“Los médicos de familia son el primer contacto de los pacientes frente a la epidemia; como miembros respetados y dignos de confianza de la comunidad pueden facilitar el conocimiento de la enfermedad y pueden a través de sus consultas y a través de su compromiso con las autoridades, comunicar los riesgos y las posibilidades para mitigarlos de forma segura y fiable. Su papel es el de ser los primeros en llegar y los últimos en salir, siempre situados en la primera línea. La epidemia tendrás consecuencias a largo plazo, en las personas afectadas y sus descendientes, tanto a nivel físico como mental; porque los problemas de salud mental, que aparecerán tras la ola epidémica , tendrán efectos tan devastadores como los físicos”.
Donald Li. Médico de familia. Presidente de WONCA
En las comparecencias ministeriales par informar del estado de situación ante la pandemia covid-19 la única mención a la Atención Primaria hasta la fecha fue la relativa a que los dos primeros médicos muertos eran médicos de familia. La Atención Primaria como simple “anécdota”, elemento suprefluo en la que nadie parece haber reparado: ni expertos ministeriales, ni políticos de uno u otro signo, ni por supuesto periodistas o comunicadores que llenan sus platós de supuestos sabios, auténticos especialistas en lugares comunes y predicción del futuro; gente que no se diferencia nada de los adivinos que pueblan la noche de los canales de televisión no digitalizados.
La única preocupación e interés de todos ellos son los hospitales, urgencias y unidades de cuidados intensivos. Sin duda importantes, vitales. Pero tan importantes y vitales a largo plazo como la Atención Primaria que resulta, una vez más, invisible. Aunque esté conteniendo el progreso de la infección en buena parte de las comunidades autónomas, desde Euskadi a Andalucía, de Galicia a Menorca.
En Reino Unido el primer elemento de contención ante la pandemia es una vez más la medicina general. El objetivo prioritario ahora mismo es capacitar a cada médico, a cada práctica para realizar consultas a través de video. Como comentábamos esta semana Trisha Greenhalgh publicó un artículo sumamente práctico con infografía en el BMJ sobre cómo, cuando y por qué realizar las consultas de esta forma. Es concreta, práctica, segura.La propuesta está siendo adoptada por los generalistas allí de forma generalizada, cuyo objetivo último es evitar el contagio y la diseminación de la enfermedad sin dejar de proteger a los pacientes: en definitiva, evitar nuevos contagios sin privar a los ciudadanos de su “GP” ( su médico general).
Justo lo contrario de buena parte de los servicios de salud españoles que cierran centros de AP y desplazan a sus profesionales a grandes cadenas de producción de enfermos en donde “optimizar” la atención; aunque supongan un alto riesgo de transmisión de enfermedad, y adolezcan de un nivel de desorganización impresionante como reiteradamente informan en Twitter los profesionales que allí trabajan.
En España los profesionales de AP están desarrollado sus propios sistemas de atención a distancia con el mismo objetivo, reducir al mínimo imprescindible las consultas presenciales, ya sea en domicilio o en centro. Emplean el medio que tienen a su alcance, el teléfono. Las consultas a través de video son difícilmente aplicables de forma generalizada, entre otras razones porque los autoridades sanitarias de cada comunidad autónoma se encargaron sistemáticamente en las últimas décadas de evitar que éste pudiera ser un modo de comunicación habitual entre pacientes y profesionales , como ocurre en cualquier otro país desarrollado: ya sea por supuesta falta de recursos, o mediante la excusa de los aspectos normativos y legales de la iniciativa, no existe en muchos centros de salud ni videocámaras, ni ancho de banda suficiente, ni compatibilidad con el registro clínico.
En Reino Unido uno de los debates más importantes hace referencia a si la iniciativa de diferenciar centros “fríos” o “calientes “ ( cold and hot hubs) respecto al tipo de pacientes a atender es una medida adecuada para enfrentarse a la pandemia. Debates semejantes no entran en los planes del gobierno, de Fernando Simón, de los servicios de salud. En España los profesionales de Atención Primaria se organizan también en centros "sucios" y "limpios", o centros con "pasillos" o consultas respiratorias o generales; innovan como buenamente pueden en cada centro sobre cual es la mejor forma de seguir atendiendo a su población, sin privarles de ningún cuidado ni someterles a exposición innecesaria. Las autoridades, sin embargo, contemplan mayoritariamente a los profesionales de Atención Primaria como carne de cañón para reforzar sus macrocentros hospitalarios.
El desmantelamiento de la Atención Primaria realizado durante las dos última décadas en todos los servicios de salud, no sólo se manifestó en reducción de plantillas y profesionales, precarización e inestabilidad laboral, sobrecarga hasta niveles absurdos…Afecta también de forma importante a recursos, instrumentos y tecnologías imprescindibles para el trabajo en Atención Primaria en el siglo XXI. Mucho habrá que reconstruir en ella cuando todo esto se normalice un poco.
La Atención Primaria está sola en esto; no preocupa ni interesa a ningún gobierno más allá de su utilidad como carne de cañón. Pero a pesar de ese maltrato atávico se mantiene ahí, prolongando sus horarios, doblando turnos, acumulando cupos, buscando soluciones ante la falta de medios y referencias. No se aprecia en todo su valor hasta que deja de estar. Su compromiso debe ser con ellos ,con sus pacientes, su comunidad, su población. No con políticos ni expertos tan ignorantes como frívolos.