempre un exiguo número de plazas que atrae como el flautista a los niños de Hamelin en busca de algo más de tiempo mientras los que somos aún ricos buscamos la forma en que nos prologuen la edad de jubilación. Algunos pasarán la barrera del trabajo estable ( veremos en que condiciones), tras invertir tiempo y dinero en el carrusel opositor que recorre España, quizá por última vez. Para el resto el futuro viene empaquetado en las 255 medidas que esperan el momento propicio para ser aprobadas ante el silencio de los corderos: eliminación de plazas vacantes, no creación de nuevas plazas , “contención de las ofertas de empleo público” ( bonito eufemismo), limitación de personal interino, laboral o eventual. No hay futuro en el sistema público pero tampoco en formas alternativas de gestión , que no sean la simple explotación mediante contratos miserables.
Los que aún tenemos tiempo, desde el otro lado de la valla animamos a incautos estudiantes y residentes a que abracen la fe de la medicina de familia con los mandamientos que nos dejó Starfield: accesibilidad, coordinación, integralidad, longitudinalidad. Principios sagrados que muy pocos tendrán la opción de practicar.
Cuando se inició la reforma de la Atención Primaria en España y se creó la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, durante una larga temporada sus presidentes, vicepresidentes , vocales y responsables apenas pasaban la treintena de años. Esa generación y después la mía ocupó la posición y no tiene ninguna gana de abandonarla. Como en el resto de la profesión y sus instituciones ( colegios, sindicatos, escuelas) es muy raro encontrar dirigiendo a alguien por debajo de los 50 años. Ha tenido que ocurrir un fenómeno externo (la aparición de Podemos) para que los partidos políticos comiencen a plantearse dar algo más de paso a gente “joven” de 40 años. Se dice que “están verdes”. Otros tipos aún más verdes son capaces de hacerse millonarios creando Facebook, Google, o Twitter con menos de 30 años.
Evidentemente no se trata de reemplazar todos los cargos directivos por yogurines. El siempre lúcido José Ignacio Lapido ( único músico al que se le permite escribir la columna principal de opinión en un medio español, Granada Hoy) alertaba contra ello el domingo: “vale lo acepto: podemos ceder a la tentación de creer que la juventud es el remedio universal para los problemas de liderazgo en los partidos políticos, pero corremos el riesgo de que en lugar de un programa electoral nos vendan un tratamiento antiarrugas. Y en vez de ideas, fotos.”
De poco serviría una simple sustitución de caras , sino se cambian de raíz las prioridades. El primer problema que tiene la medicina de familia en España es la ausencia de alternativas laborales para los que acabaron la residencia después de 2007. Más aún cuando se produzca la jubilación masiva de más de 16.000 médicos de familia en la próxima década, si nos atenemos a los datos publicados por Salvador Galán de la CESM. Según éste, más de la mitad de los médicos en ejercicio en Atención primaria estarán en condiciones de jubilarse entre 2015 y 2027. Una magnífica oportunidad para la definitiva demolición de la atención primaria y, con ella, de la especialidad de Medicina de familia.
Juan Simó en su magnífico post sobre el Regreso al futuro de la Atención Primaria imagina un futuro en que sea inevitable la creación de la Asociación de Médicos de Familia sin Futuro Profesional. Si las sociedades de primaria no cambian radicalmente sus prioridades ( y eso quizá pase inevitablemente porque el próximo presidente o presienta de las mismas sea un médico en precario) o posiblemente no quedará otra alternativa para los más jóvenes de defender sus intereses, y ( no hay que olvidarlo) sus derechos. Posiblemente solo alguien que vive cada día esa situación es capaz de ponerla en el lugar que merece. Los demás podemos ayudar mucho, pero el futuro es suyo.
Como en In Time, se acaba el tiempo.