“Cuando
tienes que tomar una elección y no la tomas, estás tomando de hecho una
elección”
William
James
¿Debe
un médico limitarse a atender y tratar exclusivamente el problema de salud de
un paciente? ¿Puede traspasar la línea que separa el trastorno que le aflige, y
transitar por las causas que lo producen o las circunstancias que lo influyen? Quien se hace estas preguntas es Jerry Avorn,
del departamento de Farmacoeconomía y Farmacoepidemiología del Brigham and
Women Hospital de Boston y profesor de la Escuela de Medicina de Harvard. Lo publica en una revista como JAMA. No estamos hablando, por lo tanto, de algún
atolondrado agitador podemita, intoxicado por Gramsci.
Avorn
considera que,por supuesto, un buen médico debe traspasar las líneas que durante
años han separado las enfermedades de las causas que las determinan. Y
siguiendo las enseñanzas de Rudolf Virchow ( “la medicina es una ciencia
social, y por tanto la política no es más que medicina a gran escala”)cree que un buen médico debe ir más allá y hablar abiertamente de las
consecuencias que tienen las decisiones políticas en su salud.
Avorn
se pregunta cual debería ser la respuesta apropiada ante cambios políticos que
erosionan el sistema sanitario del que nuestros pacientes dependen, y cómo
deberían abordarse estas cuestiones, esenciales, con los pacientes atendidos
cada día. Y con claridad responde que las elecciones políticas que afectan
sustancialmente al cuidado de los pacientes, deberían formar parte de la
interacción habitual médico-paciente.
La
mayor parte de los ciudadanos norteamericanos desconocen, como él señala, las
implicaciones de lo que se vota en aquel Senado, lo que implica anular o
desgajar ciertos aspectos del Affordable Care Act ( el “Obamacare”). Aquí
también una buena parte de los electores desconocen lo que significa la
victoria de tal o cual partido: focalizan la atención en símbolos, llamadas a
los instintos, apelaciones a la necesidad de cambios, como si éstos no fueran a
tener repercusiones en su vida cotidiana, en sus derechos y en la forma de
recibir atención.
En
lugar de ser un tema tabú, para Avern la discusión sobre los cambios
transformacionales en la salud con los pacientes es una responsabilidad clave
de los profesionales de la medicina, la enfermería, la farmacia o la
fisioterapia.Todos aquellos que atienden personas enfermas o que creen
estarlo.Y no es solamente una cuestión de carácter moral: “es necesario
asegurar la capacidad de los profesionales de poder continuar prestando a los
pacientes los cuidados que han venido a buscar”.
En un
planteamiento que sería impensable en nuestras sociedades científicas, siempre
tan pulcras e inmaculadas cuando se trata de bajar al barro, Avern llega a
proponer escribir cartas tipo para sus pacientes para que sean conscientes de
las repercusiones que supone su voto a tal o cual formación política.
Cartas
que comienzan así:
“Querido Sr/sra. Smith:
Como médico suyo, quiero informarle de
algunos cambios importantes que serán decretados por el Senado y el Presidente
de la nación y que podrían afectar a su acceso al sistema sanitario….”
Cartas
que terminan así:
“Puesto que soy su médico, haré todo lo que
esté a mi alcance para ofrecerle una atención médica continuada. Puesto que soy
un ciudadano quiero estar seguro de que usted es consciente de los importantes
cambios que se avecinan, y ante los cuales usted puede aún reaccionar.
Atentamente…”
Tenemos
el derecho y deber de proteger los intereses de los pacientes. Avern señala que
la expresión
más triste es “esto podría haber sido de otra forma”. La única
forma de evitarlo es alertar de lo que puede ocurrir si determinadas políticas
triunfan. No hacer nada, como decía James, es también una forma de apoyo a que
esas políticas triunfen.
Ya lo dijo Iona Heath: la medicina general es política por definición.
Aunque no se quiera reconocer.
Ya lo dijo Iona Heath: la medicina general es política por definición.
Aunque no se quiera reconocer.