Hace un
mes, apropiándonos de la idea de Margarte McCartney de ejercer una justa ira ante el deterioro de
los sistemas sanitarios públicos, comentamos el nacimiento del Foro Andaluz deAtención Primaria (FoAAP), hermano pequeños del FOCAP catalán que lleva
luchando con una dignidad y perseverancia encomiable por la Atención Primaria
en Cataluña.
Y
señalábamos, en palabras de su presidente Pablo Simón, que el FoaAP hubiera
preferido no haber nacido, y que si así ha sido es solo consecuencia de la
pasividad, conformismo o colaboración de los organismos e instituciones que
dicen defender los principios de la Atención Primaria, desde sindicatos a
sociedades científicas, de colegios profesionales a academias.
Al
margen de que la primera década del siglo XXI fue la de devaluación y
difuminación de la Atención primaria en Andalucía de la mano de innovaciones
mucho más “modernas” de efecto nunca demostrado (desde los Procesos
Asistenciales Integrados a las Áreas de Gestión Sanitaria), en los últimos meses
ha acabado por desaparecer del panorama, monopolizado por las fusiones y separaciones,
integraciones y desagregaciones experimentadas por los hospitales de la Región
tras el movimiento ciudadano en contra de la integración hospitalaria vivido en
Granada.
Para
este último proceso, como también ya comentamos, no hay límite presupuestario.
Haya costado lo que haya costado el proceso de reordenación hospitalaria en la
ciudad, no parece haber límite en materia de personal, infraestructuras y demás
recursos para volver atrás una situación que sin duda alguna fue costosa.
Mientras
tanto la Atención Primaria ha aumentado su transparencia hasta hacerse tan
invisible como el aire. Los profesionales han continuado realizando su trabajo
con esa resignación admirable que les caracteriza, y que les permite aceptar
sin rechistar amortizaciones de plazas vacantes, imposibilidad de sustituir
ninguna vacante, presiones asistenciales de 50 pacientes y objetivos de nulo fundamento
científico o nula responsabilidad en su resultado.
Décadas
lleva este país midiendo, premiando o penalizando los resultados de un indicador
que no significa nada, del que no existe evidencia alguna de relación con una
mejor o peor calidad de la práctica clínica: las tasas de derivación. Sin
embargo sigue aplicándose y aceptándose con servil sumisión por toda la
Atención Primaria de este país.
Sabiendo
que no hay objetivo, por desatinado que sea, que no será aceptado sin discusión
por los profesionales de Atención Primaria y sus sociedades científicas, se han ido añadiendo nuevos indicadores a cual
más asombroso, desde evaluar como indicador de la resolución de la Atención
Primaria la tasa de reingresos no programados a los 30 días de una estancia
previa en el hospital, hasta el uso de
urgencias hospitalarias por motivos banales de sus pacientes adscritos. Y los
profesionales de Atención Primaria, aceptan y callan.
Como
primer paso para intentar poner freno a tanto desatino , desde el FoaAP se propone a los equipos de atención primaria ( Unidades de Gestión Clínica) de
Andalucía condicionar la firma de los llamados Acuerdos de Gestión Clínica de
2017 a que se garantice de verdad el
cumplimiento de los propios compromisos de la Junta de Andalucía en materia de
plazos, es decir que las demoras para la realización de pruebas complementarias
no sean mayores de 30 días, las relativas a derivación a consultas de
especialidades hospitalarias no sean mayores de 60, y la lista de espera para
intervenciones quirúrgicas no sea, de verdad, mayor de 120 días.
Algo
imprescindible y esencial para los pacientes y ciudadanos y que, sin embargo,
apenas merece atención en los medios de comunicación.
Son ya
varios los equipos de Atención Primaria que están siguiendo la propuesta. Del
grado de respuesta general podrá deducirse si aún hay alguna esperanza de
futuro para la Atención Primaria.