Al aproximarse las elecciones legislativas en Reino Unido el gobierno británico procura conciliarse con sus médicos generales. No en balde sabe que si el descontento se convirtiera en furia podrían azuzar considerablemente a los 6 millones de pacientes que atienden cada semana. En España, sin embargo, el malestar de los médicos de familia ni se contempla entre los factores a controlar por cualquier gobierno ante unas elecciones. No existen simplemente.
Obviamente las diferencias entre ambos países son notables: allí tienen una revista como el BMJ capa de publicar un editorial de un médico general de Liverpool hablando de este tipo de cosas; aquí aún está por ver una editorial de alguna de las escasas revistas con mayor factor de impacto dando cancha a médicos de primaria para mostrar su desagrado. Allí tienen una organización profesional (Royal College of General Practitioner) capaz de elaborar un Manifesto ( sin temor a llamarlo así) reivindicando claramente lo que los médicoos generales ( no “la profesión médica”) reclama con urgencia. Aquí, por el contrario, tenemos diversas organizaciones profesionales entretenidas desde hace años en buscar un consenso común con escasos resultados prácticos.
Stephen Gilliam denuncia en su editorial del BMJ las intenciones reales del gobierno británico respecto a la atención primaria, y que no son otras que las de “aliviar la presión sobre los hospitales”; en esa visión tan miope de la realidad sanitaria, que sigue creyendo que el papel de la primaria no es otro que el de actuar de filtro, atendiendo a lo que los políticos consideran “naderías”, e ignorando que la mayor parte de los pacientes atendidos en una consulta de atención primaria tienen necesidades complejas ( estudio ESTEEM). Con esa idea peregrina en la cabeza, Cameron ha formulado su compromiso( si es reelegido), de que los médicos generales estarán disponibles de 8 am a 8 pm los siete días de la semana, empleando todo tipo de fórmulas de comunicación que las nuevas tecnologías ofrecen: consultas telefónicas, e mails, skype y si nos descuidamos hasta WhatsApps. Lo que Guilliam se pregunta es como va a conseguir eso si los recortes en personal siguen creciendo. Los políticos británicos creen que aumentando la oferta de servicios se reducirá la demanda, planteamiento profundamente equivocado como ha demostrado allí la aplicación del NHS Direct , implantado en 1998 y que no ha servido en modo alguno para reducir la demanda en primaria ni las urgencias hospitalarias (aquí desconocemos absolutamente para que han servido los call-centers implantados en las diferentes comunidades autónomas).
Para Guilliam es comprensible el que los médicos comienzan a tocar los tambores de guerra: al fin y al cabo el incremento de los horarios y de la sobrecarga burocrática ha coincido en el tiempo con reducciones salariales y disminución de las plantillas.
Pero si las ideas de los conservadores británicos una vez más ignoran la realidad del trabajo de un médico de familia, las de la alternativa laborista no le van a la zaga ( como aquí, donde no existe ninguna propuesta creíble ni ilusionante para la atención primaria en todo el espectro político, incluidas las “nuevas alternativas”). Allí los representantes de la supuesta izquierda han encontrado la gran solución en la atención integrada, inocente palabra sobre la que todo el mundo podría estar de acuerdo sobre el papel, si no fuera porque ( también allí) lo que suele significar es el aumento de los consultores hospitalarios y la reducción de los profesionales de primaria, cumpliendo el viejo axioma de que el dinero siempre sigue al especialista.
Al menos el Royal College of General Practitioners ha dejado bastante claras cual es la situación en un informe que titula sin tapujos “ la medicina general amenazada”, y que señala diez requisitos indispensables para empoderar a los médicos generales si se pretende transformar radicalmente la atención a los pacientes. Son éstos:
1.- Aumentar de una vez la inversión en Atención primaria ( cuyo presupuesto según un informe de Deloitte podría disminuir del 17% al 7% en 2017.)2.- Aumentar en 8000 las contrataciones de médicos generales en Inglaterra al final de la próxima legislatura, acompañado además de un aumento sustancial de enfermeras y matronas
3.- Ampliar el rango de servicios centrados en la persona a nivel local a través de la constitución de “federaciones”
4.- Apoyar la atención a pacientes con múltiples condiciones a a través de atención integrada pero centrada y dirigida desde la Atención primaria y no desde los hospitales.
5.- No aceptar ninguna reforma más que venga desde “arriba”.
6.- Mejorar el acceso para una atención segura, lo que implica actuar sobre la sobrecarga asistencial y la implantación de recortes.
7.- No imponer copagos, manteniendo la gratuidad en el momento de la atención.
8.- No imponer objetivos artificiales ni establecer rankings que culpabilizan a las prácticas sin fundamentos sólidos.
9.- Realizar un programa de remodelación de centros que permita atender a los pacientes en lugares decentes.
10.- dar apoyo suficiente ( incluido el administrativo) a médicos y enfermeras para realizar su trabajo
Allí parece que las cosas las tienen claras. Aquí seguimos en silencio